En demasiadas ocasiones entendemos que la esperanza es algo así como esperar, resignados sin más, a que aparezca una poderosa luz después del túnel. Mas la esperanza (cristiana) es un ya sí, pero todavía más, una luz que no precisa esperas, pues ya alumbra con todo su esplendor antes y, sobre todo, durante el túnel.
Condena, una espléndida miniserie de tan solo tres capítulos que podemos ver en exclusiva en Movistar +, es un retrato sobre ese túnel, que pone a dos hombres contra la pared para que se enfrenten a todos los límites existenciales que la cárcel propicia, y que, a pesar de todos los pesares, les trata de sacar del agujero (maravilloso personaje el de una monja como mediadora de conflictos y auténtico ángel de la guarda).
De un lado, un hombre maduro y respetable que ingresa en prisión por uno de esos errores que siempre parece que van a cometer otros y que –ay, de repente– ponen del revés la propia vida; de otro, un funcionario de esa misma cárcel en un contexto que no puede ser más oscuro y que –seguro que les suena– tiene también alguna mácula en el alma. Ahí, en las entretelas del sistema penitenciario británico, pero sobre todo en las cárceles interiores de cada cual, se va tejiendo una historia con el hilo fino y luminoso de la redención; un drama carcelario para adultos que, sin dejar de mirar a la realidad con toda crudeza, no se queda ni se regodea en las miserias humanas, sino que apunta a todo lo alto.
Creada por Jimmy McGovern (Broken) y magníficamente protagonizada por Sean Bean (Juego de Tronos) y Stephen Graham (Line of Duty) , Condena es una joya dura, áspera, fea a primera vista; una joya de esas que no deslumbra como otras, pero que vale su peso en oro; de esas que no se muestra a cualquiera y que, sin embargo, es perfecta para lucir en cualquier valle de lágrimas.