Concluye el I Congreso de la Fundación Summa Humanitate - Alfa y Omega

Concluye el I Congreso de la Fundación Summa Humanitate

Infomadrid

Alrededor de 300 personas de 93 instituciones diferentes, entre órdenes religiosas, congregaciones, obispados, institutos seculares y sociedades de vida apostólica, aparte de otras fundaciones religiosas y asociaciones, se han reunido durante los días 12 y 13 de abril en Madrid en el I Congreso de la Fundación Summa Humanitate, bajo el lema Entre el ayer y el mañana: repercusiones, acciones y aspectos a valorar para el presente y futuro en nuestras comunidades.

El Congreso arrancó con una reflexión acerca del tema de la comunicación, como capacitadora para resolver situaciones problemáticas o causante de rupturas, dolor y malos entendidos. Partiendo de la base evidente de que «la comunicación en comunidad no es fácil», el obispo de Ciudad Rodrigo, monseñor Raúl Berzosa, recordó que «la madurez de una comunidad no se mide por la ausencia de problemas, sino por la capacidad de afrontarlos, dialogarlos y, con el necesario discernimiento, resolverlos». E hizo hincapié en que «no son los conflictos o las tensiones los que constituyen problemas insalvables, sino el modo de afrontar dichas situaciones».

Uno de los problemas más serios, y a veces difíciles de reconocer y resolver para vivir en comunidad, se deriva de tener que convivir con hermanos o hermanas con una patología psiquiátrica. La doctora Macarena Sánchez Izquierdo subrayó la necesidad de comprender este tipo de enfermedades y ponerles remedio: «Las personas con enfermedad mental no han elegido enfermarse y no son perezosos porque no pueden simplemente salir de ella».

Una visión positiva del envejecimiento

Uno de los grandes objetivos planteados para este Congreso era aportar una visión positiva del envejecimiento, ser transmisores de valores relacionados con la madurez, la experiencia, la satisfacción, la plenitud. El doctor Alfonso Cruz Jentoft expuso que «se puede envejecer de forma positiva, cada persona deberá aprender a afrontar esta etapa de la vida como algo nuevo, un reto que se le presenta a ella y solo a ella, y para la que ha adquirido a lo largo de la vida un bagaje de experiencias, conocimientos y recursos que simultáneamente la condicionan y permiten afrontarla y hacerlo de forma positiva». Desde su experiencia profesional, recordó a todos los presentes que «envejecer es un privilegio».

El primer día concluyó con distintos puntos de vista sobre la convivencia en una comunidad de mayores. La hermana Micaela Gárriz, como superiora de una comunidad de Franciscanas Misioneras de María; la madre Alicia Mallagray (Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza), como persona que está siendo atendida en una de estas comunidades, y la auxiliar de enfermería Presentación Contero, como cuidadora profesional, enternecieron a los asistentes con sus aportaciones y animaron a visualizar de forma positiva la atención de los mayores. De estas comunicaciones se desprenden ideas como: vocación profesional, vivir la vejez con vitalidad, o dirigir una comunidad de mayores es acompañarla y dejarse acompañar.

El miércoles, 13 de abril, sobresalió la intervención de Gerardo Kuhlmann, quien habló de Vivir y convivir en la vida religiosa desde la propia grandeza, incidiendo en que «todas las personas tenemos internamente dos dimensiones que conllevan diferentes modos de ser y diferentes modos de actuar en la vida. Una de estas partes contiene lo mejor de nosotros mismos, nuestra grandeza donde radica nuestra nobleza, nuestra mayor dignidad, nuestra magnanimidad. Y la otra parte contiene justo lo contrario: nuestra peor parte, nuestra sombra, nuestra negatividad, nuestra parte herida, la que es más miserable y mezquina. Nosotros tendremos que escoger en qué parte nos queremos situar, es una opción de vida y de vivir las relaciones interpersonales». Por su parte, José Román Flecha trató ante cuestiones como el derecho a la vida, o el derecho a la muerte.

El Congreso terminó con la ponencia de la germana María José Moya, quien centró su exposición en la convivencia de religiosos jóvenes en comunidades de mayores. Reconoció que, aunque muchas veces se sienten cargas difíciles de llevar y dudas relacionadas con un futuro personal vivido en comunidades envejecidas, existe la ilusión de acompañar, querer y seguir una vocación de entrega a Dios en medio de estas circunstancias.