Cómo trabajar por la «segunda» Comunión - Alfa y Omega

Cómo trabajar por la «segunda» Comunión

¿Qué pasa para que muchos chicos abandonen la catequesis tras la Primera Comunión? El desafío es entender que el objetivo es «aprender a ser cristiano», no obtener un sacramento

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Los chicos de la Santísima Trinidad en el oratorio. Foto: Parroquia Santísima Trinidad.

«Todavía hay en muchas parroquias y en muchas familias una mentalidad errónea sobre la catequesis. Se piensa que los niños reciben catequesis con el fin de obtener un sacramento: la Primera Comunión o la Confirmación, y no es así», afirma Francisco Romero, secretario de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE.

Romero aclara que el objetivo de la catequesis es «la iniciación en la fe para aprender a ser cristiano». En este sentido, los sacramentos «son parte del proceso y constituyen un momento muy importante, pero no son la culminación. Hay mucho más después de recibir la Primera Comunión, porque la catequesis sigue».

Una catequista enseña a los niños a rezar en la parroquia de Olivenza. Foto: Parroquia Santa María Magdalena, de Olivenza.

A la vista de los datos sobre la recepción de los sacramentos que ofrece la última Memoria de Actividades de la Iglesia en España, es fácil observar un desajuste entre las 161.950 Primeras Comuniones y las 79.447 Confirmaciones que se celebraron en España en 2020. ¿Qué es lo que sucede entre medias para que muchos chicos no continúen su proceso formativo después de recibir la Primera Comunión? «Venimos de una mentalidad que es difícil romper», reconoce el secretario de Catequesis de la CEE, pero «cada vez hay más interés en sacerdotes y catequistas para que los niños continúen su proceso de iniciación cristiana, más allá de la Primera Comunión».

En este sentido, Romero menciona los materiales de Acción Católica y el trabajo de congregaciones como los maristas o los salesianos, «que buscan profundizar en aspectos que los chicos apenas han visto esbozados en años previos». Junto a ello, hay parroquias que tienen ya un largo recorrido en este campo, y que aseguran año tras año casi un 100 % de continuidad de los chicos después de hacer la Primera Comunión. Es el caso de la Santísima Trinidad, en Madrid, cuyo párroco en los años 90, Ignacio Jordán, se encargó de inculcar entre sus fieles que una cosa son los sacramentos y otra es la catequesis. Desde entonces, «aquí la catequesis sacramental es solo una parte de la catequesis», afirma el párroco actual, Ángel Luis Caballero.

Protagonistas de su proceso

En la Santísima Trinidad, la catequesis es un proceso único que abarca desde los 7 hasta los 18 años. Aunque está dividido en tres etapas, está concebido como un itinerario de aprendizaje de la fe, de iniciación a la celebración, a la oración, a la Palabra, a la música religiosa, a los contenidos de la fe… Cada año se da un paso más, que se ve jalonado con varias entregas: de los Evangelios, del credo, del padrenuestro… y dependiendo de los años, van llegando los sacramentos, un elemento más del proceso.

«Lo principal de la catequesis es fomentar la relación con Jesús –atestigua Ángel Luis Caballero–, tanto de manera grupal, porque están juntos doce años y el crecer juntos los ayuda mucho, como personal, porque cada sesión comienza con un rato de oratorio que afianza esta relación».

Esta es una experiencia similar a la de Francisco Romero, que en su parroquia de Olivenza (Badajoz) ha incorporado a la catequesis materiales propios «que hacen de los chavales protagonistas de su proceso de aprendizaje de la fe». Esto se percibe bien cuando los catequistas les enseñan a rezar –«a los chicos les encanta estar un rato en silencio en la capilla, con un poco de música de fondo, en calma»– o cuando les proponen llevar a cabo alguna actividad solidaria como parte de su formación.

«A los niños les motiva mucho sentirse participativos. Lo valoran mucho y eso, además, crea más lazos entre ellos», afirma el secretario de Catequesis de la CEE, para quien la formación «no puede consistir en escuchar una charla y ya está. Tenemos que saber adaptarnos a su realidad y saber cómo acomodar a ella la catequesis».