Colecta por los cristianos en Tierra Santa. Con los hermanos que sufren - Alfa y Omega

Colecta por los cristianos en Tierra Santa. Con los hermanos que sufren

Los cristianos de Tierra Santa se encuentran en un difícil punto medio que, en muchos casos, les conduce a la pobreza y al exilio. Señalados por judíos y musulmanes, los cristianos añoran la paz. La presencia y la entrega de la Custodia de Tierra Santa les ayuda a no perder la esperanza

José Calderero de Aldecoa

El Viernes Santo se realiza en todo el mundo la Colecta Pontificia para los Santos Lugares, cuyo objetivo es recaudar dinero en beneficio del sostenimiento de los Santos Lugares, así como de las obras sociales que allí se llevan a cabo.

La tierra que pisó Nuestro Señor Jesucristo vive en permanente tensión, y sus habitantes pagan las consecuencias, sobre todo los cristianos. Señalados tanto por judíos, por el hecho de ser árabes, como por los musulmanes, por el hecho de ser infieles, los cristianos de Tierra Santa se encuentran en un difícil punto medio que, en muchos casos, les conduce a la pobreza y al exilio.

Cartel oficial de la Colecta del Viernes Santo.

En 2012, las diócesis españolas aportaron cerca de un millón 500 mil euros a una Colecta Pontificia que trata de paliar el sufrimiento y las necesidades de aquellos cristianos que, a pesar de las dificultades, permanecen en Tierra Santa. El dinero también se destinará al sostenimiento de todas las actividades y de los lugares que mantienen los franciscanos desde que, en 1217, san Francisco de Asís creara la Provincia de Tierra Santa, a la que el Papa Clemente VI, en 1342, encomendó la custodia de los Santos Lugares.

Al inicio de la Cuaresma de 2013, el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, escribió una carta a todos los obispos del mundo hablando de la colecta, en la que animaba a «sostener a los hermanos y hermanas que en los Lugares de la Redención, junto a sus pastores, viven el misterio de Cristo, el Crucificado que ha resucitado para la salvación de la Humanidad».

En estas páginas damos la palabra a varios cristianos de Tierra Santa, que hablan de sus esperanzas y dificultades

1
Abuna Faisal, responsable de Educación, del Patriarcado de Jerusalén: «No nos dejan evangelizar»

Los cristianos de Tierra Santa vivimos con muchas dificultades porque toda la cultura es árabe, la sociedad, los medios de comunicación, la población. Todo está pensado para ellos. Nosotros somos una minoría y encima nos hacen estar divididos. No podemos evangelizar. No podemos anunciar el Evangelio a los musulmanes. La nueva evangelización de la que tanto se habla es imposible aquí. No nos dejan. Además, el musulmán que se convierte, no puede vivir en su país. El viernes pasado se convirtió al cristianismo un doctor jordano, pero le resultaba extremadamente difícil vivir su fe. Los musulmanes le presionaban día y noche y tuvo que cambiar de lugar de residencia junto a toda su familia. Por el contrario, si un cristiano abandona la fe es un terremoto porque somos muy pocos y vivimos con muchas dificultades.

2
Sammakarios, guía turístico: «Estamos en medio»

Tengo 37 años, y nací aquí, en Jerusalén, en el seno de una familia cristiana. En estos días, los cristianos estamos sufriendo, no vivimos como antes. Millones de cristianos dejaron esta tierra después de la guerra del 67. Buscaban un futuro mejor y lo encontraron en Europa y en América. Tengo dos hermanos que se fueron a Puerto Rico hace 20 años. Pero yo no. Ésta es mi tierra, la tierra de mi Dios, la tierra de Jesús, la tierra de mi gente. Y si yo me marcho, si mi hermano se marcha, ¿quién va a orar en las iglesias? ¿Van a ser museos? Aquí en Jerusalén hay muchos fanáticos judíos y musulmanes. Los crisitanos estamos en medio, porque los judíos nos miran como árabes y los musulmanes nos miran como infieles. Yo he vivido aquí toda la vida, y no tengo los mismos derechos que los demás, aunque pago los impuestos. Tenemos que tener esperanza y fe en Dios, como Jesús dijo en las Bienaventuranzas, tienes que estar alegre cuando eres perseguido, cuando la gente habla mal de ti. Aunque a veces es difícil sonreír.

3
Charles, voluntario en la basílica de la Anunciación: «Si yo me voy, ¿quién se queda?»

Tengo 34 años, nací en Brasil, pertenezco a la comunidad católica Shalom. Vivo en Nazaret hace dos años, como misionero, junto con 7 compañeros. Hacemos un trabajo voluntario ayudando a los franciscanos desde hace 8 años en la basílica de la Anunciación. Nos encargamos de recibir a la gente, de acoger, de orientar, también de la animación de las misas, animación litúrgica, el Rosario, la Adoración. Esta experiencia es un desafío, porque somos la minoría católica en Israel; sin embargo, es una experiencia linda, porque, a pesar de tener diferentes culturas, podemos compartir el espacio en las cosas más sencillas. El otro día, un joven católico me dijo que no se quería ir: «Mucha gente se va porque es complicado, somos muy pocos católicos; yo, al revés, quiero quedarme por eso, porque somos pocos. Si yo me voy, ¿quién se queda?» Hay personas así, que quieren mantener su cultura, su pueblo.

Peregrinos cristianos rezan el vía crucis, a lo largo de la Vía Dolorosa, en la ciudad de Jerusalén.
4
Javier, miembro del Comité Pacificador, en Ramala: «La paz no se logra levantando muros»

Los cristianos sufrimos por la impunidad de la que goza Israel desde su creación. En Tierra Santa se está desplazando a la población original y se reemplaza con población extranjera. Toda mi familia, originaria de Palestina, quiso regresar a su tierra después de pasar algunos años en Chile. No les fue concedido el pasaporte. Yo vivo sin poder ver a mi familia. En Jerusalén, hay tres hoteles a los que acuden algunos peregrinos cristianos, que están construidos en terrenos expropiados a familias cristianas de Tierra Santa. No queremos que nadie sea pro palestino, pero sí queremos que sean pro paz, y la paz no se logra expropiando tierras y levantando muros.

5
Hermano Rafael, franciscano: «¡A ver si hacen ya la paz!»

En 1951, tardé 27 días en llegar hasta Tierra Santa, y, desde entonces, no me he movido. Llevo 62 años aquí. Soy uno de los cuatro primeros frailes que mandó la Provincia de Granada a Tierra Santa después de la guerra civil. Soy miembro de la comunidad de Getsemaní, que custodiamos el torrente Cedrón. Aquí he hecho de todo en estos años, incluso de sacristán, y de superior tres años. También he estado en Nazaret 26 años; fui para la inauguración de la basílica moderna, a recoger la parte arqueológica de la sinagoga judeo cristiana y hacer un museo; después, volví a Getsemaní. Aquí te haces universal. Muchos cristianos se han ido, de Belén y de aquí. Ellos dicen: «Nosotros nos quedaríamos, pero no queremos que nuestros hijos y nietos vivan en esta situación, así que nos vamos a América», y se va toda la familia. Así están la cosas. ¡A ver si hacen ya la paz! Pero tengo poca esperanza.

6
Hermana Marta, del colegio español Nuestra Señora del Pilar: «Todos nos conocen»

El centro Nuestra Señora del Pilar se conoce como el Colegio Español. Tenemos 197 niñas –musulmanas y cristianas árabes, porque la lengua de transmisión es el árabe– y 23 profesores. El colegio se fundó para las niñas pobres del barrio cristiano. Tenemos una escolaridad estipulada que casi nadie paga. Hay becas de la Custodia y de particulares que donan el pago de los estudios de alguna niña. Yo lucho a brazo partido por las mujeres a nivel educativo, porque las cosas están cambiando. En una casa, una mujer que no haya ido a la escuela, o que haya ido sólo hasta los ocho años, no tiene nada que decir, nunca le preguntarán su opinión, todo lo resuelven los hombres. Pero cuando una mujer está educada, aunque sólo sea con el nivel preuniversitario, como salen de aquí, ya es diferente, y ella maneja las cosas para que sus hijos tengan también educación. Además del colegio, visitamos a ancianos y enfermos. Asistimos a funerales, cosa que aquí aprecian mucho. Todos nos conocen.

Tierra Santa te necesita

«Tierra Santa es patrimonio espiritual de los cristianos de todo el mundo, los cuales anhelan visitarla en piadosa peregrinación, a menos durante una vez en su vida», dijo Pablo VI. Ante la Jornada en favor de Tierra Santa, quiero recordar estas palabras del primer Papa que visitó el país de Jesús. ¡Qué bien refleja el contenido histórico y espiritual de aquella parte de la tierra que Dios escogió para que su Hijo redimiera a la Humanidad! Allí, el Hijo de Dios nace, vive, muere y resucita. El mismo Papa hizo otra afirmación complementaria: «Lo mismo que existe una historia de Salvación, existe una geografía de Redención».

En el marco de la gran Semana Santa, la mirada de todos los cristianos se dirige, no sólo a aquellas tierras, sino a las comunidades cristianas que milagrosamente residen allí, ya que «ser cristiano hoy día en Tierra Santa es un milagro», como me decía un cristiano palestino. Y, por otra parte, los cristianos de allí se sienten orgullosos de manifestarse como tales, llevando el crucifijo en el cuello, o teniendo esculpida en la fachada de la casa la imagen de san Jorge, Patrono de los cristianos palestinos. Otro cristiano palestino me decía hace unos días: «Estamos orgulloso de ser los continuadores de los primeros cristianos en Tierra Santa…, pero somos conscientes de que la Iglesia de Jerusalén es pequeña, pobre y perseguida y que, si no nos ayudan los cristianos del mundo, corremos el riesgo de desaparecer».

De esta situación de los cristianos en estas tierras, no se hacen mucho eco los medios de comunicación social. Con esta Jornada, queremos sensibilizar en nuestros ambientes. Jornada que nos habla de oración y ayuda a la Iglesia madre. Sin oración, no hay futuro; y sin ayuda, no hay presente. La triste realidad es ésta: si no ayudamos a los cristianos de estas tierras, muy pronto desaparecerán. Las circunstancias en las que están viviendo hacen que vayan disminuyendo alarmantemente. Su presencia no llega a un dos por ciento. Tristemente, todo el que puede se marcha, éste es el futuro que les espera si los cristianos del mundo entero no somos solidarios con ellos. El Papa Benedicto XVI, en su visita a Tierra Santa, les animaba a permanecer en aquellas tierras para dar testimonio con su presencia, y para ello tenemos que ayudarles. Es bueno saber que en Tierra Santa, concretamente en los santuarios del Santo Sepulcro, Nazaret y Belén, se reza todos los días por los bienhechores de aquellas tierras y que cada franciscano que vive allí tiene la obligación de aplicar la intención de cuatro Misas al mes por los bienhechores.

Con ellos estamos los franciscanos desde hace ocho siglos. Allí fuimos no como los cruzados con la cruz y la espada, sino como hermanos, portando el mensaje de Paz y Bien. Allí seguimos, en nombre de la Iglesia, sirviendo a las comunidades cristianas, atendiendo a los santuarios de nuestra Redención y acogiendo a los peregrinos que llegan del mundo entero. En la Jornada por Tierra Santa queremos ser su voz. Los Papas, en nombre de la Iglesia, han manifestado su agradecimiento en repetidas ocasiones, y han afirmado: «Si no hubiera sido por los franciscanos, la Iglesia católica no tendría los Santos Lugares».

Fr. Emérito Merino Abad