Chaplin recupera la voz en el Teatro Arlequín para crecer hasta la talla XXL - Alfa y Omega

Hay un Charlot madrileño que se olvidó la timidez para cantar y bailar, para pronunciar discursos a las multitudes en nombre de la paz, y para conquistar mujeres que venden flores en parques sin nombre. Un pianista, una mujer, un camarero y un cliente de un barbero que pierde su cartera acompañan a Charlie.

Chaplin ha crecido en talla XXL, sin perder la vigencia del siglo XXI, al subirse a un viejo escenario próximo a Gran Vía. El Teatro Arlequín hace un homenaje a un mito de la historia del cine gracias a la apuesta del Teatro del Barro y al actor Óskar Redondo, que ha tenido la valentía de enfrentarse a los difíciles gestos, a la sonrisa irónica y al bastón del enmudecido genio del séptimo arte en blanco y negro.

Sería un 7 de febrero de 1914, hace un siglo ahora, cuando Charles Spencer Chaplin se daba a conocer al mundo como protagonista en el primer cortometraje mudo de once minutos. Aparecía así en las grandes pantallas de los cines un personaje humorístico repleto de inteligencia que abordaba los temas sociales que marcaban el siglo XX, un siglo convulso donde confluyeron los avances técnicos con dos guerras mundiales y la proliferación de los nacionalismos por toda Europa.

Chaplin XXL, a modo de collage, alumbra al espectador con el discurso del antihéroe que clama por un mundo mejor, con el Charlot enamorado que baila en una cena o con el Charlie borracho y vulnerable que termina cayéndose de manera irreverente en una butaca, entre el público, en mitad de una función. Como muchos otros genios, Charles era alcohólico, adicción heredada de su padre que murió de cirrosis y de una madre que padecía fuertes depresiones nerviosas. Chaplin ni tuvo una infancia fácil ni tampoco su éxito fue el resultado de la casualidad.

La intención resulta muy acertada por parte del Teatro del Barrio, una joven compañía teatral, al elegir a este personaje histórico de difícil remedo. La dirección realizada por Nacho Marraco y Carles Castillo es arriesgada pero Nacho de Lucas (pianista, cliente y camarero) junto con la actuación de Óskar Redondo (Chaplin) y la ternura retraída de Carmen Morey (Hannah), más la iluminación de Javier Botella, hacen de esta hora y media un tiempo de reflexión, diversión, excentricidad y sorpresas en honor a un maestro de la escena. Si en alguna ocasión el espectador se siente perdido, falto de contexto, que espere a un final emotivo con música de fondo.

Querido amante del teatro, antes de juzgar a Chaplin, respete la nueva versión de un artista mudo, agudice el oído en el canto y en las palabras tímidas de un orador sensato. No es cine sin voz, esto es teatro que cada miércoles a las 21 horas abre el telón a la memoria de un gran actor este verano.

Chaplin

★★★★☆

Teatro:

Teatro Arlequín

Dirección:

Calle San Bernardo, 5

Metro:

Santo Domingo, Callao

OBRA FINALIZADA