Ya están floreciendo los cerezos, sakura en japonés. Este año más pronto de lo habitual. El otro día un señor me explicaba: «¿Sabes para qué sale la flor del cerezo? Para caerse después». La primavera es un momento muy esperado para los japoneses, especialmente para ver florecer el sakura, una flor muy bella que sale una vez al año y que en unos días se cae. Durante esos días, los japoneses van a ver los árboles y se sientan debajo de ellos para contemplar las flores y hacer pícnic con los amigos. Es tan importante para ellos que existe un término para decir ir a ver las flores, que es janami. Jana significa flor y mi significa ver, mirar. Y en uno de los apartados de las noticias informan cada día de la zona del país donde están las flores del cerezo completamente abiertas.
Coincide también con el comienzo de un nuevo año escolar y laboral, que en Japón empieza en abril. Es como un símbolo del año que acaba con el invierno y la vida nueva que nace con la primavera. Además, suele coincidir con la celebración de la Pascua, tiempo donde celebramos el amor que da la vida por nosotros y que resucita y nos da una vida nueva.
Cuando vemos a Jesús en la cruz podemos pensar que es como esa flor tan bella que ha muerto; sin embargo, esa flor que lo ha dado todo nos ha dejado un amor eterno en el corazón, que no acaba con la muerte.
Para los japoneses contemplar la flor del cerezo es una experiencia de belleza que, aunque breve, les deja un sabor a eternidad. Cuando descubren la fe cristiana se dan cuenta de que esa experiencia de belleza y plenitud que buscan en la naturaleza es la que nos da Jesús en su entrega en la cruz. Una entrega que ha valido la pena, un amor que nos ha devuelto la dignidad, un perdón que nos ha reconciliado y nos hace descubrir que todo en la vida tiene sentido porque somos amados para siempre. Y ese amor nunca muere. ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!