Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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El gozo de creer en Jesús

Siento hoy la necesidad de dar mi testimonio de fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, nuestro Salvador. Siento la necesidad de hacerlo desde mi condición de mujer, desde mi profesión de periodista, desde mi edad avanzada, desde mi pobreza espiritual. Deseo manifestar a todo el que quiera leer estas líneas, que nacen del corazón y de la mente, que no hay nada en este mundo terrenal que colme tanto la sed de belleza y de amor que todos llevamos dentro como el gozo de creer en el buen Jesús, que, siendo el Unigénito de Dios, aceptó la condición humana para salvarnos y nos permite vivir en el amor de Dios Padre.

Creer en Jesucristo y vivir con Él nuestra vida, nuestras horas cotidianas, nuestros apuros, es un don que debemos pedir constantemente al Padre. Aunque tengamos reticencias, dudas, miserias, para Dios nada es imposible.

Acercarse a Jesús, buscar su amistad –esa amistad que nos está mendigando desde siempre–, facilita vivir, facilita rehacer los desarreglos, pequeños o grandes, que hayamos tenido, que tenemos en el sinuoso camino de la vida. Nunca es tarde para hacer amistad con Jesús. Para mirarle y dejarse mirar por Él. Nada como sentarse a escucharle el Sermón de la Montaña, o contemplarle caminando sobre las aguas del Tiberíades, o en el Cenáculo partiendo el Pan, o en su tremenda agonía de Getsemaní y, luego, crucificado en el Calvario, redimiéndonos a quienes nos queramos dejar redimir, y resucitar con Él.

Por eso, me encanta este Año de la fe que nos ha proporcionado nuestro querido Benedicto XVI. Se lo agradezco muchísimo. Estamos necesitados de fe en medio de tanta crisis, de tanto desvarío, de tanta frivolidad, de tanta vana búsqueda de la felicidad, de tanto odio a Jesucristo…

Mercedes Gordon
Madrid

Su gran ilusión

«Papá, que el obispo ha dicho que sí, que la hermana puede hacer la Comunión conmigo!». Éstas fueron las palabras que me dijo mi hija mayor, de 9 años, por teléfono, con la mayor ilusión del mundo, porque a su hermana Lucía, de 6 años y con una malformación cerebral severa de nacimiento, le habían dado el visto bueno para que recibiera, junto a ella, el sacramento de la Comunión. En ese momento, sentí cómo afloraba el sentimiento de amor entre hermanas, porque, por encima de regalos y de sus amigos del colegio, lo que mi hija Bárbara quería de corazón era compartir ese día junto a su hermana pequeña, a la que quiere con locura desde que nació.

El de hoy ha sido uno de los días en los que, como padre, me he sentido totalmente realizado al ver que los valores que hemos inculcado, tanto su madre como yo, en nuestra hija, van por encima de lo material y superficial, anteponiendo a todo el sentimiento fraterno que experimenta hacia Lucía.

Todos dicen que mi hija pequeña es especial por su enfermedad tan grave, pero estoy convencido de que lo que realmente la hace especial son las personas que la rodean, como su hermana Bárbara, que la quiere y la disfruta tal y como es, y por la gran familia que tiene detrás, que se desviven por ella (en especial, sus abuelos).

Gracias, Barbarita, por haber hecho sentir en mí la satisfacción de un padre, al ver que hay algo en esta vida que realmente está haciendo bien.

Benjamín López Morgado
Sevilla

Es necesario rescatar al hombre de su ceguera

Pienso que, antes de ser rescatados, deberíamos restaurar el orden justo de las cosas que tienen valor, pero no tienen precio. Recuerdo lo mucho que me sorprendieron, en esta sociedad tan tecnificada, economizada y presidida por los principios de eficacia y beneficio, las 42 medallas al coraje de los deportistas españoles paralímpicos, que ponen en valor el testimonio de una vida digna de ser vivida. Su energía vital, su anhelo de seguir adelante, de lucha frente a la adversidad, de no rendirse…, es un testimonio hermoso de amor a la vida.

Todo mi reconocimiento a los que viven su olimpiada diaria, a los que, ya sea con movilidad reducida o total, se enfrentan a todo tipo de obstáculos e incomprensiones. El dolor no es una maldición de la que hay que huir. Decía Juan Pablo II que el mundo del sufrimiento humano invoca otro mundo: el del amor humano. Es necesario rescatar al hombre de su ceguera, de su parálisis, de su soledad, de ese estilo individualista donde sólo existe el interés propio como motivación principal.

Marta Carmona Soriano
Madrid

Criterios absurdos

Bastante se han devaluado ya sus señorías con sentencias anteriores para que ahora los españoles tengamos que pasar por el aro de unos criterios absurdos y admitir este aborto matrimonial como algo legal. Quienes creemos en los sacramentos de la Santa Madre Iglesia, no podemos admitir los designios de esta cuadrilla constitucionalista que actúa tarde, mal y nunca, sólo por imposiciones políticas.

Decir que han actuado a la vista de una futura evolución social es faltar a la verdad por parte de estos jueces, a los que ya se les vio el plumero con el estatuto catalán, añadido a la legalización de la banda pro-etarra, y todos ellos enmendando la plana a un Supremo que decía todo lo contrario. Se han tardado siete años y un día, y es lo que le echaría yo a cada uno de esos ocho magistrados progresistas que han votado más con el estómago que con la cabeza.

J. Cervero Leiva
Jerez de la Frontera (Cádiz)

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