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Este verano, con motivo de vacaciones, viajes, excursiones, hemos tenido ocasión de acudir a distintas iglesias. La conclusión es que la petición del Papa Francisco no ha llegado a muchos sacerdotes. El ejemplo que el Papa da con sus homilías diarias en Santa Marta, o en sus homilías públicas, no ha calado. Su petición de que las homilías sean estimulantes, concretas y cortas sigue sin calar en los sacerdotes. ¿Sería mucho pedir a muchos sacerdotes que, por favor, no repitan, ilustrando, el texto de las lecturas que acabamos de oír? El Papa, siguiendo el modelo ignaciano, selecciona tres temas relacionados con las lecturas y enuncia el dato, pero luego va directa y concretamente al punto que quiere subrayar para que el fiel medite, tome ejemplo, o lo que proceda. Hay mil formas de preparar una homilía, lo que no se puede hacer, por mucho trabajo que tenga un sacerdote, es no prepararla, porque son los diez minutos semanales de que dispone para llegar al corazón del fiel. Además, hay páginas de Internet donde vienen homilías muy majas que sólo tienen que leer. Lo importante es llegar a los fieles con un mensaje estimulante y concreto que tengan que rumiar toda la semana y les impulse a hacer el bien a sí mismo y al próximo.
Al hablar sobre el inicio del colegio, vi cómo se refleja la manipulación que vivimos hasta en las cosas más pequeñas. Con el inicio del nuevo curso escolar, no sólo empiezan las ilusiones, los nuevos amigos, el descubrimiento, la diversión, y el esfuerzo… También empiezan todas las supuestas necesidades impuestas: la mochila tiene que ser la de la última moda o el último dibujo animado; el lápiz de trazo gordo, con mango suave y ergonómico, y de colores; las tres barras de pegamento; el papel celofán para los libros; 8 euros en folios para los niños… ¿Pero es que los padres vamos a poner una papelería? ¿O van al colegio para aprender lo que es el respeto, el amor, la obediencia, la justicia, la entrega, el sacrificio, la fortaleza…? ¡Y la merienda del recreo! ¡Ésa es otra! Que si no toman palitos con queso, minigalletitas o el último bollito de chocolate, es que son distintos al resto. Por favor: los padres tenemos que pararnos a pensar, para no dejar que nos arrastre la corriente de los supuestos imprescindibles. Que no pasa nada por nadar contracorriente.
La celebración de la fiesta del Toro de la Vega ha suscitado reacciones violentas al valorar como gran brutalidad el trato al que es sometido el animal. Por muy tradicional que sea el festejo, la brutalidad es evidente. Podríamos calificarlo de salvajada. ¿Qué decir también de las decapitaciones llevadas a cabo por los yihadistas en Irak y Siria? Es una monstruosidad irracional e inhumana que a todos nos produce horror y rechazo. Pero…, ¿cuál es la reacción de parte de la sociedad ante la práctica de los abortos de los seres más débiles? Inventarse un supuesto derecho de la mujer a decidir, con indignidad, sobre la continuidad o no del proceso de la vida. Monstruoso. Frente a esto se está generando un descenso de la natalidad preocupante para el futuro. Por otra parte, son muchas las parejas que ansiarían recibir esas criaturas. ¡Cuánto irracional egoísmo! Sé que hay problemas graves. Los económicos, cuya solución está en manos de la sociedad, con voluntad y generosidad. Admito que se estudien con toda seriedad los problemas biológicos no caprichosos. Para ello están los biólogos, los médicos, los moralistas, los juristas… Pero yo excluiría a los políticos de ese asunto. Aunque si los admitimos, que sea con voluntad, con seriedad, con entrega, con decisión. Hay que hacer algo ya. No se puede seguir dando largas, ni aparcar un tema tan serio por supuestas conveniencias electorales.
Una de cada nueve personas pasa hambre en el mundo. Cerca de 805 millones de personas en el mundo padecen hambre. A pesar de este mal dato, esta cifra representa más de 100 millones de personas menos que hace una década, según un informe de la Organización de Naciones Unidas. ¿Recuerdan de cuando hablábamos de 1.000 millones de personas hambrientas? Esta buena noticia permite mantener la esperanza de reducir a la mitad el número de personas en esta situación antes de finales de 2015, según los llamados Objetivos del Milenio. Los que, desde hace tiempo, luchamos para reducir esta lacra del hambre en la sociedad, no podemos menos que considerar como muy bueno el resultado de este informe. El trabajo y la preocupación no son en balde.