Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Sostenidos por la sonrisa de Pedro

Termino la JMJ cansada, pero muy feliz, como creo que la terminamos todos. Vivir mi primera JMJ en Madrid y como voluntaria ha sido curioso, pero muy gratificante. He podido palpar que «amar es servir, y el servicio acrecienta el amor», como nos dijo el Papa; que hay más alegría en dar que en recibir, tanto, que siempre que podía llevaba el polo de voluntaria para poder ayudar así a más gente. También creo que hemos vivido un nuevo Pentecostés, como auguraba el cardenal Rouco: jóvenes de más de 150 países en comunión; donde el lenguaje universal no era el inglés, sino el Amor; donde se podían ver jóvenes con banderas estadounidenses e iraquíes bailando y cantando juntos; donde ¡Ésta es la juventud del Papa! ya no era español, sino el lenguaje de una Iglesia joven y alegre, vital, que sabe que no debe avergonzarse de Cristo, sino mostrarlo al mundo entero sin temer al mundo, ni al futuro, ni siquiera a la propia debilidad, porque ahí está la verdadera felicidad, que se palpaba a cada paso por la capital. Dios nos quiere dando testimonio alegre y convincente en todo momento y, sólo si hace falta, con palabras, como diría san Francisco. Aquí no han hecho falta, como se vio en la Vigilia de Cuatro Vientos, donde, interrumpida la homilía del Santo Padre, permanecimos arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe, sostenidos por la gran sonrisa de Pedro, sólo moviéndonos para arrodillarnos ante el Santísimo en un silencio más elocuente que cualquier discurso. Hay tanto que decir, tanto que digerir, rumiar y rezar…, que sólo puedo terminar con un It’s great to be catholic!

Eva Rodríguez
Madrid

¡Gracias a todos los anti-Papa!

Unos pocos, pero extremadamente rabiosos, cuyas acciones han encontrado justificación y eco en los medios de siempre, han andado estos días muy alterados; más que por la venida del Papa, por la cantidad de jóvenes que han respondido a su convocatoria. Pero estos pocos nos han ofrecido algo que los católicos debemos agradecer: muchas gracias por ser los causantes del testimonio de paciencia y elegancia cristiana en nuestros hermanos, hacia las que habéis dirigido vuestra saña. Muchas gracias por producir esas imágenes impagables de monjas y jovencitas como objeto directo de vuestro acoso, recordándonos aquello de «Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa…». Muchas gracias por vuestros gestos obscenos, por vuestras caras desencajadas al borde del infarto, y manifestarnos vuestro odio de modo tan desinhibido, ayudándonos a comprender aquellos tiempos, no tan lejanos, de persecución y muerte a nuestros hermanos. Gracias a los que han mirado para otro lado cuando se producían todos esos ataques, y a las autoridades que los han propiciado con sus torpes decisiones. Y, cómo no, gracias a esos presentadores y colaboradores de programas televisivos, que no han dejado escapar la ocasión para intentar mofarse del Papa y de los católicos, coreados en sus comentarios por ese público tan libre que llena los platós, dispuestos a jalear lo que les digan. Gracias a vosotros, tenemos más claro cuál es el respeto por las creencias ajenas y el modelo de sociedad que, si pudierais, nos impondríais. Muchas gracias, anti-Papa, porque todo eso nos ha servido para reafirmarnos en nuestra fe y para amar más a la Iglesia y al Papa.

Miguel Ángel Loma
Sevilla

Como borrachos de alegría espiritual

Durante el comienzo de la JMJ, y ante la efusiva movilización de cientos de miles jóvenes, escuché a un periodista católico de televisión decir que estas Jornadas pueden marcar el inicio de un nuevo Pentecostés en la Iglesia. Pensé: ¿Será sólo la apreciación subjetiva y sentimental de un acérrimo creyente? Mi experiencia de catequista es que, en su mayoría, los jóvenes abandonan o se alejan de la Iglesia, de la parroquia y de la Eucaristía, después de recibir la Confirmación. Sin embargo, reconozco que, al pasar las horas, pude testificar, con asombro y sorpresa, que los jóvenes peregrinos que estaban en Madrid parecían estar como borrachos de alegría e ilusión espiritual, haciéndome recordar aquello que experimentaron los discípulos en Pentecostés que narra el Libro de los Hechos de los Apóstoles. La realidad que vi me hizo descubrir una nueva juventud, diferente y que nunca había visto en mis 50 años de vida. Una juventud valiente y sana, enviada por el Espíritu desde todos los rincones del mundo, llenos de fuerza y alegría desbordante, cantando, bailando y orando. Una profunda admiración, sorpresa y cura de humildad me produjo el ver que el Espíritu Santo actúa cuando quiere, al comprobar que existe en el mundo, y en España, una juventud diferente, que no es apática o indiferente en lo religioso. En medio de la gran tormenta de crisis de valores y secularización que parece hacer zozobrar la barca de Pedro, se divisa una nueva primavera eclesial que producirá milagrosos frutos espirituales, cuyas manifestaciones han empezado. ¡Algo importante, misterioso y esperanzador ha pasado en Madrid estos días! Ahora es posible reevangelizar Europa y llevar el testimonio de Cristo a cualquier lugar del planeta, con ayuda de las palabras de Benedicto XVI, e imbuidos del Espíritu de Dios.

Jorge Conde
Salamanca

Y de nuevo…, el Espíritu

De nuevo, las llamas del Espíritu han alcanzado los corazones de sus apóstoles. A todos los que hemos acudido, en algún acto de estas jornadas, Dios nos ha tocado directamente el corazón. Nuestra alma se ha engrandecido y ha comprendido a Jesús hecho carne, viviendo entre nosotros. En Madrid, estos días, nos hemos querido más, mucho más, y mejor. La felicidad y las sonrisas que han reinado en las calles así lo atestiguan. Jesucristo está vivo, también en nuestros corazones, sin ninguna duda. Hemos sido felices estos días y lo seguimos siendo, porque hemos comprendido la humanidad de Jesucristo y su divinidad. El amor de Jesucristo nos ha calado hondo y lo hemos compartido con nuestro hermano. Un hermano que, en muchos casos, apenas entendía nuestro idioma. Lo que Dios sembró a través de Juan Pablo II, Benedicto XVI lo ha cosechado. El Espíritu se ha manifestado: ¡Bendito sea Dios! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Aleluya!

Juan Linaza
Tres Cantos (Madrid)

¡Encuentro de jóvenes!

Distintas banderas,
diferentes culturas,
y variedad de razas.
Una misma fe,
un mismo amor,
una misma canción.
El Espíritu sobrevuela las fronteras.
¡Juntos hacen la fiesta!
Llegó el mensajero de la paz,
se respira la alegría,
y brilla la fraternidad.

Ángel Luis Martín (sacerdote)
Salamanca

Yo estaba alejada…

Aunque soy católica, estuve unos años alejada de Dios, supongo que por comodidad, porque dejaba en último lugar lo importante. Gracias a Dios (y a mi padre cuando falleció), he vuelto al camino de la verdad. Fui una hija pródiga que volvió a casa; y en casa (la Iglesia) fui recibida con los brazos abiertos: ni un reproche, nada, sólo alegría por que volviera. Nunca había seguido ningún acto presidido por el Papa. Pero la JMJ, sí: me estremeció ver Madrid bajo la lluvia, con fuerte viento, y que nada impidiese a dos millones de jóvenes asistir a la ceremonia presidida por Benedicto XVI. He de confesar que se me escaparon las lágrimas de emoción, me llegó al alma, y desde hoy me siento aún más cerca de Cristo, de mi fe, de mi religión, y me siento orgullosa de ser y decir que soy católica, seguidora de Cristo y de su mayor representante en la tierra.

Elena García-Camba
Barcelona

¡Bendito cansancio!

He formado parte de un grupo de voluntarias senior que hemos colaborado, junto con los jóvenes, en la parroquia de Nuestra Señora de las Delicias, de Madrid. La mayoría somos abuelas, pero con la misma ilusión y ganas. ¡Hasta la que tenía 81 años cargaba con garrafas de agua, y subía y bajaba escaleras como los demás! No hemos sido las únicas: nos hemos unido a los que han entendido que estas jornadas no eran sólo para jóvenes. Cuando se trata de encontrarse con Cristo, acompañados del Santo Padre, hay sitio para todos. A veces nos sentíamos como la amiga de Jesús, Marta, inquietas y nerviosas con tantas cosas que hacer y preparar para que todo saliera bien. La experiencia ha sido inolvidable y, al acabar el trabajo, nos invadía un pensamiento: ¡Bendito cansancio! Hemos sido unas gotitas de ese mar de fe que ha inundado Madrid, y esperamos, desde ahora, estar más arraigadas en Cristo.

Susana Simón Cortijo
Madrid

Me ha cambiado la vida

Tengo 27 años y la inmensa gracia de haber participado en la JMJ como voluntaria, junto a personas con discapacidad. Desde los 12 años, he acudido a muchas JMJ (París, Roma, Toronto, Colonia…), pero ésta ha sido diferente y, sin duda, mejor. Quince horas al lado de maravillosos seres humanos llenos de vitalidad, buen humor, ilusión y humildad, compensan con creces cualquier esfuerzo o cansancio por mi parte (que, para ser sinceros, ni siquiera recuerdo). Pensaba que era yo la que iba a ayudar…, y he salido con las manos y el corazón llenos del amor que he recibido, y la experiencia de vida que he visto en ellos. Ha sido una semana que me ha cambiado por completo la vida: ahora comprendo mejor que nunca que lo único que de verdad importa, por lo que merece la pena vivir, es por amor. Amor a Dios y al otro. El amor de Dios en mí y en el otro. Le doy infinitas gracias a Dios por esta experiencia y por el regalo de la fe, sin el cual jamás habría participado en la Jornada Mundial de la Juventud. La repetiría una y otra vez.

Sara Martín
Madrid

Mi cumpleaños junto al Papa

Ésta ha sido mi primera JMJ. No tenía ni idea de qué esperar. Al principio, me daba un poco miedo que me pudiera perder entre tanta gente joven, que no fuese capaz de comunicarme… Y fue duro, pero no tengo absolutamente nada que lamentar. Pude estar con mis amigos y conocí a un montón de gente nueva de todo el mundo. Me gustó su franqueza y amistad. Intercambiamos regalos, contactos, fotos de grupo… Mi mayor experiencia fue la de la Vigilia del sábado. Ese día era mi cumpleaños y fue increíble poder celebrarlo con mi familia, amigos ¡y con el Papa! Y tuve un regalo sorpresa muy especial: durante toda la noche, estuvo con nosotros un sacerdote que trabaja en la radio cristiana de aquí, en la República Checa, a quien escucho muy a menudo porque me gusta su voz y lo que dice. Me felicitó por mi cumpleaños y me preguntó si quería hablar en directo, a través del teléfono, con los oyentes de la radio que estaban en sus casas, y decirles algo sobre lo que estaba viviendo en la JMJ. Al principio me puse nerviosa, pero fue genial. Y, al final de la Vigilia, incluso hubo fuegos artificiales. ¡Fue increíble! Aunque lo que realmente me cautivó fue el clima: llovió mucho y muy fuerte, pero una vez que el Papa nos llamó a la Adoración, la lluvia se detuvo, todo quedó en silencio y sólo se sintió una brisa agradable y cálida. Fue realmente genial y nunca lo olvidaré.

Klara Borovickova
República Checa