Estos días las calles de muchos pueblos se han llenado de desfiles de comparsas y carrozas. El carnaval lo inundaba todo. Era el momento de olvidarse de preocupaciones y de divertirse… Don Carnal y doña Cuaresma, famosos personajes de El Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, se complementan porque la vida es alegría y fiesta, pero también transcendencia y dolor. El carnaval y la Cuaresma encuentran sentido dentro de la tradición cristiana en la que nacieron.
En Miguel Esteban, como en bastantes pueblos manchegos, el carnaval de ánimas se viene celebrando desde 1751, según un documento del archivo parroquial. Dentro del ambiente social de la época, marcadamente religioso y bajo la jurisdicción de la Orden de Santiago, se difundió el piadoso ejercicio de las 40 horas, en recuerdo de las 40 horas que Jesús permanece muerto antes de la Resurrección, y el culto o devoción a las ánimas del purgatorio. Se organizaban bailes (el baile del candil) con una clara intencionalidad caritativa de recoger limosnas para poder ofrecer Misas por las ánimas del purgatorio.
Este es el origen del carnaval de Miguel Esteban, fiesta de la jota pujada, que consiste en formar un corro donde van pasando cuatro personas que pujan para bailar jotas, y baila quien pague más. Ahí realiza su función el animero, que anima a bailar para recoger el dinero que hoy es para la banda de música.
Además, en el corro del domingo, un crucifijo de metal preside la mesa donde el párroco recibe las ofrendas de las máscaras que luego se subastan. El importe recaudado se destina aún hoy a sufragar Misas por las ánimas. Existen, además, otros elementos rituales en esta fiesta que evocan aspectos relacionados con los difuntos, como es el tremolar de la bandera de España por parte de los capitanes antes de abrir el baile y comenzar con las pujas para la jota. Los revoloteos de banderas remiten a un sentido de aire o viento, asociado con las almas de los muertos.
Las costumbres y tradiciones no se explican, se viven con pasión porque nacen desde el fondo del alma, como la jota en Miguel Esteban.