Cardenal Rouco: «Ajustarse a la justicia de Dios es importantísimo para la vida del hombre» - Alfa y Omega

Cardenal Rouco: «Ajustarse a la justicia de Dios es importantísimo para la vida del hombre»

«Ajustarse a la justicia de Dios es importantísimo para la vida del hombre, para la vida de todos y cada uno de nosotros». Es «la regla de oro para que la vida resulte bien», también «para la vida en sociedad y en comunidad política». Así lo afirmó el cardenal Antonio María Rouco Varela este miércoles, en la Eucaristía de apertura del Año Judicial

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Este miércoles, el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Administrador Apostólico, Antonio María Rouco Varela, presidió en la iglesia de Santa Bárbara una solemne celebración de la Eucaristía con motivo de la apertura del Año Judicial. Y comenzó su homilía señalando que se trata de una Eucaristía «ofrecida con mucho corazón por parte nuestra», para «acompañar a los servidores del Derecho de la vida social de Madrid, de España, en los momentos en que va a comenzar un nuevo curso».

Para el cardenal, «invocar la cercanía del Espíritu Santo» es «reconocer que nuestro espíritu necesita del Espíritu de Dios para acertar en el camino de la vida y en la realización profesional del mismo; más específicamente, en el servicio a la ley y al derecho dentro de la perspectiva y del ámbito de la justicia». Añadió: «El mundo y la creación, ha dicho, son obra de la justicia de Dios: una justicia que lo abarca todo». Explicó que, en el lenguaje teológico, «se ha identificado justicia de Dios y santidad: es santo el que es justo según Dios. Y es así, porque el orden de lo creado, la razón de la creación, el logos de lo creado es de Él, y el fruto de esa acción de la sabiduría de Dios, todo lo que es el resultado de la sabiduría de Dios, sobre todo del hombre, responderá a la verdad de su ser si responde al plan de Dios y a lo que Dios piensa y ha pensado sobre la creación y sobre el hombre».

«Servidores de la justicia»

«Ajustarse, pues, a la justicia de Dios -continuó- es importantísimo para la vida del hombre, para la vida de todos y cada uno de nosotros. En la vida de todos y cada uno de nosotros hay una necesidad de ajustarse a lo que Dios quiere de cada uno de nosotros: la regla de oro para que la vida resulte bien», también «para la vida en sociedad y en comunidad política». Y es que, «cuanto más se aparta el hombre personal, cultural y socialmente del plan de Dios, el resultado, incluso terreno e histórico, es malo».

«Ser servidores de la justicia, por lo tanto de la justicia humana o del intento de convertir la justicia divina en justicia humana, es una labor que nos supera y sobrepasa si nos confiamos a nosotros mismos, si hacemos nuestros planes sólo de acuerdo con nuestros intereses, si no levantamos los ojos y oímos la palabra de Dios, que nos dice por dónde deben de ir las cosas, incluso las cosas de nuestra propia vida», aseguró. Y afirmó que «el derecho positivo, sin trasfondo de moral trascendente, aceptada y vivida, fácilmente se convierte no es un instrumento de realización de la justicia, sino de todo lo contrario».

«Seremos perseguidos»

En alusión a las lecturas proclamadas, habló de las Bienaventuranzas, y de los bienaventurados. «Cuando la vida se vive con el horizonte de las bienaventuranzas -dijo-, seremos perseguidos. La persecución acompaña a la historia del cristianismo, el mismo Cristo muere perseguido y en la Cruz. Esa historia sigue viva. Hoy seguimos recibiendo noticias de situaciones en las que los cristianos son cruelmente perseguidos en Oriente Medio, en África, y de forma más subliminal en otras zonas del mundo. Y a pesar de ello esta afirmación evangélica de la justicia y de la ley de Dios nos anima a decir: felices los que viven las Bienaventuranzas».

Concluyó pidiendo al Señor, «por intercesión de la Santísima Virgen, madre de la Sabiduría» que «nos ayude a vivir este curso nuevo del año 2014-2015 viviendo y buscando siempre el Espíritu de Dios, para que el servicio a la justicia sea un servicio en la caridad y en el amor de Cristo».