Cardenal Osoro: «No queremos nacionalcatolicismo ni tampoco un secularismo que quiere expulsar a la religión»
Ni subordinación política a la religión ni viceversa. «Creemos que las dos salen ganando si interactúan», ha dicho este miércoles por la mañana el cardenal Carlos Osoro al participar en las II Jornadas Universitarias de la Asociación de Jóvenes Investigadores en Ciencias de las Religiones, que reúne en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid a expertos académicos, representantes religiosos y miembros de los principales partidos políticos.
El arzobispo de Madrid ha participado en una mesa con exponentes del islam, la Iglesia evangélica, el budismo y el judaísmo; todos coincidieron en que no es posible restringir la presencia pública de la religión y confinarla a la vida privada, puesto que el hecho religioso comporta una comprensión de la vida que se manifiesta en todas las dimensiones. «Las confesiones religiosas son parte de la sociedad, no la sociedad. Tienen derecho a intervenir, pero como un actor más, no como si fuera el único actor», resumió Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Federación de Entidades Evangélicas de España.
Esa presencia en la vida pública y en la política, en el caso de la Iglesia, corresponde en primer lugar a los laicos y se canaliza a través de diversas opciones. El arzobispo de Madrid habló de la decisión de su predecesor, el cardenal Tarancón, de rechazar la creación de un partido católico, animando por el contrario a los seglares cristianos a la participación a través de «las opciones que crean convenientes para promover la justicia, la libertad y el bien común».
«El Estado debe ser aconfesional, la sociedad es religiosamente plural y cada vez más plural», ha añadido Osoro. El principio de «a Dios lo que es de Dios supone que el Estado haga todo lo que debe hacer, que es mucho: regular la convivencia, ser transparente, asegurar los derechos de todos, promover la igualdad… Pero solo debe hacer lo que debe hacer», respetando el principio de «subsidiariedad».
«No queremos cristiandad que confunde Iglesia y Estado, al modo del nacionalcatolicismo, ni tampoco un secularismo que pretende expulsar lo religioso de la sociedad. Esto es totalitarismo, hay que decirlo así. La tentación de cualquier Estado es la propia de cualquier lógica del poder, también del religioso», que busca ocupar espacios que no le corresponden.
Para la Iglesia, el modelo de actuación es Jesús, cuyo mensaje tiene «consecuencias políticas», pero él «evita hacer política de partido» y «rechaza el poder temporal. No se deja coronar rey, sino que es coronado con espinas».
En esa línea, el presidente de la Federación de las Comunidades Judías de España, Isaac Querub, habló del esfuerzo que ha hecho siempre el judaísmo por adaptarse a las leyes y costumbres locales, pidiendo únicamente poder vivir la propia fe en libertad.
Reclamaciones de las minorías religiosas
La renuncia a la violencia y la responsabilidad de contribuir a la convivencia pacífica fueron rasgos en los que coincidieron todos los representantes religiosos, en particular el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España, Riay Tatary, al responder a una pregunta sobre el vínculo entre el islam y el terrorismo.
Tatary puso también voz a la reclamación de las confesiones minoritarias, que si bien coinciden en calificar de satisfactorio el marco legal general, consideran que falta todavía mucho que hacer en su aplicación para garantizar derechos como el enterramiento según el propio culto o el acceso a la formación religiosa en la escuela.
Enrique Caputo, presidente de la Federación de Comunidades Budistas de España, dio voz a la creciente presencia de religiones no abrahámicas en España, y agradeció la lucha de las principales minorías a favor de la libertad religiosa en las últimas décadas.