Cardenal Chomalí: «Hay una embestida secularizadora muy fuerte y un materialismo galopante»
En un reciente viaje a España, el purpurado chileno atendió a Alfa y Omega. Durante la entrevista, el también arzobispo de Santiago de Chile, reflexionó sobre los desafíos, como «la pobreza» o la cuestión de los países que han perdido la democracia», que «la Iglesia tiene que afrontar»
¿Su reciente creación como cardenal es un reconocimiento a la Iglesia de Chile por su resolución de la crisis de abusos hace unos años?
El Comité Permanente de la conferencia episcopal, al cual pertenezco, tuvo hace unos meses una reunión muy interesante con el Santo Padre sobre la situación de la Iglesia en el país y lo acontecido; y encuentros en los dicasterios para los Obispos y para la Doctrina de la Fe. Se ha valorado positivamente que la Iglesia ha hecho mucho para terminar con los abusos con medidas administrativas y pastorales y para avanzar en los procesos de sacerdotes acusados. Además, se ha dado un cambio importante en los obispos: prácticamente un tercio son jóvenes, con otra mirada. Nosotros mismos hemos hecho una reflexión profunda sobre que no hay espacio en la Iglesia para los abusos y también que debemos mantenernos con el espíritu muy alto para seguir con la misión evangelizadora.
¿Qué espera aportar como cardenal a la Iglesia universal?
En su momento, el Papa me nombró miembro de la Pontificia Comisión para América Latina. Hay desafíos que la Iglesia tiene que afrontar: la pobreza, que nos sigue doliendo; la migración, un fenómeno nuevo que ha tomado la agenda en toda la región; también la cuestión de los países que han perdido la democracia o donde hay persecución contra la Iglesia, y por último cómo promover la evangelización. Se ve un deterioro de los procesos evangelizadores que nos obliga a repensarlos. Sobre todo, en lo relativo a los jóvenes. Hay una embestida secularizadora muy fuerte y un materialismo galopante.
El Gobierno chileno se ha mostrado muy crítico con Venezuela y Nicaragua. ¿Son importantes estos mensajes de políticos de izquierdas?
Reconoce que son dictaduras donde se violan los derechos humanos. Además, en Chile tenemos un grupo importante de venezolanos que sufren por lo que está viviendo su país y el Ejecutivo ha optado por acompañarlos. Fortalecer las democracias es un desafío para América Latina como sociedad.
La gestión de esas entradas no ha estado exenta de tensiones como las críticas a las deportaciones en avión. ¿Cómo es la situación actual?
Ahora llegan menos. La Iglesia ha prestado un gran servicio con redes para apoyarlos y ha dado ejemplo. Es un deber de justicia y evangélico que tengan resguardados todos sus derechos. La institucionalidad no estaba preparada para hacer frente a una llegada tan numerosa pero se está haciendo un esfuerzo grande. En lo personal, ha sido muy doloroso comprobar que hay focos de xenofobia que no ayudan a la integración de personas que comparten el idioma, la fe y la misma suerte de América Latina.
Los últimos meses han estado marcados por la inseguridad.
Es la primera preocupación de los chilenos. Hay un problema fuerte. La cuestión es que muchos asocian delincuencia con inmigración y nosotros lo negamos absolutamente. No hay una relación directa. Tenemos que hacer un discernimiento más profundo sobre los cambios sociales que se están produciendo. No se reguló en absoluto quién entraba por las fronteras, por lo que en Chile hay muchas personas que no sabemos quiénes son. Sin embargo, eso no puede opacar a los miles de migrantes que prestan un gran servicio en Chile ni estigmatizarlos.
El Gobierno de Boric quería despedirse legalizando el aborto y acelerando la tramitación de la ley de eutanasia, ahora en el Senado. ¿Ve probable que salgan adelante?
El proyecto del aborto se retrasó, cosa muy positiva. En este momento no hay votos para aprobar una ley tan terrible. El tema de la eutanasia está en conversaciones. Desde la Iglesia hemos tratado de aclarar un profundo error de terminología. Muchos piensan que queremos que la gente sufra, cosa que no es cierta. Lo que plantemos es que una medicina a escala humana si no puede sanar, cuida y consuela; pero bajo ningún punto de vista realiza una acción positiva que termine directamente con la vida. Ha costado hacer creer que también estamos en contra del encarnizamiento terapéutico. Es difícil que reflexiones de este tipo entren frente a una ideología donde la libertad sería el valor absoluto. Aunque yo cuestiono que una persona gravemente enferma tenga esa libertad.
Hace un año presentó aquí su documental Miércoles 15:30. Memorias de una ausencia, sobre los desaparecidos durante la dictadura de Pinochet. ¿Ha funcionado el Plan Nacional de Búsqueda, Verdad y Justicia lanzado unos meses antes?
La Iglesia está colaborando con fuerza a través de la Pontificia Universidad Católica. Pero desgraciadamente aún no se han visto los frutos esperados. Hay personas que, sabiendo cosas que podrían ayudar a encontrar a desaparecidos, no las han revelado. Desconozco las razones, pero es bien triste que haya personas que todavía buscan a sus familiares. No me refiero a las instituciones, pues las Fuerzas Armadas han cambiado mucho; sino a los directamente implicados. Pero es algo que yo creo, no tengo evidencias.