Camisas de fuerza: ¿quién ha dicho que estemos locos? - Alfa y Omega

Camisas de fuerza, primera producción de Tres balas producciones —fundada este 2014 junto al productor Juan Antonio Molina— está dirigida por Manuel Gancedo con personalidad y determinación, y consigue hacer bastante válido el discurso escrito por el actor y dramaturgo Nacho del Valle hasta conseguir un resultado satisfactorio en clave de comedia. El reparto se completa con el otro solvente intérprete, Noé Denia.

La historia se ambienta en una habitación de un hospital de salud mental indefinido. En ella, dos hombres se cuestionan las razones que los llevaron a estar allí confinados. Para ello se lanzan reproches permanentes —algunos con muy buen acabado dramático— puesto que no tienen la misma visión del mundo ni dentro ni fuera de la celda. En realidad se necesitan, se complementan. Pero pronto sucederá algo en sus vidas que romperá la monotonía del encierro y les dará la oportunidad de elegir un camino nuevo. Comparte, en este sentido, trazas argumentales con el filme Matrix, es decir, asomarse a ese mundo imaginario sobre la libertad o la predestinación.

Camisas de fuerza no es exactamente una comedia al uso. Es una comedia en cuanto a que contiene elementos de comedia que a la vez suscitan o pueden suscitar en el espectador reflexiones antes no contempladas. La sala donde se representa, el Off de la Latina, ofrece unas características muy concretas en el concepto nuevo de sala alternativa, de modo que, en este caso, los dos únicos actores del espectáculo son los que llevan el peso de la comedia dramática, una definición más aproximada sobre la obra. Unas interpretaciones de lujo, por cierto, de gran capacidad actoral y gestual, que son otra muestra más de la buena cosecha de actores del teatro español.

Como se puede medir analizando el intertexto, la enjundia se divide en varias partes, siguiendo el modelo tradicional de presentación, nudo y desenlace. Si bien las dos primeras partes están muy bien armadas, y ponderadas en su desarrollo y tempo dramático, el desenlace se precipita. No obstante, la potencia dramática de Camisas de fuerza reside también en su argumento, es más, se confirma de nuevo que un buen libreto da paso a una gran obra de teatro si cuenta con los actores acertados.

En cuanto a la puesta en escena, la escenografía es muy minimalista, no necesita más añadidos para no desenfocar la mirada sobre el conflicto; tan sólo el vestuario blanco de sus protagonistas y una cama practicable son suficientes para destapar las verdades y miserias de estos presuntos enfermos que han debido hacer algo gordo para estar solos en la zona de aislamiento del hospital. Por las declaraciones de los mismos, avanzamos en las personalidades de ambos. Uno de ellos resulta más flemático, sensato o razonable en cuanto a que busca las explicaciones a todo. El otro es más alocado y aparentemente más irreflexivo, y ambos se mueven por el escenario como cualquier don les permita, realizan acciones interpretativas muy buenas, arriesgadas y originales, bastante bien coreografiadas.

Al final, la obra sí produce respuestas. A menudo no ocurre, a menudo se deja que el espectador complete la obra de teatro y en este caso no se queda en una propuesta de unos enfermos en una celda que comparten sus avatares. Pesa, eso sí, el carácter y la crítica habitual y sobada a la política de los tiempos actuales, a la Iglesia y otros elementos consustanciales que desnaturalizan el propósito definitivo del espectáculo. No obstante, no es una obra de teatro que se ría de los presos locos ni quiera intentar sentar cátedra sobre la actividad de los locos en las celdas de reclusión de los psiquiátricos. Está bien escrita, emplea un lenguaje coloquial, la estructura dramática ata todos los cabos, no deja ningún asunto por resolver y lanza una mirada optimista sobre cómo dar salida a los problemas, que no difieren mucho del resto de los mortales, aunque no estemos encerrados en un hospital psiquiátrico. Por eso no creemos que estén tan locos como se les presenta en esta obra.

Podríamos concluir, pues, que Camisas de fuerza muestra lo difícil que es separar la locura de la cordura en una arriesgada propuesta visual del teatro de cerca, convertida en comedia, que puede sorprender al público por su cercanía y fluidez del relato gracias a un montaje muy ágil que hace que los 75 minutos de desarrollo pasen sin darse uno cuenta.

Camisas de fuerza

★★★☆☆

Teatro:

Off de La Latina

Dirección:

Calle Mancebos, 4

Metro:

La Latina

OBRA FINALIZADA