«Cambiar el mundo, aunque sea poco a poco»
Un miembro del Opus Dei, un jesuita y una budista luchan juntos contra la prostitución infantil en Tailandia. En total ya han conseguido casi un millón de euros en donativos, es decir, han conseguido salvar, ofreciéndoles una educación, a más de mil niñas de la prostitución. En la ONG Somos Uno todos tienen claro que «para hacer el bien no hace falta pertenecer a la misma religión»
Un miembro del Opus Dei, José Luis Olaizola; un jesuita, el padre Alfonso de Juan; y una budista, Rasami Krisanamis, colaboran juntos en el proyecto Somos Uno, una ONG que trata de escolarizar a niñas tailandeses en peligro de exclusión.
La ONG, fundada por el escritor Olaizola, tuvo su germen en una carta. Rasami escribió a Olaizola para pedirle permiso para traducir al tailandés uno de sus libros, Cucho. «Me decía que no podía pagarme derechos de autor ya que lo dedicaría a actividades sin ánimo de lucro», asegura José Luis en el vídeo publicado por la Oficina de Prensa del Opus Dei.
Poco tiempo después, el escritor recibió un ejemplar de su libro traducido al tailandés y unas cuantas fotos en las que aparecía una modesta escuela y un huerto, que según Rasami, se habían construido gracias a los derechos de autor del libro. «A partir de ese momento, le fui cediendo derechos de autor de otros libros, y Rasami me fue dando cuenta puntual de lo que hacía con ellos: desde construir pequeñas edificaciones para profesores, estanques de riego, incluso un modesto pantano para atender las necesidades de una escuela, o una fábrica para el cultivo de una especie de hongos muy estimados en Tailandia, o la compra de bicicletas para que las niñas rurales puedan asistir a las escuelas distantes de su domicilio», asegura.
Un año después del primer contacto, Rasami, profesora de español en la Universidad de Chulalonghorn, en Bangkok (Tailandia), viajó a España para no perder el idioma. Aprovechando el viaje se encontró con Olaizola y le invitó a visitar Tailandia para impartir unas conferencias. Fue entonces cuando «pude conocer a la persona que más influiría en mi futuro y en el de mi familia: el padre Alfonso de Juan, con el que Rasami colabora estrechamente porque, dice, para hacer el bien no hace falta pertenecer a la misma religión», explica Olaizola.
José Luis se quedó anonadado ante la encomiable lucha del padre Alfonso de Juan: 40 años de lucha contra la prostitución infantil en Tailandia. Pero lo que realmente espoleó el ánimo del escritor fue cuando el jesuita «me expresaba su satisfacción porque acababa de obtener de una azafata de Iberia un donativo para becar a una niña. No pude por menos de mostrarme escéptico: ¿qué significaba eso ante un drama tan generalizado? La respuesta de padre Alfonso fue terminante: Por lo menos, una. Y esa frase se convirtió en la clave de la posterior actuación de mi familia».
Ya de vuelta en España a José Luis le surgió, por su trabajo de escritor y conferenciante, la oportunidad de difundir la labor del padre Alfonso. Los donativos empezaron a llegar y fue entonces cuando fundó, junto a su familia, Somos Uno, una organización sin ánimo de lucro destinada a la recaudación de fondos para el programa de becas del padre Alfonso. En total, casi un millón de euros han sido donados al programa de becas, que ha conseguido salvar de la prostitución a un millar de niñas.
«El que una niña de los arrozales de Camboya, o de Tailandia, lo más ínfimo de la sociedad tailandesa, carne de prostíbulo, entre en la Universidad es, como dice padre Alfonso, cambiar el mundo, aunque sea poco a poco», concluye Olaizola.