Una niña desde Ucrania: «No sabría qué hacer sin el cole en la guerra»

Una niña desde Ucrania: «No sabría qué hacer sin el cole en la guerra»

Educo e instituciones públicas nacionales e internacionales subrayan su compromiso con que los niños puedan seguir yendo a la escuela durante las emergencias humanitarias

María Martínez López
Educación en emergencias Educo
Escuela dañada por bombardeos rusos, en Avdiivka (Donetsk, Ucrania) en noviembre de 2022. Foto: Reuters / Oleksandr Ratushniak.

Oscuridad, frío, sirenas antiaéreas. O bien el miedo a oír de repente el ruido de cristales rotos y que unos hombres armados irrumpan en tu colegio. Cuando la vida de los niños está rodeada de violencia, o cuando un terremoto o una inundación devastan sus pueblos y ciudades, madrugar cada mañana para estudiar deja de ser un incordio y puede incluso convertirse en un salvavidas. «Sin el cole no sabría qué hacer», confesó a los representantes de la ONG Educo una niña ucraniana durante una reciente visita a uno de los proyectos que financia en el país.

Y, sin embargo, actualmente 222 millones de niños han visto interrumpida su educación por guerras y desastres naturales. Se trata en muchos casos de crisis que se prolongan en el tiempo y se enlazan unas con otras hasta durar una media de nueve años, más que el período de escolarización básica. «En varios lugares del mundo los niños están creciendo rodeados de crisis y sin ir al colegio durante toda su edad escolar. Estamos perdiendo a una generación», ha lamentado este jueves Kamila Partyka, de la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la UE.

Partyka ha intervenido de forma virtual en la presentación del informe Educación en emergencias: el derecho urgente, de Educo. Un acto en el que tanto las entidades sociales del ámbito educativo como instituciones públicas nacionales e internacionales han escenificado su deseo de dar un mayor protagonismo a la educación en emergencias dentro del campo de la labor humanitaria.

Sí salva vidas

Partyka ha explicado que la educación no ha sido hasta ahora una prioridad en la respuesta a emergencias humanitarias porque «se percibe que no es un sector que salve vidas, lo cual está muy equivocado». Mikel Egibar, de la red Internacional para la Educación en Situaciones de Emergencia de España, ha coincidido en que en esos casos se pone el foco en «la respuesta a las necesidades inmediatas», como protección, alimentación, agua y saneamientos, sanidad e higiene. Y existe una «concepción restringida» de la educación que «valora mucho su efecto a largo plazo pero poco a corto plazo».

La escuela no es solo un lugar donde se aprenden contenidos teóricos. Beatriz Sierra, de la Oficina de Acción Humanitaria de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), ha explicado que «impacta en la seguridad alimentaria de los niños. Los comedores escolares son fundamentales para que muchos tengan una dieta calórica mínima», y son un incentivo para que los padres apuesten por que sus hijos vayan al colegio. Lo mismo ocurre con la salud: el colegio es el lugar idóneo para enseñar a los niños rutinas de higiene y prevención. «Podemos implementar campañas de vacunación».

Por otro lado, ha añadido Egibar, es un entorno «protector, de socialización, que combate el estrés, establece rutinas y es fundamental para preservar la salud mental». Para ello, no es necesario que sea un espacio físico: unas clases virtuales bien desarrolladas también pueden cumplir esta función. La escolarización es, por otro lado, clave para prevenir el reclutamiento de niños, el trabajo infantil, y los matrimonios y embarazos precoces en las niñas. No en vano «después de la COVID-19 hemos visto un marcado crecimiento» de estos dos últimos fenómenos, ha recordado Partyka.

Estos beneficios no repercuten solo en cada niño en particular sino en sus comunidades, que tienen en la escuela un elemento de «normalidad» y un recurso colectivo para «lidiar con sus traumas y su estrés». «Cada semana o mes que un niño está fuera del colegio tiene un impacto en él y hace que se desconecte más de la educación».

El impulso de España

Por ello, la institución al cargo de la ayuda humanitaria en la UE se ha marcado como objetivo que cuando estalla una crisis sea «una prioridad desde el principio» que los niños puedan volver a recibir educación en tres meses. No será fácil. Según el informe de Educo, en los últimos años las necesidades de financiación para educación en emergencias se han multiplicado por seis, pero las aportaciones solo por cuatro. Por ello, en 2022 apenas se cubrió el 26,6 % de las mismas. Esta financiación solo ha supuesto el 2,8 % del total de la ayuda humanitaria, muy lejos del 10 % que piden los miembros de la Campaña Mundial por la Educación. Esto se traduce en que de los menores que necesitan ayuda humanitaria, el 40 % no la recibe en lo que a educación se refiere.

Ello, a pesar del esfuerzo de la UE, que es el principal donante y cuyas instituciones sí están cerca de dedicar a educación en emergencias uno de cada diez euros de ayuda humanitaria. También España ha realizado «una apuesta bien clara» por esta necesidad desde 2020, duplicando la ayuda a este ámbito respecto a 2018. Además, «es de los pocos países de la OCDE que ha empezado a explicitar esta partida» en sus presupuestos de ayuda humanitaria, ha aplaudido Paula San Pedro, coordinadora del área de Influencia de Educo y autora del informe.

Muestra de ello es la labor de AECID. Aunque «la educación ha sido siempre una prioridad» en la cooperación al desarrollo, «es verdad que en la acción humanitaria quedaba un poco invisibilizada», ha reconocido la directora de la Oficina de Acción Humanitaria, Cristina Gutiérrez. Sin embargo, ha ido ganando espacio. «En seis años hemos pasado de un presupuesto de menos de un millón de euros, un 1,7 % del presupuesto de 2017, a casi ocho millones en 2022, más del 8 %» y por lo tanto bastante cerca del objetivo del 10 %.

No solo dinero

«Queremos consolidar este trabajo aprovechando la Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global», aprobada en febrero, y también la presidencia española de la Unión Europea, en el segundo semestre del año, ha apuntado Gutiérrez. A ello se suma una contribución importante de comunidades autónomas como Valencia, el País Vasco y Cataluña, e incluso de ciudades como Palma de Mallorca o Bilbao. «Es el momento de aprovechar esta inercia y poner» la financiación y promoción de la educación en emergencias en la agenda, ha subrayado Pilar Orenes, directora general de Educo.

Pero no todo es financiación. Los distintos ponentes han incidido también en la importancia de dar peso a esta cuestión en el ámbito político y legislativo, como el apoyo a la Declaración sobre Escuelas Seguras, que busca combatir los ataques contra centros educativos. Y la representante de la UE advirtió asimismo de que aunque se priorice la educación en la respuesta humanitaria «a veces vemos que en el lado receptor no hay capacidad» de beneficiarse del todo de ello, por falta de socios locales o por limitaciones operativas. Por ello, no solo hay que dar más financiación sino también bien organizada, de forma que ayude a fomentar la capacidad de los socios locales. Mantener la educación es «una inversión que requiere tiempo».

El acto ha contado también con la participación de Yasmine Sherif, directora ejecutiva del fondo global de la ONU Education Cannot Wait (la educación no puede esperar); del presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, Pau Mari Klose, y de representantes de la Federación Española de Municipios y Provincias.