Benedicto XVI, en el Líbano. «Un signo de fraternidad, de ánimo y de solidaridad» - Alfa y Omega

Benedicto XVI, en el Líbano. «Un signo de fraternidad, de ánimo y de solidaridad»

Mientras el mundo quedaba sobrecogido, este fin de semana, por la oleada de protestas violentas contra Occidente en el mundo musulmán, Benedicto XVI llegaba a Oriente Medio para predicar el amor y respeto entre los creyentes de distintas religiones, y la libertad religiosa, en contra de todo fanatismo. El Papa ha viajado al Líbano muy especialmente para infundir esperanza a las comunidades cristianas de la región, a menudo discriminadas o incluso perseguidas. El Papa no se ha limitado a llevarles consuelo, sino que ha pedido a los cristianos que sean levadura en la masa de sus sociedades, en su mayoría, islámicas. A condición, claro está, de que la violencia no acabe expulsándoles de esa región en la que vivió Jesús…

Jesús Colina. Roma
Un momento de la celebración de la Eucaristía, el pasado domingo, en Beirut.

Han sido 60 horas agotadoras para el Papa, con once intervenciones importantes, además de la Exhortación apostólica postsinodal, en las que ha mantenido encuentros multitudinarios en los que han participado no sólo cristianos, sino también muchos musulmanes. Basta pensar que el Líbano tiene cuatro millones de habitantes, y que en la Misa culminante del domingo había 350.000 personas, casi un 10 por ciento de la población total, en un país con alrededor de un 60 % de población real musulmana. Estos días ha habido también en el Líbano una presencia significativa de católicos venidos de Irak o Siria para ver al Papa.

La situación previa era tensa. De hecho, el viaje de Benedicto XVI ha sido el bálsamo regenerador que ha permitido apaciguar la violencia provocada por una película realizada por un egipcio, residente en Estados Unidos, que ofendía a los musulmanes. En estas circunstancias, «la acogida ofrecida al Papa demostraba el deseo por parte de todos de recibir este mensaje de paz y estima, de aliento por parte del Papa», decía, en su balance, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede.

Jóvenes musulmanes y cristianos, con el Papa

El momento más emocionante de la visita del Papa tuvo lugar el sábado, cuando se reunió con más de 25 mil jóvenes, entre ellos muchos musulmanes, algunos procedentes de diferentes países de Oriente Medio. En la plaza contigua al Patriarcado Maronita de Bkerké, y en un ambiente sumamente festivo, el Papa se dirigió en particular a los chicos y chicas musulmanes que le escuchaban con estas palabras: «Vosotros sois, con los jóvenes cristianos, el futuro de este maravilloso país y de todo el Oriente Medio. Buscad construirlo juntos. Y, cuando seáis adultos, continuad viviendo en unidad con los cristianos; porque la belleza del Líbano se encuentra en esta bella simbiosis».

Entre los jóvenes se encontraba un grupo de jóvenes iraquíes, junto a su arzobispo, monseñor Louis Sako, quien explicó: «Tenemos que hacer algo por estos jóvenes. En Irak la situación es difícil: se da un éxodo continuo, pues la gente está cansada, no tiene confianza, no ve cambios concretos». Había también muchos jóvenes procedentes de Egipto. Alain, uno de ellos, dijo en declaraciones que fueron transmitidas por Radio Vaticano: «Hemos venido para testimoniar verdaderamente a todo el mundo, a todo Oriente Medio, que somos discípulos de Jesucristo».

Muchos medios de comunicación habían especulado, en la víspera, con la posibilidad de que el Papa cancelara el viaje ante los actos de violencia que estallaban en los países musulmanes y la gravedad de la guerra civil en Siria. En el avión que le llevó de Roma a Beirut, el propio Benedicto XVI explicó a los periodistas: «Nunca he contemplado esa posibilidad, porque sé que cuando la situación se hace más difícil, más necesario es ofrecer este signo de fraternidad, de ánimo y de solidaridad».

Con la inmediatez que ofrece una rueda de prensa, en ese mismo avión, el Papa dejó muy claro el objetivo central de su viaje: «Invitar al diálogo, invitar a la paz contra la violencia, caminar juntos para encontrar la solución a los problemas». Antes de tomar ese avión, Benedicto XVI había pedido que la Santa Sede publicara una Nota en la que se condena las ofensas contra los creyentes musulmanes; además, el Papa ha lanzado una condena contra la violencia ejercida en nombre de la fe: «El fundamentalismo es siempre una falsificación de la religión —dijo también el Papa—. Va en contra de la esencia de la religión, que quiere reconciliar y crear la paz de Dios en el mundo». Por lo tanto, siguió diciendo, «la tarea de la Iglesia y de las religiones es purificarse; una alta purificación de estas tentaciones por parte de la religión es siempre necesaria. Es tarea nuestra iluminar y purificar las conciencias y mostrar claramente que cada hombre es imagen de Dios».

Derechos humanos y libertad religiosa

La reflexión de Benedicto XVI sobre el fundamentalismo, y sus llamamientos al respeto a la libertad religiosa han sido los aspectos más destacados por los medios de comunicación de Oriente Medio sobre este viaje. En el encuentro con representantes políticos, diplomáticos y de las diferentes religiones del Líbano, dijo el Papa: «No es raro ver en la misma familia las dos religiones. Si en una misma familia es posible, ¿por qué no lo puede ser con respecto al conjunto de la sociedad?». Y añadió: «Una sociedad plural sólo existe con el respeto recíproco, con el deseo de conocer al otro y del diálogo continuo. Este diálogo entre los hombres es posible únicamente siendo conscientes de que existen valores comunes a todas las grandes culturas, porque están enraizadas en la naturaleza de la persona humana». El Papa se estaba refiriendo a la ley natural como lugar de encuentro para todos los hombres, ya que —dijo— «estos valores, que están como subyacentes, manifiestan los rasgos auténticos y característicos de la humanidad. Pertenecen a los derechos de todo ser humano».

Un grupo de niños se manifiesta en Kabul (Afganistán) en contra de la película que ofende a los musulmanes.

Son mensajes que, a menudo, el Papa ha lanzado ya con anterioridad varias veces a lo largo de su pontificado, pero que han cobrado una nueva dimensión por el contexto en que han sido pronunciados. «No olvidemos que la libertad religiosa es el derecho fundamental del que dependen muchos otros. Profesar y vivir libremente la propia religión, sin poner en peligro su vida y su libertad, ha de ser posible para cualquiera», explicó en ese encuentro en el que participaban también los líderes religiosos islámicos.

Siria explosiva

La guerra civil en Siria, el gran hermano del Líbano, era el otro gran motivo de preocupación de esta visita. Benedicto XVI ha logrado dejar clara con nitidez la posición de la Iglesia. Una posición, ante todo, que no es ni quiere ser política. «¿Qué podemos hacer contra la guerra?», se preguntó, durante el encuentro con la prensa en el avión. «Digamos, naturalmente, que difundir siempre el mensaje de la paz, evidenciar que la violencia no resuelve nunca un problema y reforzar las fuerzas de paz. Importante aquí es el trabajo de los periodistas, que pueden ayudar mucho para mostrar cómo la violencia destruye, no construye, no es útil a nadie». Y, sin entrar en política, afirmó que «debe finalmente cesar la importación de armas, porque sin importación de armas la guerra no podría continuar. En lugar de importar armas, que es un pecado grave, deberíamos importar ideas de paz y creatividad, y encontrar soluciones para aceptar a cada uno en su alteridad».

Similar advertencia lanzó el domingo, al término de la misa conclusiva del viaje, cuando denunció el «ruido de las armas», así como el «grito de las viudas y de los huérfanos».

Vista general de la Eucaristía celebrada en Beirut.

«¿Por qué tanto horror? ¿Por qué tanta muerte?», se preguntó el Santo Padre. «Apelo a la comunidad internacional. Apelo a los países árabes de modo que, como hermanos, propongan soluciones viables que respeten la dignidad de toda persona humana, sus derechos y su religión», afirmó el Papa. A estas palabras, Benedicto XVI añadió otras, que apuntan a las raíces del problema: «Quien quiere construir la paz debe dejar de ver en el otro un mal que debe eliminar. No es fácil ver en el otro una persona que se debe respetar y amar, y sin embargo es necesario, si se quiere construir la paz, si se quiere la fraternidad».

La plegaria conclusiva del Papa en la región fue «que Dios conceda a vuestro país, a Siria y a Oriente Medio el don de la paz de los corazones, el silencio de las armas y el cese de toda violencia: que los hombres entiendan que todos son hermanos».

Testimonio de los cristianos en Oriente Medio

El motivo por el que el Papa había emprendido este viaje al Líbano era la publicación de la Exhortación apostólica que recoge las conclusiones del Sínodo de Obispos de Oriente Medio, que se celebró en Roma, en octubre de 2010, en el Vaticano.

Obviamente, la primera preocupación de aquel Sínodo, recogida por la Exhortación, es la supervivencia de los propios cristianos en Oriente Medio después de dos mil años de presencia ininterrumpida. «El peligro de que los cristianos se alejen y pierdan su presencia en estas tierras es grande, y nosotros debemos hacer lo posible por ayudarles a permanecer allí», dijo el Papa durante la rueda de prensa. «La ayuda esencial sería el cese de la guerra, de la violencia, que crea la huida», añadió.

El Papa, en la prensa libanesa: «Un signo de amor a toda esta región»

La prensa libanesa ha quedado prendada por las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en su tierra. L’Orient-Le Jour, el diario francófono más difundido en el país, abría con este título de portada al concluir la visita del Papa: El hombre de paz ha hablado. Benedicto XVI subyuga por la claridad de su pensamiento.

El periódico deja espacio a la reacción de líderes musulmanes del país, como el muftí de la República, que, en un mensaje dirigido al Papa al concluir su viaje apostólico, afirmaba: «Nuestras relaciones privilegiadas son nuestro mensaje al mundo». Por su parte, Hussein Hajj Hassan, exponente de Hizbulá y ministro de Agricultura, ha añadido que «el Líbano es un remanso de diálogo», no sólo para el mundo islámico cristiano, sino también para el diálogo entre las Iglesias y el diálogo entre chiíes y suníes.

El Daily Star, diario en inglés de circulación en todo Oriente Medio, y el de mayor tirada en el Líbano, afirmaba en su editorial: «La visita del Papa Benedicto XVI sólo puede ser saludada como un éxito». Y añadía: «El Papa ha ignorado todas las advertencias, incluso de super-poderes, para cancelar su visita, dada la actual inestabilidad en la región y en el mismo Líbano».

«Ha sido un signo de amor del Papa a toda esta región en general y a su comunidad cristiana», subraya este diario. Y continúa: «Esto debe llevar a que los libaneses escuchen las palabras que él ha dejado mientras estaba aquí, y que reconozcan y respeten su sabiduría, a la que han respondido positivamente todas las facciones políticas del Líbano».

En Siria, la cobertura del viaje papal ha sido muy diferente. Los llamamientos del Santo Padre a acabar con la violencia y el tráfico de armas han sido presentados simple y llanamente por la agencia gubernamental SANA como una condena de la rebelión.

Es verdad que el documento sinodal hace un llamamiento a los católicos «a permanecer en su país y a no vender sus bienes», pero, como reconoció el mismo Papa, para ello es preciso también la ayuda externa. «La primera acción es hacer todo lo posible para que termine la violencia y se cree realmente una posibilidad para permanecer juntos también en el futuro», aclaró.

En la homilía de la misa culminante, sus palabras provocaron auténtica conmoción entre los cristianos que le escuchaban, como nunca había sucedido en un viaje de Benedicto XVI: «Queridos hermanos y hermanas que sufrís en el cuerpo o en el corazón, vuestro dolor no es inútil. Cristo servidor está cercano a todos los que sufren. Él está a vuestro lado. Que os encontréis en vuestro camino con hermanos y hermanas que manifiesten concretamente su presencia amorosa, que no os abandonará. Que Cristo os colme de esperanza».

Primavera árabe

¿Puede la primera árabe ayudar a mejorar la situación de los cristianos? El comentario más habitual es que lo sucedido apunta justo en la dirección contraria, y que los primeros anhelos de libertad han dado paso a un auge del islamismo político, y a una discriminación aún mayor contra los cristianos. Al referirse a esta primavera árabe, sin embargo, el Papa prefirió destacar, en el avión, que el fenómeno muestra «un deseo de mayor democracia, mayor libertad, de mayor cooperación, de una renovada identidad árabe. Y este grito de libertad, que viene de una juventud más formada cultural y profesionalmente, que desea mayor participación en la vida política, en la vida social, es un progreso, algo muy positivo y acogido también por nosotros los cristianos». Ahora bien, «debemos hacer todo lo posible para que el concepto de libertad, el deseo de libertad, vaya en la dirección justa, para que no olvide la tolerancia, el conjunto, la reconciliación, como partes fundamentales de la libertad». Por eso —afirmó—, la primavera debe llevar a una «renovada identidad árabe», que implica «la renovación de la unidad secular y milenaria de cristianos y árabes, que precisamente juntos, en la tolerancia entre mayorías y minorías, han construido estas tierras y sólo pueden vivir juntos».

Un joven iraquí escucha las palabras del Papa durante la Eucaristía celebrada en Beirut.
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