Bellezas y amenazas del «pulmón del mundo»
Inmortalizar «lo que todavía existe» es el objetivo de esta muestra de Sebastião Salgado, que trae a Madrid la majestuosidad amazónica
En las profundidades de la vasta selva tropical del Amazonas, donde el tiempo se entrelaza con la eternidad y se esconden los secretos naturales mejor guardados de la Tierra, comenzó el viaje del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Siete años de expedición por tierra, mar y aire. El resultado lo plasma en su obra cumbre. La mezcla de imágenes, acompañada por la música de Jean-Michel Jarre, hacen que la exposición sea como explorar el «pulmón del mundo», como se denomina a esta maravilla de la naturaleza. La exuberancia de sus paisajes y el bucólico estilo de vida de sus tribus se muestran imponentes en las más de 200 fotografías en blanco y negro que acoge hasta enero el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa. La exposición se encuentra ahora en plena plaza de Colón, en Madrid. A sus espaldas lleva más de 1,4 millones de visitas entre Roma, París, Londres o Río de Janeiro, entre otras ciudades. Un trabajo pulido al milímetro, fruto de la pasión y la defensa del medioambiente que comparten Salgado y su mujer, Lélia Wanick. «Aspiramos a resaltar la majestuosidad de la naturaleza y la noble sencillez de la población indígena», recoge una carta escrita por la ecologista brasileña.
Este territorio se extiende por nueve países de Iberoamérica. Cerca del 60 % de la selva tropical, la mayor del mundo, se ubica en suelo brasileño. Cuando los portugueses desembarcaron en esta zona en el siglo XVI, vivían cerca de cinco millones de personas. En la actualidad, no superan las 370.000 habitantes. No obstante, la diversidad y cultura de su gente sigue conservándose, con 188 grupos indígenas y 150 idiomas diferentes.
La Amazonia es un ecosistema único. Actúa como una fuente vital de oxígeno, ayuda a regular el clima global y es hogar de cientos de comunidades. Además, tiene un gran potencial para la investigación científica y el descubrimiento de nuevas especies y medicinas. Pero también sufre la amenaza de miles de explotaciones agrícolas que cada vez amplían más su superficie, sin dejar lugar a una futura reforestación. Asimismo, la minería ilegal se presenta como otra de las actividades más dañinas.
Una de las particularidades de este pulmón es que es el único en el mundo donde el sistema de humedad del aire no depende de la evaporación de los océanos. Cada árbol actúa como un aireador que inyecta cientos de litros de agua al día a la atmósfera, creando ríos voladores. Incluso más voluminosos que el propio Amazonas. Un árbol puede extraer agua de hasta 60 metros de profundidad y liberar 1.000 litros al día. Este fenómeno influye en los patrones climáticos de todo el mundo y, a su vez, es vulnerable a los efectos de la deforestación y del calentamiento global. La temperatura del suelo de la cuenca del Amazonas ya ha subido 1,5 °C y aumentará 2 ºC más si las tendencias actuales persisten. De la misma manera, se teme una disminución del 10 % al 20 % de las precipitaciones anuales, según recoge el Instituto ISA.
«Estas imágenes son un testimonio de lo que todavía existe, antes de que desaparezca aún más. Para que la vida y la naturaleza superen el exterminio y la destrucción, es un deber de los seres humanos de todo el planeta participar en su protección», apunta Salgado. Las miradas de los indígenas, desde niños hasta ancianos, parecen querer decir algo. Sus ojos son la lengua con la que Salgado pretende contar su obra. La diversidad y esencia de los yawanawá, los suruwahá, los yanomami… están recogidas en tres espacios repartidos por la exposición que representan las cabañas de los habitantes de la selva. «Dentro de ellas se puede apreciar que el peso político y social del Amazonas reside en estas comunidades», señala Salgado en la exposición. La conservación de las tradiciones de las tribus se debe, en gran parte, a la impenetrabilidad de la selva y a la convicción de los indígenas en sus valores.