Baréin: un oasis espiritual en el Golfo
Es el décimo país de mayoría musulmana que visita el Papa Francisco. Este viaje cuenta con una fuerte dimensión interreligiosa, que planta sus raíces en el Documento sobre la fraternidad humana de Abu Dabi
El Papa viaja este jueves a Baréin. El pequeño archipiélago formado por una treintena de islas fue la primera monarquía del Golfo en la que prendió la llama de las primaveras árabes. Hoy esas ansias de libertad —que chocaron con la dureza de la represión— son solo un recuerdo borroso. Los defensores de derechos humanos han sido silenciados o forzados al exilio, y las manifestaciones están oficialmente prohibidas. Con todo, en este país minúsculo, el tercero más pequeño de Asia, la tolerancia religiosa es una tradición arraigada. Lo demuestra el hecho de que el primer templo de culto católico en toda la región del Golfo —la iglesia del Sagrado Corazón situada en la capital, Manama— fue construido en 1939 en un terreno donado por el entonces emir del país, Salman bin Hamad Al Khalifa. El administrador del Vicariato Apostólico del Norte de Arabia, Paul Hinder, destacó en declaraciones antes del viaje que el Papa llevará un mensaje de agradecimiento a las autoridades «por dar a los cristianos un espacio de libertad de expresión para practicar su fe». «Tradicionalmente, Baréin ha sido muy abierto», constató.
Como ocurre en toda la península arábiga, gran parte de los 80.000 católicos —una minoría en un país de 1,5 millones de habitantes— son inmigrantes provenientes de India y de Filipinas, a menudo marginados y víctimas de la discriminación. Sin embargo, también hay población cristiana autóctona, algo muy raro en los países del Golfo. Son cerca de un millar de fieles, en su mayoría árabes cristianos, que emigraron desde otros países de Oriente Medio al reino entre 1930 y 1950, y que hoy son ciudadanos de pleno derecho.
80.000 católicos, casi todos extranjeros
1,5 millones de habitantes, un tercio de los cuales viven en la capital
70,2 % de la población es musulmana, de la que el 30 % es sunita
785 km2 de territorio, es uno de los países más pequeños del mundo
22.101 euros de PIB per cápita
En diciembre del año pasado, el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, consagró la nueva catedral de Nuestra Señora de Arabia, en Awali, situada a unos 30 kilómetros al sur de Manama. Un auténtico oasis espiritual que prueba la tolerancia religiosa de la que gozan los cristianos. Se construyó sobre un terreno de 9.000 metros cuadrados donados por el actual rey, Hamad bin Isa Al Khalifa, nieto del emir que permitió el asentamiento de la primera iglesia católica del país. En 2014, visitó a Francisco en el Vaticano y le regaló una maqueta del edificio, que costó más de 14,5 millones de dólares y tiene capacidad para 2.300 personas.
El sacerdote franciscano Saji Thomas, que vive en Baréin desde 2013, explica que durante las celebraciones de Semana Santa del año pasado acogieron a más de 4.000 personas. «Los católicos vinieron de toda la región del Golfo, incluidos Kuwait, Catar, los Emiratos Árabes Unidos y la vecina Arabia Saudí, donde no hay iglesias», matiza Saji. Baréin está unido con varios puentes a Arabia Saudí, donde está prohibida toda religión que no sea el islam. Por eso se espera que cerca de 2.000 personas que residen allí los crucen para ver al Papa. Un trasiego que, por otro lado, es normal en Navidad y Pascua. A través de esta histórica visita papal, con una fuerte dimensión interreligiosa que planta sus raíces en el Documento sobre la fraternidad humana de Abu Dabi, «el reino de Baréin vuelve a dar ejemplo al mundo de cómo se cuida la libertad religiosa», aprecia. El sacerdote, que nació en Kerala (India), se muestra emocionado ante la visita: «Es un sueño poder ver a Francisco y concelebrar la Misa con él. Para nuestra comunidad católica es histórico y dichoso».
El viaje de Francisco fortalecerá el diálogo interreligioso. Sigue la misma huella que dejó, además de en Abu Dabi, en Egipto, Marruecos, Irak o Kazajistán. Su presencia —según Hinder— «hará entender que es absolutamente necesario que entremos en una relación de mutuo respeto». «No puedo imaginarme que su viaje pase desapercibido en Riad o en Teherán». «Confío en que, al visitar a un pequeño estado, que no entra en los grandes juegos de poder de Oriente Medio, se fragüe una buena oportunidad para lanzar señales hacia otros países del Golfo», aseguró el obispo. La intención del Papa es «abrir las mentes y dejar claro que es absolutamente necesario que entremos en una relación de mutuo respeto y colaboración sobre el terreno allí donde sea posible».
Baréin está gobernado con mano de hierro desde hace más de dos siglos por la dinastía suní de los Al Khalifa. No obstante, la visita del Papa puede interpretarse también como «una señal para el islam chiita», una mayoría perseguida. «El Papa ha elegido Baréin, donde el universo chiita es mayoritario, aunque el Gobierno está firmemente en manos de una monarquía suní», recordó Hinder. En definitiva, un acercamiento a las dos ramas de la fe musulmana.