Bagdad, capital de los sueños - Alfa y Omega

Desde Bagdad, ciudad de los cuentos de Las mil y una noches, ciudad de la edad de oro de la historia árabe, comienzo mi pequeño diario. Esta ciudad que amo por la belleza de su historia, pero que lloro por lo que le ha ocurrido en los últimos 30 años: guerras, masacres, violencia, destrucción de edificios y casas, pero también destrucción de valores y relaciones humanas e incluso el desgarro del tejido social iraquí y los conflictos éticos, religiosos y confesionales. Cuando veo lo que te ha pasado, Bagdad, quisiera que todo fuera una pesadilla que me gustaría detener despertándome y diciéndome que solo ha sido un mal sueño.

Afortunadamente, hay cosas hermosas en nuestra vida cotidiana que nos levantan el ánimo. Hace unos días, más de un centenar de jóvenes cristianos (chicos y chicas) se reunieron en un polideportivo de la Iglesia latina de Bagdad para un torneo de fútbol y otras actividades deportivas organizadas por los jóvenes de la parroquia latina con la bendición del obispo diocesano.

El primer partido fue entre los jóvenes de la Iglesia de rito latino y los jóvenes de la Iglesia copta, y terminó con la victoria de los primeros. Hubo en este partido un espíritu fraterno y una grata competencia deportiva entre los jugadores de ambos equipos. Los dos árbitros y también el comentarista del partido eran musulmanes. El comentarista aprovechó sus intervenciones sobre el juego para expresar a la audiencia su amor y su gran admiración por los cristianos y por los valores que viven en su día a día y en su convivencia con sus hermanos y hermanas. Dijo que para él son las flores del jardín del país, y su ausencia (su salida del país), una gran pérdida para la diversidad y belleza de este jardín.

A pesar de la corta edad del comentarista, expresó sus sentimientos hacia sus hermanos del país. No oculto que esto me alegró y me transmitió la esperanza de que todavía hay gente de buena voluntad. De hecho, a través de este joven vi la belleza y la armonía entre los cristianos y los musulmanes iraquíes tal y como la hemos conocido siempre.