Viernes Santo en Bagdad - Alfa y Omega

Este año para la celebración del oficio de Viernes Santo elegí ir a la casa de Betania, en Bagdad, donde una comunidad cristiana acoge a personas con discapacidad mental y física, abandonadas por sus familias. Un lugar de pobreza humana pero de gran riqueza espiritual.

Celebramos el oficio de la cruz en el rito siríaco. Si la estructura del oficio siríaco es la misma que la de los latinos, pues todo converge hacia la lectura del relato de la Pasión, los ritos, oraciones y cantos que la acompañan son muy diferentes. Comenzó con la procesión de la cruz desde la parte posterior de la iglesia, acompañada de melodías siríacas. Luego, como sacerdote, hice una procesión alrededor de la iglesia mientras los feligreses manifestaban su fe tocando y besando el madero. Luego todos, con la cruz a la cabeza, nos dirigimos a las áreas comunes y dormitorios donde quienes no podían moverse seguían la celebración a través de pantallas de televisión.

De vuelta en la iglesia, tuvimos la veneración de la cruz. Al canto de «veneramos la cruz por la que somos salvados», se respondía, con el buen ladrón, «acuérdate de nosotros en tu Reino».

El siguiente rito fue colocar sobre el altar a Cristo descendido, envolverlo en un sudario y cubrirlo con hierbas y flores. Así lo llevé, de nuevo, a los que no podían moverse. Presenciamos escenas conmovedoras, mezcla de veneración y afecto. Por ejemplo, a mujeres musulmanas tomando a Cristo en brazos, llorando como si fuera su hijo muerto. De regreso a la iglesia, el cuerpo se colocó en un sarcófago de vidrio para venerarlo hasta el día de Pascua.

A la salida, a cada participante, tanto a sacerdotes como a laicos, se le ofrece un vaso de… ¡vinagre! Un recuerdo, por supuesto, de la esponja empapada en este líquido que un soldado romano le acercó a Cristo cuando pidió beber. Todo termina, de forma no menos sorprendente en un Viernes Santo, con un «banquete de Cristo»: a quien lo desea se le sirve un plato especial, sobrio y abundante a la vez, de legumbres cocidas. Así se completa este hermoso servicio de casi tres horas de duración.