Ayudando a Bugu (Benín) desde una parroquia de Madrid con un recetario solidario - Alfa y Omega

Ayudando a Bugu (Benín) desde una parroquia de Madrid con un recetario solidario

Nuestra Señora de Moratalaz ayuda cada año a una escuela católica en Bugu (Benín). Este año, los donativos servirán para pagar a los profesores

Begoña Aragoneses

José María Oviedo, párroco de Nuestra Señora de Moratalaz (Madrid), ha recogido el testigo de la tradición y, aunque «llevo tres años en la parroquia, y dos de ellos confinados», no abandona el proyecto solidario que anualmente involucra a los feligreses y, por extensión a todo el barrio. Se trata de una acción de caridad en torno a la cual giran todas las actividades del curso, y no solo de la parroquia: también del colegio diocesano Nuestra Señora de Moratalaz, que depende de ella.

La pandemia manda este año y la primera consecuencia es que, en vez de uno nuevo, se mantiene el proyecto del año pasado: ayudar a sufragar las nóminas de los profesores de la escuela La Esperanza, en Benín, un centro católico de la Sociedad de Misiones Africanas. La segunda consecuencia es que no se celebrará, por prudencia, la tradicional fiesta de aniversario de la parroquia, en la que se hacían migas, barbacoa, un mercadillo… «Hay mucha tradición de esta fiesta, que coincide con el aniversario de la colocación de la primera piedra de la parroquia, a finales de mayo; todo el mundo se vuelca, y lo que se saca es para Cáritas y para el proyecto».

Así que este 2021, para no dejar sin fondos el proyecto de La Esperanza, al grupo de padres de la parroquia se les ocurrió hacer hacer un recetario solidario, «como en la pandemia nos ha dado a todos por cocinar…». La idea, en la que se han implicado familias completas, es compartir «recetas con cariño», las que en casa se hacen con los trucos de la madre o de la abuela, «algo entrañable» que se pueda publicar en un libro electrónico e incluso en papel, y por el que se aporte un dinero destinado al proyecto solidario. Esto se sumará a lo que ya en Navidad aportaron las señoras del grupo de mayores: mascarillas que hicieron desde sus casas –«ahora no se pueden reunir»– por las que se obtuvieron 1.200 euros, íntegros para La Esperanza.

Esperanza en el corazón de África

La escuela católica La Esperanza está en la población de Bugu, al norte de Benín, perteneciente a la diócesis Djougou. Casi el 80 % de los alumnos son musulmanes. Es un reflejo de la realidad de un país en el que el padre Marcos Delgado ha estado los últimos 30 años de su vida. Volvió a España en 2019, cuando lo nombraron provincial de la Sociedad de Misiones Africanas, pero su corazón sigue en África: «Este continente [Europa] es aburrido, y la Iglesia también; allí se canta, se baila, hay niños por todas partes, y tienen una fuerza y una vitalidad que nosotros hemos perdido. Nos van a comer; África es el continente del futuro».

Esos niños, a pesar de ser niños, no están exentos de «la persecución y la discriminación» en sus colegios por ser cristianos. «Los insultan, les llaman paganos… Pero ellos están acostumbrados, son fuertes, con una fe sencilla y de corazón», cuenta el sacerdote. En un mundo en el que «estamos intentando ser testigos anunciando a Jesucristo», un país «musulmán cada vez más islamizado, en el que se imponen las mezquitas y las escuelas coránicas», hay frutos: en la diócesis de Djougou han pasado de cuatro parroquias y doce sacerdotes en 1995, cuando fue creada, a 25 parroquias y 50 sacerdotes en la actualidad.

El padre Marcos fue párroco de Nuestra Señora de Lourdes, en Bugu, durante los últimos diez años, y desde ella atendía a 40 comunidades cristianas, algunas de tan solo 20 fieles, «o dos familias», «pero había otros pueblos en mi parroquia donde no había comunidades». Además, y puesto que estos misioneros trabajan especialmente la educación, en esos años el sacerdote puso en marcha 15 escuelas en su territorio. La Esperanza fue una de ellas, «como una manera de ayudar a la educación y al futuro de los niños frente al fanatismo de los yihadistas, y al mismo tiempo como signo de nuestra presencia allí».

Con autorización del obispo, en el curso 2014-2015 «nos lanzamos e hicimos el primer edificio con los tres primeros cursos de Primaria; se nos llenó. Al año siguiente inauguramos otro edificio con otra clase más e iniciamos la escuela bombón que llamamos, de 3 a 5 años. Y en 2019 teníamos hasta 6º de Primaria, en total, unos 400 niños. Ahora hay también dos cursos de Secundaria y hemos hecho otro edificio».

La escuela ha acusado la pandemia. El año pasado «hubo padres que, como no hubo escuela desde marzo, no pagaron todo», y este año «ha habido mucha gente que ha abandonado» por dificultades económicas (cada niño paga el equivalente a 45 euros al año). Gracias al ofrecimiento de la parroquia de Moratalaz, se podrán sufragar no obstante los salarios de los maestros, entre 60-80 euros al mes.

«Hacemos por educar y por ayudar a la gente», y ya el nombre del complejo escolar lo dice todo. «La tensión está subiendo –reconoce el padre Marcos–, y nosotros intentamos hacer escuela occidental, pero los yihadistas están contra todo lo que venga de occidente: educación, salud y religión, por eso atacan a las escuelas y por eso nos atacan a nosotros, porque el cristianismo para ellos es la religión de occidente». «Para nosotros, la educación es la esperanza, y ante este mundo de intolerancia yihadista, creemos que la educación es importante», resume el padre Marcos.