Así media Sant’Egidio entre Senegal y los rebeldes de Casamanza

Así media Sant’Egidio entre Senegal y los rebeldes de Casamanza

Cuando en enero uno de los conflictos olvidados de África salpicó a Gambia, Angelo Romano intentó «frenar las consecuencias»

María Martínez López
Miembros del MFDC durante la entrega de los cadáveres, el 30 de enero. Foto: Comunidad de Sant’Egidio.

Hace pocas semanas, una escaramuza en Gambia hizo saltar algunas alarmas. Un ataque del grupo separatista senegalés Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza (MFDC) contra soldados también senegaleses destinados en el país vecino se saldó el 24 de enero con dos soldados y un rebelde muertos y siete soldados capturados. No solo era el primer combate desde que la facción de los separatistas implicada declaró un alto el fuego en 2014 gracias a la mediación de la Comunidad de Sant’Egidio. También «era la primera vez que se producía un enfrentamiento» en Gambia por la cuestión de Casamanza, explica el sacerdote Angelo Romano, miembro de Sant’Egidio y mediador en el conflicto.

«Los soldados senegaleses formaban parte de una misión armada de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO)» para velar por la seguridad en las elecciones de Gambia, el pasado 4 de diciembre, apunta Romano. Adama Barrow, que renovó su mandato como presidente, había pedido ayuda exterior porque su predecesor, el dictador Yahya Jammeh, «todavía tiene mucha influencia en el Ejército y la Policía». En el pasado, el MFDC había apoyado a los partidarios de Jammeh.

Tráfico de palisandro

Según el Ejército de Senegal, el 24 de enero sus soldados fueron atacados por miembros del MFDC que iban en un camión que transportaba madera. «En los últimos cinco meses, 77 camiones transportando ilegalmente madera desde Senegal han sido inmovilizados» en Gambia, aseguran.

En 2020, después de una investigación de tres años, la ONG internacional Agencia de Investigación Ambiental denunció que 1,6 millones de árboles fueron talados en Senegal e introducidos en Gambia desde 2012. El tráfico de palisandro entre ambos países «ha estado en gran medida controlado por el MFDC y es su principal fuente de ingresos». Responsabilizaban también a algunos miembros del Gobierno de Gambia, que minan las prohibiciones implantadas por el mismo Ejecutivo.

Después del enfrentamiento, el sacerdote se trasladó a Banjul, capital de Gambia, e hizo un llamamiento a los separatistas para que devolvieran los cuerpos de los dos soldados muertos. «Les explicamos que había que detener la escalada de tensiones y que la devolución de los cuerpos podía ser un signo en la buena dirección», relata a Alfa y Omega. Su líder, Salif Sadio, aceptó. La entrega se produjo el 30 de enero.

Con experiencia en Burundi, Liberia, Sudán del Sur y República Centroafricana, tras este pequeño logro Romano se puso manos a la obra para liberar a los siete soldados en manos de los separatistas. Compatibilizaba esta delicada tarea con su labor en la Pontificia Universidad Urbaniana, en Roma. «¡Sanos, salvos y libres!», escribió a esta periodista el lunes, al poco de confirmarse su puesta en libertad.

Fundados por un sacerdote

También en los inicios del MFDC hubo un sacerdote. En 1982, el padre Diamacoune Senghor lo fundó como movimiento pacífico por la independencia. Casamanza, separada del resto de Senegal por la franja de apenas 40 kilómetros de ancho que es Gambia, alberga a gran parte del 4 % de cristianos del país, mientras que el norte es mayoritariamente musulmán. También los grupos étnicos son diferentes. Y la población se queja de que los recursos naturales de su territorio, mucho más fértil que el semidesértico norte, no se quedan en la región. Según los separatistas, la unión con Senegal se debe «solo a la dominación francesa», explica Romano.

«Después de algunas acciones violentas» de las Fuerzas de Seguridad «contra manifestaciones independentistas, el movimiento comenzó a tener un brazo armado», prosigue. Entre sus miembros hay cristianos y musulmanes, mayoritariamente de etnia djola. Tras la muerte de Senghor en 2007, comenzaron a dividirse. Sant’Egidio dialoga con la que está presente en el norte de la región bajo el liderazgo de Salif Sadio.

Romano, con los soldados liberados el pasado lunes, en un coche de Cruz Roja. Foto: Comunidad de Sant’Egidio.

Fue el mismo fundador del grupo separatista quien, en 1992, pidió ayuda a la comunidad. Hubo varios intentos infructuosos, y pasaron 20 años hasta que en 2012 tanto el recién elegido presidente de Senegal, Macky Sall, como Sadio aceptaron su mediación. En unos meses se logró una primera liberación de presos. En 2014, firmaron varios acuerdos «en un esfuerzo por fortalecer la confianza mutua» y se logró el alto el fuego.

Después de lo ocurrido en enero en Gambia, «hemos intentado empezar una dinámica positiva para frenar un evento trágico y sobre todo sus posibles consecuencias», y crear «un clima favorable» que permita seguir las conversaciones sobre aspectos más generales del conflicto. «Creemos firmemente que es posible una solución negociada, y sobre todo conocemos el fuerte deseo de paz de la población de Casamanza».