Así fue el primer domingo de alto el fuego en la parroquia de Gaza

Así fue el primer domingo de alto el fuego en la parroquia de Gaza

El agradecimiento por el alto el fuego, el perdón y una oración especial por los 57 cristianos fallecidos durante la guerra marcaron este domingo el tono de una Misa muy especial

María Martínez López
La comunidad católica tras la celebración.
La comunidad católica tras la celebración. Foto cedida por Gabriel Romanelli.

La emoción se respiraba este domingo durante la Misa de la parroquia de la Sagrada Familia, en Gaza. Aunque los sacerdotes siempre intentan cuidar la liturgia, en esta ocasión se quiso dar especial solemnidad a la celebración con muchas oraciones y «cantos muy hermosos» del coro. No era para menos: era el «primer domingo sin bombardeos» tras el alto el fuego acordado la semana pasada entre Israel y Hamás, explicaba poco después el párroco, Gabriel Romanelli, en su vídeo diario para las redes sociales.

Paradójicamente, incluso el hecho de que la concurrencia fue algo menor de la habitual era una buena noticia. Bastantes de los 400 palestinos que habían buscado refugio en el recinto son ortodoxos y, por primera vez en meses, pudieron ir a su iglesia, San Porfirio.

Otro «grupo numeroso» renunció a estar en la Eucaristía para dedicarse a trabajar en la distribución de verduras, fruta y agua aprovechando la llegada, por fin, de ayuda humanitaria. Era «un servicio que urge», asegura Romanelli.

Generosidad a riesgo de la vida

El objetivo central de la celebración fue «dar gracias a Dios» por la tregua y «porque hemos perseverado en la fe». También porque a pesar de que «hemos experimentado mucho mal» también se han vivido y se siguen viviendo cosas buenas.

En su homilía, el párroco celebró «la generosidad de muchas personas que se han puesto al servicio de los otros», en ocasiones «literalmente con peligro para su vida». Lo hacían «para conseguir un poco de agua o una bolsa de papas».

Romanelli saluda uno a uno a los feligreses tras la Misa
Romanelli saluda uno a uno a los feligreses tras la Misa. Foto cedida por Gabriel Romanelli.

Dio las gracias —relata— a los laicos que, «como en muchos otros lados» de la Franja, «se han organizado en comisiones» para coordinar la acogida a los desplazados y la ayuda al exterior: emergencias, alimentación, cocina, fuentes de energía, salud, seguridad… Otras personas se han encargado de «los hornos» o del pequeño gallinero para «producir huevos para los niños de la madre Teresa y los ancianos».

Al mismo tiempo, siguió funcionando el oratorio, que «ha sido muy difícil llevar adelante» por los bombardeos y la caída de esquirlas. Romanelli señaló además cómo gracias a la escuela «se han salvado dos cursos académicos enteros» para los hijos de las familias refugiadas.

Llamada al perdón

Hubo, como no podía ser de otra manera, una oración por los fallecidos. En dos momentos de la Misa, se leyeron uno por uno los nombres de los 57 miembros de la comunidad cristiana muertos estos dos años. Seis perdieron la vida directamente a causa del conflicto y otros muchos por causas naturales que se pudieron ver agravadas por la carestía.

La celebración tuvo además un cierto tono de despedida, pues «ya unas pocas familias han podido irse a vivir a algún lugar dentro de la ciudad de Gaza» y tal vez otras lo hagan en breve. ¿Cómo se han encontrado sus hogares quienes han vuelto? «Ellos dicen “la casa está bien aunque está la mitad destruida” o “aunque quedó una sola habitación”».

Foto tomada por miembros de la parroquia durante una salida el fin de semana.
Foto tomada por miembros de la parroquia durante una salida el fin de semana.

Antes de la separación, los sacerdotes quisieron hacer «un acto de reconciliación, de caridad». Con él se pretendía «perdonar a todo quien voluntaria o involuntariamente nos haya faltado y también pedir perdón a todos» por los problemas de convivencia que «es imposible que no haya» viviendo durante dos años 400 personas —y en algunos momentos hasta 700— en esta situación.

En esta línea, Romanelli narra que invitó a sus feligreses —y a quienes los siguen por redes— a mirar al pasado «sin ningún rencor, que gracias a Dios no lo tenemos, pero igual pedirle nunca tenerlo». Y, de cara al futuro, «dije a la comunidad cristiana que estoy convencido de que tiene que servir a todos en esta nueva etapa con gran caridad».

La entrega de sacerdotes y religiosas

Durante su homilía, Romanelli agradeció de forma especial todo el apoyo del patriarca latino de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa. Recordó al Papa Francisco por «todo lo que hizo y rezó por nosotros», y a León XIV, «que no deja de ayudarnos, apoyarnos y rezar por nosotros».

En su mensaje, se extiende alabando la entrega de los demás sacerdotes y las religiosas al servicio espiritual y material de los palestinos. Comparte que el padre Yusuf Assad, egipcio, se ofreció para ir a la Franja recién ordenado, hace siete años. Y a pesar de estar «muy cansado, quiere seguir. Es heroico».

Resalta también la entrega de Carlos Ferrero, provincial del IVE para Oriente Medio, que «vino con mucha generosidad» para ayudar, al mismo tiempo que continúa gobernando desde allí la provincia. De Suhail, el postulante que fue herido el 17 de julio, cuando un proyectil golpeó el templo dejando tres muertos, explica que «se está recuperando bastante bien». Con todo, «las secuelas va a tenerlas durante años».

Y no le falta cariño para las misioneras de la Caridad y las servidoras del Señor y de la Virgen de Matará. Ni para las hermanas del Rosario, que tuvieron que marcharse porque «su escuela fue bombardeada».