Francisco: «El pesebre marcó mi infancia» - Alfa y Omega

Francisco: «El pesebre marcó mi infancia»

El Santo Padre publicará a través de Romana Editorial una recopilación de textos, reflexiones, discursos y homilías dedicados al Nacimiento

Redacción
El Papa Francisco en oración ante el belén, al finalizar la Misa del Gallo, en la basílica de San Pedro del Vaticano, en 2022
El Papa Francisco en oración ante el belén, al finalizar la Misa del Gallo, en la basílica de San Pedro del Vaticano, en 2022. Foto: CNS.

«Dos veces he deseado ir a visitar Greccio. La primera para conocer el lugar donde san Francisco de Asís inventó el pesebre, algo que también marcó mi infancia: en casa de mis padres, en Buenos Aires, nunca faltaba este signo de la Navidad, incluso antes que el árbol», dice el Papa Francisco en el prólogo de un libro cuyo título aún se desconoce, pero que será publicado próximamente en España por Romana Editorial con textos, reflexiones, discursos y homilías que el Papa ha dedicado al belén.

En su texto, Francisco confiesa que, al mirar el belén, «la emoción de esa visión me impulsa a profundizar en el misterio cristiano que ama esconderse en lo infinitamente pequeño». «En efecto, la Encarnación de Jesucristo sigue siendo el corazón de la revelación de Dios, aunque se olvide fácilmente que su despliegue es tan discreto que pasa desapercibido», añade.

El Pontífice invita a «salvaguardar el espíritu del pesebre» para que se convierta «en una sana inmersión en la presencia de Dios, que se manifiesta en las pequeñas cosas cotidianas, a veces banales y repetitivas». Y aconseja «saber renunciar a lo que seduce, pero lleva por mal camino, para comprender y elegir los caminos de Dios». Es una tarea que cree que se puede aprender de «los pastores del pesebre» porque «son los que acogen la sorpresa de Dios y viven su encuentro con Él con asombro, adorándolo: en su pequeñez reconocen el rostro de Dios». Francisco reconoce que «humanamente todos estamos inclinados a buscar la grandeza, pero es un don saber encontrarla de verdad: saber encontrar la grandeza en esa pequeñez que Dios tanto ama».

Dos signos para reconocer a Jesús

En el prólogo a su libro aún por publicar, Francisco recuerda una visita que hizo a la ciudad italiana de Rieti en enero de 2016 para conocer a sus jóvenes. «Les recordé que en la noche de Navidad hay dos signos que nos guían para reconocer a Jesús. Uno es el cielo lleno de estrellas», señala el Papa. Advierte de que «hay muchas, infinitas, de esas estrellas, pero entre todas destaca una estrella especial, la que llevó a los Magos a dejar sus casas y emprender un viaje, un camino que no sabían adónde los llevaría». A su juicio, «lo mismo ocurre en nuestras vidas: en un momento dado, alguna estrella especial nos invita a tomar una decisión, a hacer una elección, a emprender un camino».

El otro signo que, según el Papa, ayuda a reconocer a Jesús es «la pequeñez de Dios». «Los ángeles señalan a los pastores un niño nacido en un pesebre. No es un signo de poder, autosuficiencia o soberbia. El Dios eterno se hace nada en un ser humano indefenso, manso y humilde», recalca Francisco.

El Papa Francisco señala que «asombro y maravilla son los dos sentimientos que conmueven a todos, pequeños y grandes, ante el belén, que es como un Evangelio vivo que desborda de las páginas de la Sagrada Escritura». Y explica que «no importa cómo esté montado el belén, puede ser siempre el mismo o cambiar cada año; lo que importa es que hable a la vida».

Ocho siglos de la invención del belén

Al final de su prólogo, el Papa recuerda cómo fue la noche de Navidad de 1223 en Greccio, el momento hace ahora 800 años en que Francisco de Asís convocó a los vecinos de su pueblo para recrear el nacimiento de Jesús y creó el primer belén viviente. «La gente que se había congregado allí manifestó una alegría indecible, nunca antes experimentada, ante la escena de la Navidad», explica Francisco.

A ello añade, apoyándose en una biografía del santo elaborada por el franciscano italiano Tomás de Celano, que «a continuación, el sacerdote celebró solemnemente la Eucaristía en el pesebre, mostrando el vínculo entre la Encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía». «En aquella ocasión, no había estatuillas en Greccio: el belén lo hacían y lo vivían los presentes», observa el Pontífice. Concluye mostrándose «convencido de que el primer belén, que llevó a cabo una gran obra de evangelización, puede ser también hoy ocasión de suscitar asombro y admiración».