Así dio origen un evangelio apócrifo a la imagen que tenemos de los abuelos de Jesús

Así dio origen un texto apócrifo a la imagen que tenemos de los abuelos de Jesús

El Protoevangelio de Santiago es un midrash cristiano que «rellena» el silencio de la Biblia sobre la infancia de la Virgen y subraya la conexión de Jesús con Abraham y Sara

María Martínez López
Abrazo san Joaquín santa Ana
El abrazo de san Joaquín y santa Ana de Filippo Lippi. Statens Museum for Kunst, Copenhague (Dinamarca). Foto: Richard Mortel.

Si el 26 de julio se celebra a san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen María, es gracias a una obra apócrifa conocida como Protoevangelio de Santiago. Así lo explica Pilar González Casado, catedrática de Literatura Árabe Cristiana en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, en un vídeo publicado por la universidad con motivo de esta memoria litúrgica. Este texto ha inspirado, además, numerosas obras de arte que representan el abrazo de los abuelos de Jesús.

El Protoevangelio de Santiago es «obra de un cristiano educado en ambiente judío», que lo compuso «en el siglo II en Siria o en Egipto». Aporta «numerosos detalles» sobre el nacimiento y la infancia de María, que «contribuyeron a enriquecer el calendario litúrgico».

González Casado explica que según este texto Joaquín es «un israelita generoso, de posición económica desahogada, que confía en Dios y le ofrece dones» por el perdón de sus pecados y de los del pueblo. Debido a las burlas de sus vecinos por no haber tenido hijos, «decide retirarse al desierto para ayunar durante 40 días y 40 noches», hasta que el Señor le conceda ser padre en la vejez como Abraham.

Un midrash cristiano

Sin embargo, su decisión deja a Ana en una situación todavía peor, pues a la desgracia de ser estéril se suma «la viudez, porque su marido ha huido». En una fiesta religiosa, «baja a su jardín y bajo un laurel, alzando sus ojos al cielo, le suplica a Dios que le conceda la bendición de Sara, que le conceda un hijo». En ese momento, ambos esposos reciben sendos mensajes en los que un ángel les asegura que serán padres, y además informa a Ana de que su marido vuelve a casa. Ella «decide ofrecer a Dios el hijo que dé a luz».

Detrás de este relato apócrifo de la infancia de Jesús «hay algo más que un recurso literario», asegura la catedrática. El Protoevangelio, explica, es un midrash, «un género de la literatura judía cuyo objetivo era buscar el sentido profundo de la Escritura». Sus autores «reescribían el texto bíblico para rellenar sus silencios y hacer la Palabra divina comprensible y edificante». Es lo mismo que ocurre aquí, pero «en clave cristiana».

Culmen del Antiguo Testamento

Así, el autor recurre al Antiguo y al Nuevo Testamento para describir a san Joaquín y santa Ana. En el primero se reúnen rasgos de «Abraham, padre en la vejez; de Joaquín, el acaudalado marido de Susana, y de Moisés, Elías y Cristo, que ayunaron 40 días».

Su esposa, a su vez, remite a «Sara, madre en la vejez; a Ana, la madre de Samuel, que sufre vejaciones por su esterilidad y ofrece a Dios a su hijo; a Susana, que pasea por su jardín y alza la mirada al cielo para llorar por una acusación injusta». Incluso se parece a su propia hija, María. Igual que esta entona el magnificat, su madre expresa su agradecimiento a Dios exclamando «en este día mi ánima ha sido engrandecida».

De esta forma, se presenta a los dos esposos «como culmen veterotestamentario». Este uso del midrash como método exegético «tiene importantes resonancias teológicas», asegura González Casado. Muestra que «la línea iniciada en Abraham y Sara tiene su continuidad y su culmen en Jesús y María». Más aún, expresa cómo Dios «ha intervenido salvíficamente en su historia personal», de igual manera que más tarde su nieto «asume la historia personal de cada uno para salvarla». Se subraya así que «el Antiguo Testamento es una profecía cristológica y en Cristo se han cumplido todas sus promesas».