El Saco Roto presenta de nuevo su espectáculo Artrisis, un trabajo que ahonda en el teatro, la improvisación y la danza, sobre todo, mucha danza. Un formato multiforme que consigue hacer de una tarde lluviosa y gris, un pequeño resquicio de luz y magia en el corazón de Madrid. Un trabajo generoso y bello donde la música en directo se filtra por el cuerpo de las bailarinas hasta hacerse uno. Energía a raudales. Buen gusto –añado- y sonrisas, muchas.
Para los que no lo sepan, Artrisis viene -como se han podido imaginar- del cóctel entre el tan necesario arte y la tan denostada crisis. Un buen punto de partida. Esto de acercar el arte a todos los escenarios posibles siempre se presenta como un giro generoso que nos dice mucho del proyecto. Y como tal, se trata de un proyecto especial. Por lo que tiene de osado, en tanto que aúna el teatro y la improvisación sobre el hilo conductor de la danza. Es decir, busca dar un paso más allá de la solo improvisación y teatro, y pregona otra forma de comprender el espacio escénico y el lenguaje teatral y corporal a la vez. Cuánto se nos comunica con las palabras, cuánto con la música, cuánto con el movimiento.
Hasta aquí parece que no hay nada nuevo, pero no se equivoquen. Artrisis invita al espectador a proponer nuevas vías de comunicación, y lo mejor de todo, a través del cuerpo. En esencia, se puede decir que el espectáculo se va montando poco a poco, siempre único y diferente en cada función. Así que cuando piensen en eso de que es solo danza, piensen además que le acompaña la magia de la representación y del tú a tú con el público.
Se busca que el público no solo interaccione, también debe estar dentro del espectáculo. Y se busca también que la música abra y cierre todas las pequeñas piezas que componen el hecho teatral –por llamarlo de alguna manera-. Hubo momentos en los que cerrar los ojos era una delicia, pero más cuando, al abrirlos, el delirante movimiento de brazos y piernas en escena edulcoraba toda la sala. A ves, claro, porque por momentos también la danza se volvía hostil y violenta; otras, tierna y acogedora. Como las propuestas, atrevidas, desorbitadas, candentes, viscerales.
Llegados a este punto me pregunto, ¿por qué ir a un espectáculo de danza, teatro e improvisación al mismo tiempo? Porque es necesario –me respondo-. Porque uno aprende de amor al ver el movimiento de dos manos cuando se hacen cosquillas o cuando se funden en un abrazo inimaginable. Uno aprende de dolor cuando se camina sin descanso dentro y fuera del escenario. Uno aprende de ira cuando la tiza se queda pequeña en el suelo para gritar todo lo que no hace falta. Uno aprende de arte, en suma, siempre que se combina sobre las tablas las ganas por innovar y por divertirse.
Solo les he dado unas pinceladas de lo que ocurre cuando ustedes son el público que decide cómo será la ficción. Para descubrir cómo se construye esa ficción no tienen más remedio que ir a ver y vivir esta danza y todos los aledaños.
Un olé por Paula Guzmán, Esther Apesteguia y Ángela Domínguez. Un olé también por Antonio Lorenzo, improvisando con música y voz. Gracias al equipo de El Saco Roto. Un viaje para los sentidos.
★★★★☆
DT Espacio Escénico
Calle de la Reina, 9
Gran Vía
Hasta el sábado 16 de enero