Arrepentirse, sin complejos - Alfa y Omega

El esfuerzo para conocerse a sí mismo, en orden al arrepentimiento de lo que hemos hecho mal y de lo que deben ser nuestros objetivos concretos a corto y medio plazo, no resulta siempre fácil. Sobre todo, porque no se trata, simplemente, de cambiar unas acciones y unos comportamientos por otros. Se trata de llegar al fondo de nuestra vida analizando las motivaciones que nos llevan a esas formas de vivir. Y esto implica, por ejemplo, revisar las convicciones profundas que nos mueven a actuar de un modo concreto; implica, también, revisar el origen de esas convicciones, porque, en su raíz, puede haber una deficiencia de formación, o de fe. La conversión, tarea permanente de la vida cristiana, implica a toda la persona en su realidad profunda. Mirada en su real complejidad y amplitud, puede parecernos que la conversión es tarea de toda una vida; y que, así y todo, es muy posible que nos llevemos a la otra vida un saldo todavía negativo, o una conversión bastante incompleta.

Ante estas consideraciones, debemos afianzar, además, que quien se manifiesta imperfecto y pecador, pero es capaz de proclamar la experiencia de la misericordia infinita de Dios, y de la confianza en que Dios está siempre dispuesto a recibirnos, a perdonarnos y acompañarnos, ése es quien da el verdadero testimonio cristiano. Debemos tener muy claro que el apostolado cristiano, cuyo componente imprescindible es el testimonio de vida, aunque no es permisivo con actitudes de tibieza o de pecado, no debe sumirnos en un complejo de incapacidad apostólica a la vista de nuestras deficiencias.

El amor infinito de Dios, que nos garantiza su infinita misericordia, nos llena de gozo y de esperanza. Y, por tanto, nos lanza al apostolado en el que debemos proclamar, de palabra y con nuestra experiencia de vida, que Dios nos ama, que Dios nos perdona y que Dios nos espera y ayuda siempre. Ser conscientes de nuestros errores y pecados nada tiene que ver con ningún complejo, si se confía en el amor y la misericordia de Dios.