André y Dorine: Adiós, amor - Alfa y Omega

La sala grande del Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa es el salón de una casa por la que no ha pasado el tiempo: decenas de fotografías en las paredes, una vieja máquina de escribir y un violonchelo esperan anhelantes a sus dueños. Llega André, anciano escritor que lleva años tecleando sin parar palabras que cuentan historias. Detrás aparece Dorine, la eterna violonchelista que recrea atmósferas con sus cuerdas.

Seguro que se aman mucho, piensas al verlos. Pero la rutina, los días raros, el tiempo que envejece, ha hecho que esas teclas que otros días fueron admiración hoy se conviertan en ruido estridente y ensordecedor. Igual al revés: la soñadora Dorine, que en otras vidas hacía volar a su marido, hoy despierta su incomprensión. Hasta que la enfermedad irrumpe en sus horas: el Alzheimer devora a Dorine, despacio. Y ahí se produce la magia: «Es paradójico que una enfermedad devastadora les permita redescubrirse mutuamente», afirma el director del montaje, Iñaki Rikarte. No se piensen que no van a sufrir. El guion es muy fiel a la crueldad de la enfermedad del olvido. Seguro que, quienes han tenido cerca a este devorador de la memoria, se verán reflejados en el anciano André y en el hijo de ambos, a quien su madre no reconoce, de quien huye.

Pero no se agobien con la tristeza. También tendrá carcajada, perfectamente encajada en la dramaturgia para que uno disfrute y pase de la risa al llanto y viceversa con una facilidad pasmosa. Porque Quien nos cuida desde lo alto no da puntada sin hilo, y como sabrán, o intuirán, nada ocurre por casualidad. La enfermedad de Dorine lleva a la pareja a recordarse, a recordar su amor. André decide regalarle sus palabras. Y a través del cuento de sus vidas, la pareja comienza a recorrer fotografías, a verse en la juventud, en el primer beso, en el nacimiento de su pequeño, en lo que les enamoró, en lo que compartieron… En la vida que un día decidieron vivir juntos. No les cuento más. Vayan a vivirla, no habrán salido nunca tan vivos de una sala de teatro. Y sin mediar palabra.

Kulunka Teatro compañía creada en 2010 por José Dault y Garbiñe Insausti, se inspiró para recrear el guion de la obra en la historia del filósofo austríaco André Gorz y su mujer Dorine, que sufría una enfermedad degenerativa. Gorz, nacido en 1923, se suicidó junto a su esposa en 2007; y, en su último libro, dedicado a ella, decía: «Si tuviésemos una segunda vida, nos gustaría vivirla juntos». La obra de Kulunka Teatro toma otros derroteros, pero en honor al origen de la historia, mantuvieron sus nombres como título.

Un momento de ‘André y Dorine’

Un gran atractivo del montaje son las expresivas máscaras, inspiradas en la Familie Flöz, una compañía alemana que utilizar máscaras de grandes rasgos y llenas de vida, y con la que Garbiñe Insausti hizo un taller en Berlín. Y es que el poder y la magia de estas máscaras reside en que «traspasan el filtro racional de la palabra», señala Dault.

La joven compañía ha conseguido su objetivo: traspasar las fronteras con algo universal, los sentimientos. En su gira por más de 20 países se han escuchado carcajadas y llantos. Suspiros y sonrisas. En China, en Turquía, en Noruega, en Nepal…

Para este proyecto de Kulunka Teatro han contado con Iñaki Rikarte como director, Edu Cárcamo como actor –junto con Garbiñe y José recrean una decena de personajes–, y Yayo Cáceres como responsable musical, que merece una mención especial, ya que genera una atmósfera maravillosa. Y como obra espectacular que es, ya llevan a la espalda numerosos premios, como el del Festival Be de Birmingham o el Festival Internacional de Teatro de La Habana.

No pierdan el tiempo y vayan al Fernán Gómez.

André y Dorine

★★★★★

Teatro:

Teatro Fernán Gómez – Centro Cultural de la Villa

Dirección:

Plaza de Colón, 4

Metro:

Colón

Hasta el 8 de octubre