Ana, dos hijos y parada de larga duración: «Ahora me siento útil»
Cáritas logró la incorporación al mercado laboral del 20 % de las 65.484 personas que atendió en 2024. «Llegué sin saber el idioma y hoy tengo un sueldo», asegura Katile
El calor con el que nos recibe Sevilla aumenta varios grados de golpe cuando entramos en el invernadero. Allí Fernando Rodríguez, director de Bioalverde, arranca uno de los tomates cherry que se alzan hacia el cielo desde una hilera de plantas y nos aconseja «meterlo entero en la boca». Lo hacemos y el intenso sabor se expande de golpe. Todavía con el regusto entre los dientes, nos encontramos con Katile, uno de los responsables de la plantación. En agosto de 2013, llegó a España desde Mali. Dos años después, «gracias a un amigo», el joven fue seleccionado para participar en la primera edición del curso de formación de agricultura ecológica de Bioalverde, una empresa de inserción impulsada por Cáritas Sevilla en Dos Hermanas. Al acabar, la empresa le ofreció un contrato de inserción, con una duración fijada por ley en tres años. Concluido ese periodo, fue contratado en condiciones normalizadas. «Estoy muy contento. Llegué sin saber el idioma y hoy tengo un sueldo todos los meses», asegura.
La empresa realiza todas las fases de la producción agrícola: desde la siembra hasta la comercialización. De hecho, esos mismos tomates que planta Katile los vende Ana en el punto de venta directa que se encuentra dentro del complejo. Con una facturación mensual de 20.000 euros, en él también se venden productos de otros agricultores de la zona. «Tengo dos hijos y llevaba muchísimo tiempo en paro, así que imagínate lo que supone a nivel económico esta oportunidad para mí», asevera Ana mientras coloca todo tipo de frutas y hortalizas en la tienda. Aun con todo, lo que más valora esta mujer de 57 años y nacionalidad española es el haber recuperado la esperanza. «Pasar tanto tiempo siendo rechazada, que me hayan cerrado tantas puertas, al final me afectaba psicológicamente», reconoce en conversación con Alfa y Omega. Por eso, que Cáritas Sevilla y Bioalverde «me hayan dado esta oportunidad me ha recompuesto por dentro». Ahora «me siento útil y valorada».
Ana llegó a la empresa derivada desde el Centro Diocesano de Empleo, que se encuentra instalado en un edificio ya dentro de la ciudad de Sevilla. Allí nos recibe Mónica Salido, la directora, que nos habla de atención personalizada. «No hay una forma única de estar en desempleo, cada persona tiene su forma particular de sufrir esta situación», explica. Por eso, el primer paso es «la acogida, la escucha, trabajar la autoestima y, a partir de ahí, diseñar un proceso individualizado para cada uno». Luego, los usuarios podrán seleccionar entre diferentes cursos para mejorar su empleabilidad. Las opciones son múltiples. En la azotea nos encontramos con el grupo de renovables. Nos reciben afanados en la instalación de unas placas solares. Ronald es uno de los alumnos, a pesar de que en su Venezuela natal es ingeniero de Telecomunicaciones. «Mientras me convalidan el título he decidido seguir formándome y trabajar», explica enfundado en un forro polar. También hay formación en mantenimiento, cuidado de personas mayores u hostelería. A estos últimos les servimos de conejillos de indias durante la comida, pero no hay nada que objetar. Al contrario. No se puede poner ni un pero al foie, la ensalada de gambas, el potaje o el arroz meloso. Menos aún al salmorejo, hecho previsiblemente con los tomates con los que comenzó este artículo.
Además de Katile o Ana, Cáritas Española ha logrado incorporar al mercado laboral en la última década a 120.000 personas en exclusión. «Solo el año pasado lo conseguimos con el 20 % de las 65.484 personas que atendimos en todos los programas de búsqueda de empleo», detalla Ana Heras, coordinadora del equipo de Economía Solidaria.

En este programa en concreto, la entidad invirtió en 2024 cerca de 144 millones de euros. La suma es un 5,85 % superior a la del año anterior, en concreto ocho millones más. Unos proyectos, además, que generaron 3.115 puestos de trabajo, de los cuales 2.564 fueron para personas en exclusión social. Los datos convierten a Cáritas en «una de las mayores promotoras de empresas de inserción en España y en un referente dentro de la economía social», apuntan sus responsables. De hecho, en estos diez años, Cáritas ha pasado de 45 a 68 iniciativas con 267 líneas de negocio en diferentes sectores».