Álvaro Sánchez León: «Benedicto XVI solo renunció por su mala salud de hierro»
El periodista lamenta que no se entendiera al «Papa de la verdad en la época de la posverdad» tras entrevistar a sus colaboradores clave
Hace unos años, en previsión de la muerte de Benedicto XVI, la editorial Palabra encargó al periodista Álvaro Sánchez León un libro sobre él. A finales de 2017 empezó las entrevistas a quienes mejor lo conocieron —desde su secretario Georg Gänswein hasta su hermano Georg, pasando por su biógrafo Peter Seewald o numerosos vaticanistas— y en 2018 dejó casi listo el texto. El punto final lo puso el pasado 31 de diciembre. Más que una biografía al uso, Emérito. Rebobinando a Ratzinger es un reportaje con muchas voces y gran ritmo.
Benedicto XVI renunció hace diez años, el 11 de febrero de 2013. ¿Recuerda dónde estaba?
La verdad es que no; recuerdo mejor su traslado en helicóptero el día 28…
Pero entiendo que sí le habría gustado estar allí, como la periodista de ANSA Giovanna Chirri, con la que habla porque adelantó la noticia al saber latín.
Estudié latín hasta COU y he seguido estudiando un poco, pero no habría entendido nada [se ríe]. La reunión en la que anuncia su renuncia refleja la manera de ser de Benedicto XVI: sin darse importancia y en un idioma que entiende poca gente, sin drama, con naturalidad y elegancia… Ahí muchos periodistas empiezan a entender a Ratzinger.
Escribe que fue «ingenuamente incomprendido, progresivamente entendido, eternamente sugerente»…
A los periodistas les choca que un Papa renuncie y se vaya a un segundo plano de verdad, a rezar, porque están acostumbrados a ver el poder de otra forma. Es un poder que nunca se deja, del que se abusa si es posible… y descubren a un Papa libre, inteligente, que no tiene que estar sometido a un cargo para ser feliz. Hasta entonces no habían sido capaces de ver la sencillez y la honestidad de un hombre bueno que fue Papa por la Providencia de Dios y contra su propia voluntad.
Su figura se dibujó con trazo grueso.
Ratzinger es el ejemplo más evidente del cambio de ciclo periodístico: es el Papa de la verdad en la época de la posverdad. A una persona que habla en profundidad no se la entiende; a una persona que hay que leer, no se la entiende, porque el periodismo ya está diseñado para titulares gordos y clics. El Papa no era carne de ese cañón. Juan Pablo II era una estrella de rock, sabía comunicar y contaba con todos los parabienes de la prensa… y llega un hombre poco fotogénico, más bien soso, pero que comunica de otra manera: con los ojos, en las distancias cortas, con discursos profundos que transforman el alma y la cabeza de quienes los leen, que no cae en el emotivismo que ya puebla las redacciones. ¿El Papa tiene que ser un gran experto en comunicación?, ¿fue un error suyo ser así? Con su elección, el Espíritu Santo quiso dar a la Iglesia y a la sociedad la oportunidad de darse cuenta de que los valores clásicos y el humanismo eran importantes para recapacitar sobre el mundo que estábamos construyendo. Pero nosotros quisimos ir más deprisa y dimos la espalda a esa oportunidad. En el momento de la renuncia mucha gente se dio cuenta de que se había equivocado y en el libro hay un mea culpa potente de la prensa internacional.
Sus colaboradores le cuentan que, en su renuncia, pesó su salud y no hubo oscuras conspiraciones.
Después de hablar con mucha gente queda claro que su renuncia tiene que ver solo con su mala salud de hierro. Él tenía insomnios, se medicaba, había perdido visión en un ojo y no se sentía en disposición de acudir a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Piensa que debe venir otro. Hace un recto ejercicio de conciencia, que le acompaña durante toda su vida. Es una vida en línea recta en la que siempre le interesa el juicio de Dios sobre él.
Con Viganò, entonces en el Centro Televisivo Vaticano, trata el vuelo final en helicóptero. ¿Por qué le impactó?
Sale del Vaticano hacia el ostracismo voluntariamente. En una imagen muy de Fellini, que muestra hasta qué punto una persona de Iglesia tiene que ser, sobre todo, una persona que vuela hacia la voluntad de Dios, aun con incomprensiones. Sobrevuela San Pedro y eso da a entender que la jerarquía de la Iglesia no puede ser de cartón piedra, sino que tiene que estar cerca del cielo en el sentido espiritual. Ese breve viaje es una manera muy clara de explicar que los santos viven con los pies en el suelo, pero con la cabeza y el corazón en las alturas.
Y se retiró a rezar a Mater Ecclesiae…
La vida de Ratzinger es un buen ejemplo de lo que debe ser el servicio en la Iglesia. Los cargos son servicio y el servicio es estar disponible y, a la vez, dar un paso atrás cuando no me veo en condiciones de seguir adelante.
Como advierte Valentina Alazraki en el prólogo, algunos han intentado oponerlo a Francisco.
Él ha sido un verdadero emérito. En España sabemos muy bien qué es un emérito de verdad y qué no. Él se va a rezar y a velar por la unidad de la Iglesia porque en su conciencia recta no cabe la desunión. Él ve a Francisco como el único y verdadero Papa y su disposición es servir desde la oración. Las personas que ven una contraposición entre Francisco y Benedicto XVI no son capaces de entender que, aunque cambien las personas y varíen las ideas —que es lógico y normal en cualquier institución—, el respeto profundo por la unidad de la Iglesia es una de las pasiones dominantes de cualquier buen católico. Están dejándose llevar por un juicio al modo Netflix; buscan una conspiración donde lo que hay es una relación no solo fraternal, sino incluso filial: Ratzinger con el Papa Francisco padre. Es un buen hijo después de haber sido un buen padre.
El propio Francisco acaba de decir que es «casi un padre de la Iglesia».
Sí, creo que Ratzinger es un doctor de la Iglesia y que interesa acelerar ese proceso porque su magisterio, su vida, su pensamiento, es una luz muy potente para la gente que busca la verdad honestamente, incluso fuera de la Iglesia. La inteligencia preclara puede ser un imán muy potente para acercar a mucha gente a la fe verdadera.
Álvaro Sánchez León
Palabra
2023
360
19,9 €