Stefan Mückl: «A Ratzinger le dolió mucho que dijeran que había mentido» - Alfa y Omega

Stefan Mückl: «A Ratzinger le dolió mucho que dijeran que había mentido»

Este sacerdote alemán ayudó a Benedicto XVI en uno de los momentos más difíciles como Papa emérito, cuando fue acusado de actuar mal ante algunos casos de abusos de la diócesis de Múnich y Frisinga

Victoria Isabel Cardiel C.
Un momento durante la entrevista con la corresponsal. Foto: Victoria I. Cardiel.

En el imaginario público se dibuja a Benedicto XVI como un conservador, partidario de la línea dura de la doctrina.
Es una imagen distorsionada. Era un hombre de diálogo, que nunca se imponía con la fuerza. Quería convencer y confiaba en la autoridad de los argumentos. Le han dado el apelativo de Panzerkardinal, que nada tiene que ver con la realidad. Le dolían mucho las críticas de que era una persona rígida, porque era todo lo contrario. En una sociedad tan mediática como la nuestra, podemos decir que tenía un enfoque un poco ingenuo, pero, ante todo, Ratzinger fue un profesor con un gran rigor intelectual. Nunca dio un golpe en la mesa. Ni siquiera cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe decidía de forma unilateral. Siempre buscó construir puentes, incluso con los que tenían ideas contrarias a las suyas.

¿Podría considerarse un error del Papa alemán la gestión del caso Williamson?
No creo que se pueda catalogar de error. Los cuatro obispos lefebvrianos fueron excomulgados, entre ellos Williamson, por haber recibido la ordenación episcopal sin mandato pontificio, tal y como establece el derecho canónico. Pero Williamson y los otros tres se arrepintieron y tenían el derecho a que se levantase la pena canónica. Lo que pasó fue que ese obispo —que nunca fue católico porque pasó de ser anglicano a ser lefebvriano— dio unas declaraciones a la prensa muy erróneas. Fue un caso complicado mediáticamente, pero el deseo del Papa Ratzinger fue en todo momento superar la ruptura, aunque ello supusiera asumir riesgos.

Pero no podemos afirmar que como Pontífice lo hiciera todo bien.
Nadie hace todo bien, por supuesto. El mismo Papa Benedicto XVI admitió en varias ocasiones que la administración no era lo suyo. Según varios observadores, en algunos aspectos del gobierno práctico hubo fallos y también en algunos nombramientos de obispos o colaboradores.

Es cierto que no siempre tuvo buena fama. ¿Cree que el tiempo le hará justicia?
El inicio del pontificado de Benedicto XVI fue una luna de miel. La JMJ en Colonia fue un éxito. Pero las críticas se desataron tras el discurso de Ratisbona, en 2006; se intensificaron en 2007 en Aparecida con el tema de las misiones, y luego llegó el caso Vatileaks y las filtraciones de documentos. No lo tuvo fácil y estuvo expuesto a ataques hostiles. Pero un Papa no es un político y no tiene que centrarse en ser popular o prestar atención a lo que los medios digan de él. Con todo, creo que en el futuro miraremos con agradecimiento sus obras y su legado espiritual, que será un pilar de la nueva evangelización.

Bio

Vicedecano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, es uno de los cuatro expertos a quien Benedicto XVI pidió ayuda para aclarar si actuó mal ante algunos casos de abusos durante su etapa de arzobispo en Alemania, entre 1977 y 1982. El canonista desmontó una por una las acusaciones.

Los abusos son una gran lacra para la Iglesia católica. ¿Qué hizo Benedicto XVI?
Fue el primero que impuso tolerancia cero. Tuvo que luchar mucho en la Curia romana, porque había resistencias para evitar que la dispensa de las promesas sacerdotales fuera una pena impuesta ante casos de abusos —y no solo una gracia concedida por solicitud del sacerdote en cuestión—. En el año 2005, con Juan Pablo II muy enfermo en el Palacio Apostólico, el entonces cardenal Ratzinger, en su magistral vía crucis en el Coliseo, habló claro de los sacerdotes que habían mancillado el rostro de Jesús. Para él fue una gran desilusión. Durante su pontificado centenares de sacerdotes fueron dimitidos del estado clerical.

Usted fue uno de los cuatro expertos a quienes Benedicto XVI pidió ayuda para aclarar si actuó mal ante algunos casos de abusos durante su etapa de arzobispo en Alemania, entre 1977 y 1982.
Gänswein me pidió a finales de octubre del 2021 que visionara las actas de la archidiócesis de Múnich y Frisinga, que era el material para un informe independiente realizado por un estudio de abogados. En tan solo dos semanas y media tuve que consultar 8.000 páginas solo en el ordenador sin poder imprimir o hacer copias.

¿Cómo lo vivió Benedicto XVI?
Cuando se desató la campaña mediática le dolió mucho que dijeran que había mentido deliberadamente. En verdad, se trataba de un error de transcripción por parte uno de los expertos sobre la presencia de Ratzinger en una reunión. Pero era un detalle de segunda categoría, porque allí nunca se habló de la conducta criminal del sacerdote en la otra diócesis. En el fondo, Benedicto XVI estaba sereno y tranquilo porque tenía limpia la conciencia.

La conclusión a la que llegaron los abogados de la archidiócesis de Múnich y Frisinga fue que el Papa emérito no actuó correctamente en cuatro casos. ¿Qué idea se hizo usted?
No encontré ninguna prueba de que el entonces arzobispo Ratzinger conociera las acusaciones contra esos sacerdotes. Por tanto, no cometió ningún error jurídico ni tampoco moral. En todo el informe no hay ninguna evidencia que sostenga las acusaciones. Los abogados exponen su opinión, y es una opinión muy discutible.

El sacerdote alemán junto al Papa emérito en el monasterio Mater Ecclesiae en octubre de 2020. Foto cedida por Stefan Mückl.

¿Cómo era su trato con el Papa emérito Benedicto XVI?
Muy cordial y natural. Pude visitarlo en varias ocasiones en el monasterio Mater Ecclesiae. Teníamos un trato familiar, sin rodeos ni ceremonias. Le interesaba de verdad la vida de las personas. Yo soy bávaro, como él, y teníamos mucho que compartir.

¿Cómo cree que pasará Ratzinger a la historia?
A nivel teológico, tanto si se hace oficial como si no, será un doctor de la Iglesia. Nos ha dejado un ingente patrimonio teológico. Lo recordaremos como un Papa humilde, valiente y muy humano. A través de su teología se hace patente la bondad, la amabilidad y el amor de Dios.

El Papa Francisco destaca su capacidad de hacer una «teología de rodillas» y de buscar «una penetración cada vez mayor en el misterio de aquel Jesús que le había fascinado desde su juventud». ¿Se podría decir que abrió nuevas puertas en la evangelización?
El mensaje del Evangelio es para siempre, no cambia. Pero, obviamente, el contexto sí va mutando, por lo que hay que actualizar el mensaje evangélico, aunque sea inmutable, para adaptarlo a una época distinta. Benedicto XVI puso esto en práctica de forma magistral. Pero no podemos reducir a Benedicto XVI a sus ocho años en la cátedra de Pedro. Cuando Francisco habla de «teología de rodillas» se refiere a un término que aplicó san Buenaventura, el santo franciscano y el gran héroe del Papa Ratzinger, a quien le dedicó su tesis de habilitación en los años 50. Desde muy temprano tuvo un estilo de predicación formidable. Como obispo, cardenal y Papa no hablaba de los temas de la vida buscando una correspondencia en el Evangelio, sino que partía de los textos litúrgicos del día y a partir de ahí predicaba adaptando la pastoral a las personas que tuviera delante.

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