Adoración y celebración - Alfa y Omega

Adoración y celebración

Papa Benedicto XVI

De lo homilía del Corpus:

Una interpretación unilateral del Concilio Vaticano II ha restringido prácticamente la Eucaristía a la celebración. En efecto, fue importante reconocer la centralidad de la celebración, en la que el Señor convoca a su pueblo, lo alimenta y lo une a Sí, en la oferta del Sacrificio. Esta valoración permanece naturalmente válida, pero se debe situar en su justo equilibrio. La acentuación de la celebración de la Eucaristía ha disminuido la adoración, como acto de fe y oración dirigido al Señor Jesús, realmente presente en el Sacramento del altar. Este desequilibrio ha tenido repercusiones sobre la vida espiritual de los fieles. En efecto, concentrando toda la relación con Jesús eucaristía sólo en el momento de la Santa Misa, se corre el riesgo de vaciar de su presencia el resto del tiempo. Y, de este modo, se percibe menos el sentido de la presencia constante de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como Corazón que late.

Es un error contraponer celebración y adoración. El culto del Santísimo Sacramento constituye el ambiente espiritual en el cual la comunidad puede celebrar bien y en verdad la Eucaristía. En el momento de la adoración, estamos todos en el mismo plano, de rodillas ante el Sacramento del Amor. Es una experiencia muy bella y significativa, que hemos vivido varias veces en inolvidables Vigilias con jóvenes —Colonia, Londres, Zagreb y Madrid—. Estar todos en silencio prolongado ante el Señor presente en su Sacramento es una de las experiencias más auténticas de nuestro ser Iglesia.

(7-VI-2012)