Adam. Fermento y levadura de vida nueva - Alfa y Omega

Adam. Fermento y levadura de vida nueva

Juan Orellana
Samia y Abla son pasteleras y amasan, durante toda la cinta, los dulces y su amistad. Foto: Karma films

Samia vaga por las calles de Casablanca buscando trabajo y un sitio donde dormir. Está en avanzado estado de gestación y nadie le ofrece ni una cosa ni otra. Hasta que una niña, Warda, la mira por lo que es y siente compasión por ella. Warda tratará de convencer a su madre, Abla, de que acoja a Samia. Pero Abla es una viuda cerrada y dura que no quiere complicarse la vida. Sin embargo aún queda algo de humanidad en su corazón.

La directora y guionista de esta cinta es la marroquí Maryam Touzani, una mujer que tras estudiar Periodismo en Londres volvió a Marruecos donde ejerció de documentalista y se especializó en cine magrebí. Su interés por la realidad social de su entorno y en especial por la situación de la mujer le empujó a dirigir Adam, su primera película de ficción. La cinta ha cosechado muchos éxitos en festivales, y se estrenó en el de Cannes, en su edición de 2019. También pasó por nuestro festival de Valladolid.

La película quiere denunciar la situación en la que se encuentran las madres solteras en los países musulmanes. Una situación que les obliga a menudo a desprenderse de sus hijos en cuanto nacen y entregarlos en adopción. Pero la película ofrece mucho más. Para empezar, hace un hermoso retrato de la maternidad, presentada siempre en términos positivos. La cinta también nos habla de la amistad entre mujeres, una amistad comprometida y cómplice en un mundo musulmán en el que la mujer ocupa un segundo lugar en el plano social. Otro aspecto muy significativo es cómo Samia ayuda a Abla a superar su luto, y cómo Abla ayuda a Samia a ser madre. El sufrimiento de las dos tiene el mismo origen: su soledad por el abandono de la pareja. El marido de Abla falleció; el padre del hijo de Samia se quitó de en medio al no estar casados.

Adam es un canto a la mujer anónima y luchadora, y lo hace en un entorno gastronómico muy simbólico. Nuestras protagonistas son pasteleras, y las vemos amasar durante todo el filme. Un amasar continuo y exigente que acaba transformando la masa en fantásticos dulces que alegran la vida de sus vecinos. Toda una metáfora de tantas mujeres, pegadas a la realidad, que son fermento y levadura de vida nueva y de belleza.

La puesta en escena está llena de sensibilidad, de detalles hermosos, como cuando Samia obliga a su benefactora a oír determinada canción o le enseña a amasar sin crispación. Pero la directora no nos ahorra la dureza del dolor, como cuando Samia trata de rechazar a su hijo o es víctima de los celos de Abla respecto a Warda. Esta niña, por cierto, encarna la mirada desprejuiciada, limpia, inocente, luminosa y llena de verdad que los adultos parecen haber perdido. El claroscuro de la fotografía de la iluminadora Virginie Surdej expresa muy bien la ambivalencia de nuestros personajes.

Aunque el final puede no complacer a todos, es el más realista. No estamos ante una película hollywoodiense, sino ante una cinta comprometida con lo que realmente sucede en esos países del Magreb. Una joyita.

Adam
Director:

Maryam Touzani

País:

Marruecos

Año:

2019

Género:

Drama

Público:

Todos los públicos