Activistas de Cuba piden a EE. UU. y la UE «un discurso más comprometido»
«Quizá afuera» al régimen «le funcione esa imagen de sociedad paradisiaca que venden, pero en Cuba nadie les cree», subraya Yaxys Cires, del Observatorio Cubano de Derechos Humanos
Las democracias del mundo «podrían asumir un discurso más comprometido» sobre lo que está ocurriendo en Cuba. Lo afirma a Alfa y Omega Yaxys Cires, asesor legal del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. Por ello, pide a Estados Unidos y la Unión Europea que denuncien «las atrocidades del régimen» y exijan el inicio de una transición política. Optar por dar oxígeno al castrismo, por el contrario, «sería un error ya no desde el punto de vista moral, sino estratégico».
Desde su exilio en Panamá, este activista estima que desde el fin de semana las autoridades han detenido a más de 500 personas, de las cuales aproximadamente 300 son opositores y activistas de la sociedad civil. Con todo, desde el OCDH aún luchan por recopilar información sobre la ola represiva. «Hemos tenido dificultades para documentar los casos, porque nuestros colaboradores están siendo vigilados y también han tenido interrupciones del servicio de internet». Pero confía en que con el tiempo «irán saliendo a la luz los horrores de este sistema decadente que se pelea hasta con su sombra».
Entre los detenidos, subraya, hay bastantes católicos. A los casos del padre Castor José Álvarez, un seminarista y los periodistas Manuel Rodríguez y Leonardo Manuel, de Signis, se suma «gente joven vinculada a diversos movimientos católicos y a los medios independientes, como Neife Rigau», de la publicación La hora de Cuba. En su opinión, esto responde a que «en los últimos meses se ha hecho más explícito el compromiso público con el cambio en el país por parte de muchos católicos, sacerdotes, religiosas y laicos».
En crisis desde 2019
Es un ejemplo más de cómo desde hace un año «venían ocurriendo expresiones de descontento de manera esporádica y aislada». Hasta que «el domingo nos sorprendieron como un clamor popular». Un estallido sin precedentes desde los años 90, en respuesta al continuo empeoramiento de la crisis económica y social.
«Cuba recibió la pandemia en las peores condiciones: con un sistema que no funciona» y que es un «evidente fracaso político, económico y social»; y con varias circunstancias coyunturales en contra. Cires cita la reducción de las subvenciones desde Venezuela por la inestabilidad en ese país, «la disminución de visitantes extranjeros y las medidas económicas del presidente Trump». Todo ello desembocó en 2019 en una «profunda crisis de liquidez» y en la «escasez de productos de primera necesidad».
La respuesta: promesas sin cumplir y propaganda
Ante esto, «la élite en el poder se ha desentendido», refugiándose en «promesas que no se cumplen» y en la propaganda, explica el asesor legal del OCDH. «Quizá afuera les funcione esa imagen de sociedad paradisiaca que venden, pero en Cuba nadie les cree», subraya. Es imposible hacerlo cuando se ven «hospitales destruidos y sin material médico», a enfermos crónicos sin medicamentos y a «jubilados con míseras pensiones que tienen que escoger entre estar en las largas filas para comprar aceite y pillar la COVID-19 o quedarse en casa y pasar más hambre». Además, «el ejercicio de los derechos civiles y políticos está castigado y no hay elecciones democráticas».
Ya en enero, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos denunció un incremento de la represión en 2020, con casi 3.500 casos de detenciones y retenciones arbitrarias. Solo en junio hubo 713 acciones represivas, de las cuales 114 fueron detenciones arbitrarias. Desde 2016, han documentado más de 30.000 detenciones arbitrarias por motivos políticos.
El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) se ha unido al llamamiento de los obispos de Cuba para que la respuesta a las protestas de estos días «no sea el inmovilismo» ni el endurecimiento de posiciones. En una carta dirigida a la Conferencia de Obispos Católicos Cubanos, Miguel Cabrejos y Jorge Lozano, presidente y secretario general respectivamente del CELAM, apelan «firmemente a las instancias gubernamentales a la búsqueda de caminos de solución, pues sabemos que ninguna acción violenta o agresiva permitirá avanzar a nuestros pueblos por caminos de fraternidad, justicia y paz».
Por su parte, la Conferencia Cubana de Religiosos ha manifestado su «profundo respeto e interés» por los «clamores y esperanzas» de los cubanos. Y, para superar la situación actual, ha sugerido cinco claves: defender el derecho a expresar las reivindicaciones de forma pacífica en el espacio público; liberar a los detenidos injustamente; respetar el derecho a la información y la comunicación; evitar la violencia y «escucharnos entre todos para poner remedio a las causas que originaron estas manifestaciones».
¿Y ahora, qué?
En el futuro inmediato, Cires espera «un aumento de la represión» junto con «algunas medidas» supuestamente pensadas para aumentar el bienestar de los ciudadanos, pero «de poco calado». La ausencia de un «proyecto de país» y la «soberbia» de la élite «no les permite escuchar a los ciudadanos ni a los adversarios políticos». Por su parte, «los demócratas tendremos que seguir denunciando la represión, pero a la vez intentar conectar con esos miles de cubanos que el domingo dijeron basta».
Otra oportunidad para avanzar puede ser «el descontento creciente entre los seguidores del régimen con el empobrecimiento actual y con la represión». Hasta tal punto ha llegado la desafección, que al no poder movilizar como deseaban a sus partidarios, las autoridades tuvieron que recurrir a «jovencitos del servicio militar obligatorio armados con palos para golpear a los manifestantes».
A la pregunta sobre si este descontento no puede llegar también a clases dirigentes y suscitar algún avance, el asesor legal del OCDH afirma que «hay gente dentro de la cúpula con talante reformista». Sin embargo, «el terror juega su papel y todos en el Gobierno saben que lo hace de manera implacable incluso con los suyos».