Acordaos, Madrecita - Alfa y Omega

Seguro que más de uno podría seguir esa oración y cantarla a ritmo latino en su lengua materna. La Iglesia de Latinoamérica y de Filipinas celebraba ayer la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona, mestiza y Madre, que acompaña el acontecer de estos pueblos. El comienzo de otro año litúrgico y las ya cercanas fiestas navideñas, año tras año, van precedidas de ese toque materno entrañable, con dos fiestas grandes, la anteriormente citada y la de la Concepción Inmaculada de la Virgen María. Como si quisiera ella repetirnos lo que le dijo a san Juan Diego: «¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?».

En este tiempo entrañable quiero hacer presente a tantas mujeres filipinas, que lejos de sus hijos, país y familias echaran de menos poder celebrar con los suyos araw ng pasko, los días de Navidad, la novena de misas a las cuatro de la madrugada donde va toda la familia caminando, de noche, llamada Simbang gabi antes de Nochebuena y la Misa de gallo. Lloraran no poder vivir el bonding familiar que significa sencillamente estar juntos. Y es que aproximadamente un 11 % de los ciudadanos filipinos (unos diez millones) residen en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong, Singapur, EE. UU., Europa. etc. Los estudios señalan que los filipinos se marchan a un ritmo de unos 141 a la hora. Son los llamados: OFW (Overseas Filipino Workers), la mayoría mujeres y algunos hombres, que aportan el 12 % del Producto Interior Bruto (PIB) gracias al dinero que envían a sus familias.

En nuestra zona de misión conocemos a muchas mujeres que para que sus hijos y familias puedan vivir, estudiar y forjarse un futuro mejor renuncian a verlos crecer para cuidar a hijos y abuelos de otros. Esa es la historia de Alicia y Raquel, a quienes veis en la foto, y quienes después de muchos años han vuelto a Filipinas y colaboran con nosotros en la formación de otros jóvenes que hoy echaran de menos a sus propias madres. Acordaos Madrecita.