A la ONU le preocupa el estado «demacrado» de los prisioneros de Israel y Hamás
Ha valorado como «profundamente perturbadoras» las imágenes que se han visto de ellos
Al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos le preocupa el estado «demacrado» de los prisioneros liberados la semana pasada en Tierra Santa. De todos, tanto los liberados por el Estado de Israel como los rehenes de la milicia yihadista de Hamás. Ha recordado a ambos que los malos tratos a personas protegidas es un crimen de guerra.
Según ha declarado Thameen al Kheetan, portavoz de la oficina de Derechos Humanos de la ONU, «las imágenes de rehenes israelíes y detenidos palestinos demacrados como parte de la primera fase del acuerdo de alto el fuego en Gaza han sido profundamente perturbadoras».
A través de su página web, este organismo ha denunciado además de manera específica los «signos de malos tratos y desnutrición grave» visibles en tres varones de 34, 52 y 56 años que Hamás liberó el pasado sábado. Estos tres hombres protagonizaron el quinto intercambio de prisioneros entre la milicia yihadista y el Estado de Israel desde el alto el fuego en la Franja de Gaza.
La entidad de la ONU también se ha mostrado «profundamente preocupada» por un suceso que ya se ha repetido en varias ocasiones anteriores. Se refiere al «desfile público» de los recién liberados, a quienes se sube a un podio y se presentan a los gazatíes antes de subirlo a una furgoneta de la Cruz Roja para trasladarlos a Israel. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos señala además que a estas personas se les suele obligar a hacer declaraciones bajo coacción.
El portavoz de esta oficina de Derechos Humanos sido igualmente crítico con el estado de los prisioneros palestinos y «las graves condiciones» de las cárceles israelíes «en las que han estado recluidos». «La forma en que han sido liberados también plantean serias preocupaciones».
A los dos contendientes en esta guerra les ha exigido que aseguren «un trato humano» a todas las personas bajo su control. Y ha recordado su «derecho a no sufrir ninguna forma de tortura o abuso». De lo contrario, aquel actor que incumpla tal petición estaría incurriendo en crímenes de guerra ante los que «los culpables deben recibir condenas proporcionales a la gravedad de su conducta».