El Papa alerta a los jóvenes de la fugacidad de los «selfies»
En su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, también previene de ver y juzgar el mundo «desde detrás de una pantalla, sin ensuciarse nunca las manos con los problemas»
En su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, que este año se celebrará a nivel diocesano el 24 de noviembre, el Papa ha animado a los jóvenes católicos a «ponerse en camino no como simples turistas, sino como peregrinos». Y, sin referirse a ello específicamente, Francisco ha hecho una mención sutil de los llamados ninis – los jóvenes desempleadosque no están recibiendo educación ni formación profesional- que están dominados por el aburrimiento que ha definido como «ese estado de apatía e insatisfacción» de quien no se pone en marcha, «no decide, no elige, no se arriesga nunca y prefiere permanecer en su propia zona de confort, encerrado en sí mismo». El Papa también ha constatado que este tipo de aburrimiento es como un «cemento en el que se sumergen» los pies, que acaba «por endurecerse, nos pesa, nos paraliza y nos impide avanzar».
De cara al próximo Jubileo de 2025, que arrancará en diciembre, les ha pedido que no vean ni juzguen el mundo «desde detrás de una pantalla» o se contenten con una experiencia fugaz como «un selfie».
En su mensaje de tres páginas, también ha remarcado que se viven «tiempos marcados por situaciones dramáticas» y ha citado ejemplos como «la tragedia de la guerra, la injusticia social, la desigualdad, el hambre, la explotación del ser humano y de la creación». Del mismo modo, ha lamentado que los que pagan «el precio más alto» de estas crisis son precisamente los jóvenes. Un colectivo social que está específicamente expuesto
a «vivir sin esperanza, prisioneros del aburrimiento y de la melancolía, arrastrados a veces por la ilusión de la transgresión y de las realidades destructivas».
El Pontífice ha dicho también que los logros, las conquistas y los éxitos, si se quedan sólo
«en lo material», tras un primer momento de satisfacción, les dejarán «hambrientos, anhelando un sentido más profundo». Por ello, ha explicado que es «normal» sentir cansancio, tras el entusiasmo inicial de cualquier peregrinación vital y ha explicado cómo «en algunos casos, lo que provoca ansiedad y cansancio interior son las presiones sociales, que nos empujan a alcanzar determinados estándares de éxito en los estudios, el trabajo, la vida personal».
De hecho, ha destacado que ese cansancio también puede sentirse «en el matrimonio, el sacerdocio o la vida consagrada» donde sa veces se viven momentos de crisis, que hacen que la vida «parezca una difícil caminata por el desierto».
«Esto produce tristeza, ya que vivimos en el ajetreo de un activismo vacío que nos lleva a llenar nuestros días con mil cosas y, a pesar de ello, a tener la impresión de no poder hacer nunca lo suficiente y de no estar nunca a la altura», ha considerado.
Con todo ha detallado que los tiempos de crisis «no son tiempos perdidos o inútiles, sino que pueden convertirse en importantes ocasiones de crecimiento».
Por otro lado, ha advertido de las «muchas falsas esperanzas» que acaban por desvanecerse. «Se desenmascaran y, así, quedamos desnudos ante nosotros mismos y ante las cuestiones fundamentales de la vida, más allá de toda ilusión. Y en ese momento, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿en qué esperanzas baso mi vida? ¿Son verdaderas o son ilusiones?».
Pero el mensaje del Papa es claro: «En esos momentos, el Señor no nos abandona; se hace cercano a nosotros con su paternidad y nos da siempre el pan que revigoriza nuestras fuerzas y nos pone de nuevo en camino».