Un «cofre del tesoro» empeñado en sobrevivir
Solo un obstáculo separa los retablos del templo de San Clemente, en Escobar de Campos (León), de la Ruta del Plateresco: «La torre se nos está cayendo». Su párroco pide una solución
Escobar de Campos, el municipio más pequeño de León, tiene tan solo 31 habitantes, pero eso no le impide contar con lo que numerosos historiadores valoran como «un cofre del tesoro». En este pueblo fronterizo con la provincia de Palencia se erige la iglesia de San Clemente, un templo de principios del siglo XVI levantado sobre los restos de otro anterior.
Se sabe que su precursor es muy anterior a 1362 pues, tal y como recoge el testamento de la adinerada Inés Ramírez de Cifuentes, que le dejó 20 maravedíes en herencia, por entonces aquel edificio ya se consideraba viejo. «Como tantas iglesias, se construyó sobre otra», explica a Alfa y Omega Gaspar Turienzo, párroco rural de esta iglesia y de otras siete. Las quinielas más arriesgadas cifran los orígenes del primer templo en el año 960, de cuando se estima el nacimiento de «este pueblo que llama la atención por lo pequeñito que es».
La iglesia de San Clemente, pese a encontrarse en plena España vaciada, cuenta con un retablo de seis piezas de Maestro de los Santos Juanes, un artista que trabajó en la diócesis de León entre 1525 y 1550 y que seguía el estilo que Juan de Flandes difundió en aquel siglo por la zona; aunque cuenta asimismo con detalles tardogóticos herederos de otro tiempo. Una obra que un remoto predecesor de este párroco, Mateo Lasso, mandó ampliar por 4.350 reales el 15 de mayo de 1750 a otro artista local, Gaspar Guerra. La calidad de las obras es impresionante, pero el pueblo no ha conseguido aún colocar su iglesia en la turística Ruta del Plateresco que atraviesa la comarca Tierra de Sahagún, en la que se encuadra, por un motivo que Turienzo despacha tajante: «La torre se nos está cayendo».
Este sacerdote, un hombre que presume de hablar «a la pata la llana», revela que actualmente se está acometiendo un estudio geológico para combatir la brecha que atraviesa el torreón central de la iglesia porque «falla la cimentación». «Entre la Junta de Castilla y León, la diputación y el Obispado habrán venido 40 veces a ver cómo solucionar las cosas. De momento, hemos evitado que la torre se caiga». En conversación con el alcalde, Javier Vega, antiguo constructor, el párroco y los diferentes técnicos han planeado un remedio. «Consiste en inyectar una espuma bajo la tierra, que luego se solidifica y se vuelve más fuerte que el cemento», detalla el sacerdote. Pero aún no se ha podido aplicar.
Gaspar Turienzo señala que el motivo del riesgo para la torre es que está levantada en tapial. «Era el estilo de construcción de esta zona, barro prensado con algo de piedra y, si no se moja, es muy resistente». El problema es que, fruto de una deficiente planificación urbanística, la apertura de una nave de ganado prácticamente anexa al edificio histórico «provocó que se metiera agua en la torre y por culpa de eso se dañó». «No se siguió ninguna regulación y fue un desastre», protesta.
Debido a los riesgos que plantea, «ahora mismo el Obispado no recomienda celebrar Misa en esta iglesia por precaución». Por tanto, «llevamos tres meses sin poder tener culto» en San Clemente. «Ya han caído algunas piedras y una campana se ha desprendido», enumera el párroco. Como solución transitoria, los feligreses del pueblo se han cerciorado de que «los retablos estén en la parte contraria» a donde se erige la torre. Además, se congregan los domingos en la ermita de Nuestra Señora de la Vega. De allí saldrán en procesión este San Isidro las imágenes del santo, de mucha devoción en esta tierra de cereales.
El párroco señala que «el dinero que se ha invertido ha sido todo del Obispado». Y exige una respuesta «a quien tenga competencia». «Es una iglesia muy vieja que llama la atención y sería una pena que la dejaran caer cuando es un patrimonio valiosísimo», concluye.