El veterano director, guionista y productor Antonio Chavarrías (Barcelona, 1956) aborda una película muy diferente de lo que había hecho hasta ahora. Motivado por sus lecturas sobre la Alta Edad Media, decide escribir una historia de ficción, ambientada en el siglo IX, en la zona de los Pirineos que pertenecían al reino de los francos, justo después de la muerte de Carlomagno, probablemente bajo el reinado de su hijo Ludovico I, el Piadoso. Una joven de 17 años, Emma (Daniela Brown), hija de un poderoso conde que ha reconquistado tierras a los musulmanes, es elegida abadesa de una importante abadía en zona de frontera. Ella recibe el encargo de repoblar de cristianos la comarca reconquistada y devolver la fe cristiana a esas tierras. Emma es una mujer de profunda fe y piedad, pero sin ninguna experiencia del mundo y sus intrigas. Cuando decide llevar adelante la misión encomendada y salir de los muros de la abadía para llevar la fe y la caridad a los pobladores, se va a encontrar con la oposición tanto de los militares a las órdenes de su hermano, el conde Dufry, como de muchas de las monjas, que han ingresado en la abadía por motivos familiares ajenos a una verdadera vocación religiosa. Sin embargo, la abadesa contará con el apoyo de unas pocas religiosas, de un diácono y, sobre todo, del rey de los francos y del Papa.
Rodada sobre todo en el castillo de Loarre (Huesca), en la catedral vieja de Lérida, y con los maravillosos paisajes del Prepirineo y de los mallos de Riglos, la película hace un importante esfuerzo para sumergirnos en la profunda Edad Media. Aunque es evidente la perspectiva actual que proyecta el director sobre aquel momento, lo hace respetando lo más importante y esencial del mismo: una sociedad definida por la fe. La película muestra un mundo de intrigas, traiciones, envidias y luchas de poder, pero casi todos los personajes están definidos por la fe y por la obediencia a la autoridad religiosa. La perspectiva actual que proyecta Chavarrías es fundamentalmente la del feminismo, pero la propone sin estridencias ni flagrantes anacronismos. La abadesa se enfrenta a un mundo militarizado por la reconquista, y por tanto un mundo de hombres, y de hombres guerreros y poderosos. Tampoco parte del clero se siente cómodo con una mujer que quiere dilatar su poder más allá de los muros del oratorio o del refectorio monacal.
Pero Chavarrías tiene el acierto de no limitarse a la dialéctica feminismo-machismo, sino que se asoma también a los conflictos morales y religiosos de la protagonista: las tentaciones de la carne, la soledad, la ascesis, su amor a la castidad… así como a la dimensión social de su fe: dar de comer al hambriento y vestir al desnudo, independientemente de que se trate de cristianos viejos, moriscos o musulmanes camuflados.
Estéticamente es una película muy cuidada, tanto en el románico de los interiores, el gregoriano de la música o el correcto latín, y recuerda a veces a El séptimo sello de Bergman, a Rublev de Tarkovski e incluso a El nombre de la rosa, de J. J. Annaud. Mirando el cine más reciente encontramos ecos de Teresa, de Paula Ortiz. Una película, sin duda, interesante.
Antonio Chavarrías
España
2024
Drama
Pendiente de calificación