El cazador de búfalos. Un wéstern de sabor clásico sobre las trampas de la ambición - Alfa y Omega

El cazador de búfalos. Un wéstern de sabor clásico sobre las trampas de la ambición

Juan Orellana
Will Andrews (Fred Hechinger) junto a Miller (Nicolas Cage) en las tierras de Colorado (Estados Unidos)
Will Andrews (Fred Hechinger) junto a Miller (Nicolas Cage) en las tierras de Colorado (Estados Unidos). Foto: Filmin.

Esta semana se ha estrenado en plataformas este wéstern de sabor clásico ambientado en el mundo de los cazadores de búfalos a mediados del siglo XIX en el Oeste americano. El guion de Gabe Polsky y Liam Satre-Meloy se basa en la novela Butcher’s Crossing, escrita por John Williams en 1960. Es la historia de Will Andrews (Fred Hechinger), un joven universitario que abandona Harvard para ir en busca de una experiencia de vida en el inhóspito salvaje Oeste. Su deseo es sumarse a una expedición de cazadores de búfalos y, de esa manera, conocer nuevos parajes y territorios. Con esta intención llega a una aldea de Kansas llamada Butcher’s Crossing, donde conoce a Miller (Nicolas Cage), un experto cazador que no consigue formar una cuadrilla para ir a cazar a un lugar considerado por todos demasiado lejano y de difícil acceso. Will, ávido de aventuras, se ofrece a acompañarle y a financiarle la arriesgada expedición, que finalmente formarán cuatro personas. La razón de cazar búfalos es el creciente negocio de pieles.

Aunque la novela fue considerada por The New York Times como un antecedente de Cormac McCarthy, y uno de los primeros wésterns revisionistas, la película tiene un sabor muy tradicional, pero alejada de la épica de los clásicos. Está presente el desencanto de los wésterns crepusculares, sin la sórdida amargura de epígonos de Sam Peckinpah. Lo que evita el naufragio en ese tono fatalista es probablemente el personaje de Will, un joven idealista de alma pura que no ha sido corrompido por los abismos de la ambición y la seducción de la avaricia. No se ha hundido en el cinismo de su entorno, sigue distinguiendo el bien y el mal, y ve en la fácil y seductora Francine (Rachel Keller) a un ser humano, a una mujer, y no, tal como la ven todos los demás, como a una prostituta objeto de placer. Esta inocencia le permite ser testigo de las consecuencias de la ambición obsesiva de Miller, que siendo al principio un hombre sensato y razonable, pierde el norte cuando se da cuenta de lo absurdamente rico que podría llegar a ser. Es en este punto donde el relato adquiere rasgos trágicos, incluso bíblicos, como subraya el personaje de Charlie Hoge (Xander Berkeley), un anciano del pequeño grupo temeroso del castigo divino.

Junto a la lectura moral del filme, que no se separa de las moralejas clásicas del género, la película también ofrece un mensaje ecologista en la línea con los tiempos. Muestra la brutalidad que supone matar a cientos de reses solo para quitarles la piel, dejando el campo sembrado de cadáveres despellejados. La puesta en escena de la cinta es correcta, sin mucha personalidad, pero eficaz. Nicolas Cage consigue reprimir sus extravagancias y nos da un personaje bastante aceptable. Los paisajes son fantásticos, aunque no llegan a tener la fuerza por ejemplo de El renacido. En definitiva, una película que no rechazarán los amantes del cine del Oeste, sin indios ni caballería ligera. Pero con muchos búfalos.

El cazador de búfalos
Director:

Gabe Polsky

País:

Estados Unidos

Año:

2022

Género:

Wéstern

Público:

+18 años

Cartel de 'El cazador de búfalos'