Cardenal Carlos Osoro: «Que cada hogar sea como el de san Isidro»
Un año de encuentros humanos. Así ha sido este jubileo para el arzobispo de Madrid, quien ha comprobado de primera mano que el santo hace milagros. Como el de aquel chaval «que no creía ni en las aspirinas»
Herederos de los centenarios de san Isidro en los que Madrid se ha rendido al patrón, ¿hemos estado a la altura?
Estoy muy contento porque hoy sabemos muchas más cosas de san Isidro de las que sabíamos antes, por todas las investigaciones que se han hecho. Y en sí mismo el Año Santo es para estar alegres. Que un hombre de aquel pueblo que era Madrid tenga trascendencia histórica en todos los continentes quiere decir que fue un hombre grande. No porque mandase o porque fuera un hombre de gobierno. Era un hombre sencillo, pero un hombre de Dios. San Isidro no escribió; vivió.
Un santo de la puerta de al lado de hace 400 años.
Los primeros misioneros llevaban a Isidro como ejemplo para que la gente humilde entendiese qué significa ser cristiano. Es el santo del pueblo sencillo.
Ahora sabemos, además, que el patrón de Madrid tiene rasgos africanos, lo que ha hecho sentir a muchos más cerca de la ciudad que les acoge.
Quiero hacer una fiesta con la gente que procede de África y está viviendo en Madrid. Este santo tiene un acento especial para ellos.
¿El pueblo de Madrid se ha volcado?
Ha habido mucha gente de las parroquias que ha venido a hacer la visita a san Isidro, ha subido al camarín y orado ante el santo. Los resultados no son matemáticas, sino que alcanzan el corazón del ser humano. Y ha habido personas alcanzadas por Nuestro Señor a través del patrón.
También la sociedad civil. Hasta la ONCE ha hecho un cupón.
Este año dedicado al santo nos ha ayudado a unirnos en proyectos comunes, por ejemplo con el Ayuntamiento, cada uno desde su sitio. Yo tengo que dar gracias a toda la gente que ha intervenido.
¿Hay alguna anécdota de estos meses que le haya marcado especialmente?
Una mañana, mientras estaba orando en el camarín se me acercó un chico y me pidió hablar. No quería hacerlo en el confesionario, así que fuimos a dar un paseo. Salimos a comer juntos, pasamos la tarde. Era un chaval bueno viviendo un momento especial en su vida, pero me impactó muchísimo. Y salió de otra manera. Ese muchacho ahora ha tomado una dirección diferente y no creía ni en las aspirinas. He pasado muchas horas con él, pero la obra la ha hecho san Isidro. Le pedí que hiciera como con su hijo.
También recuerdo a una mujer que me pidió en la colegiata que rezase por ella, porque le habían dado seis meses de vida. Pero no para que se curase, sino para que fuese lo que Dios quisiera. Esa mujer a día de hoy me sigue viniendo a ver y han pasado más de seis meses. Hay gente que ha venido a rezar a san Isidro desde Filipinas, de toda América Latina. Tantos venezolanos que lo han perdido todo. Este Año Jubilar me ha hecho tener encuentros humanos donde la fe cristiana ha tenido una singularidad especial.
¿Ha pedido usted algo especial al patrón para el pueblo de Madrid?
Le he pedido que me dé la capacidad para ser el obispo que hoy necesita Madrid en las cosas que hago, que digo y que vivo. Pero también que sea un revulsivo, especialmente para la familia, que fue tan importante para él. Siempre que voy a la colegiata subo al camarín y se lo pido. En esta ciudad tan grande hay mucha gente y muchas familias. Muchas casas. Cuando voy por la calle o a una visita siempre miro los hogares y pido que cada uno sea como el de san Isidro. Y el paseo se me hace corto.