Lope siempre es fascinante. Lo es también cuando lo vemos en la representación de Entre Marta y Lope anciano y sacerdote, viviendo con su última amante, Marta de Nevares, ciega y loca. El interés por Lope que suscita esta función en concreto no nace del morbo de un argumento así, sino de la lealtad hacia los personales reales y del rigor histórico con los que han escrito la obra Gerardo Malla y Santiago Miralles. ¡Cuánta sabiduría en la Historia bien contada! ¡Qué grande Lope, qué grande nuestro Siglo de Oro! Pero no estamos ante una clase de Historia, sino ante una dramatización. Y Montse Díaz como Marta y Gerardo Malla como Lope hacen una interpretación muy convincente de un texto que realmente nos sumerge en el tiempo.
Nosotros, los alumnos de los años 80 y 90, aprendimos literatura en la escuela y la universidad bajo el prisma de la historiografía marxista inspirada en la filosofía de Hegel. La historia de la literatura nos la explicaron en términos de tesis, antítesis, síntesis. Pero por mucho que uno quería, no podía encajar los datos que aprendía en aquel esquema explicativo tan simplista. Ente Marta y Lope, en el Teatro Español, nos presenta los hechos liberados del corsé de la presunción ideológica y nos hace respirar a los que amamos el Siglo de Oro.
Un siglo XVII del que los españoles nos podemos sentir orgullosos: en él coincidieron Lope, Cervantes, Quevedo o Góngora. Los artistas dependían entonces económicamente del mecenazgo —hoy juegan ese papel las subvenciones—. Ellos nunca fueron serviles, sin embargo, porque nunca fueron cínicos. Nada que ver con una cultureta mediocre, pretenciosa y parasitaria. Aquellos hombres eran hombres y se exponían de verdad, aun a costa de las ayudas que les eran necesarias para sobrevivir muchas veces. Su vida y su arte estaban tan unidos que jamás ocultaron sus rivalidades ni su debilidad.
Todo Madrid conoció la triste historia de Marta y el amor del sacerdote por ella. Lo conoció por los versos del propio Lope, una Égloga a Amarilis tan hermosa como reveladora de hechos biográficos. Es conmovedora la expresión del poeta ante la ceguera y locura de su amada (Los ojos de los dos tanto sintieron, / que no sé cuáles más se lastimaron, / los que en ella cegaron, o en mí vieron).
¿Quién puede juzgar a Lope? Entre Marta y Lope lo evita con buen criterio, desde el respeto a su genialidad y a su debilidad. El escritor anciano es el autor más querido de su tiempo, el más prolífico y famosos, el más grande. Frágil y pobre, sin embargo, débil hasta dar lástima, hasta mover a la misma compasión que sin duda el sintió por Marta.
Queridísimo, admirado Lope. Siempre será bueno que se le conozca mejor, como pretende esta coproducción de la Fundación Siglo de Oro y el Teatro Español.
★★★☆☆
Calle Príncipe, 25
Sevilla
OBRA FINALIZADA