Los provida vuelven a las calles de EE. UU. para hacer el aborto «impensable»
Tras la anulación de la sentencia Roe contra Wade, que legalizaba esta práctica en todo el país, la Marcha por la Vida puso en el punto de mira al Congreso
Los grupos provida en Estados Unidos advirtieron el viernes de que su lucha no ha terminado con la sentencia del Tribunal Supremo que el pasado junio anuló su reconocimiento como derecho: «No pararemos hasta que el aborto sea algo impensable», aseguraron los responsables de la Marcha por la Vida.
La manifestación, que se celebra cada año desde 1974, tuvo este año un peso doblemente simbólico. Por un lado, se trataba de su edición número 50, medio siglo después de que el Tribunal Supremo, mediante la sentencia del caso Roe contra Wade, legalizara el aborto en todo el país. Además, era la primera marcha después de que la misma corte anulara Roe el 24 de junio pasado.
Miles de personas, muchas de ellas jóvenes, acudieron a la convocatoria en el National Mall, en Washington D. C. Este año, por primera vez, la marcha terminó entre el Capitolio, sede del Congreso, y el Tribunal Supremo, y no solo ante este. Era la forma de los organizadores de expresar que su batalla prosigue también ante el Parlamento.
«No pararemos»
«Este año conmemoramos nuestra victoria más significativa, pero no pararemos», dijo al público la presidenta de la Marcha por la Vida, Jeanne Mancini. Cuando el Supremo revocó en junio la sentencia de Roe, dejó en manos de cada estado la decisión de autorizar o no el aborto.
«Fue un paso en la decisión correcta y una señal de que nuestras voces habían sido escuchadas», dijo a EFE Maggie Marciniak, de 27 años, que acudió a la marcha desde Pensilvania con la voluntad de mostrar su apoyo a las mujeres y a los niños nonatos y por medidas que «defiendan de verdad la vida».
Desde el fallo del Supremo, según datos de Planned Parenthood, la mayor red de clínicas abortistas de Estados Unidos, 18 de los 50 estados han prohibido el aborto o lo han restringido severamente, y en 13 de ellos el acceso a ese servicio es prácticamente imposible, aunque hay excepciones. Sin embargo, según la organización de la marcha, estas restricciones solo reducirán en unos 200.000 abortos los 900.000 abortos que hasta ahora se daban cada año en el país.
«Proteger ambas vidas»
La batalla de los provida, tal y como afirmó en el escenario el nuevo líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja, Steve Scalise, «ha durado décadas»: «Es importante que celebremos cada logro en el camino. Sigamos la lucha y ganémosla».
«El aborto es diabólico, es un asesinato. Hay que acabar con él completamente. La vida es un regalo», apuntó Luke Douglas, de 16 años, que llegó a la manifestación con compañeros de su instituto, el Trinity Christian School, del vecino estado de Virginia. Incluso cuando la vida de la madre está en peligro, «siempre hay formas de proteger ambas», añadió Mollie McCain, de 57 años.
La Casa Blanca dejó claro que respeta el derecho a una manifestación pacífica, pero el presidente, Joe Biden, subrayó igualmente que su Administración no parará hasta restaurar el derecho al aborto en todo el país y hasta que el Congreso lo inscriba en la Constitución.
«Ahora empieza una nueva e importante fase del trabajo en el movimiento provida», subrayó Michel Burbidge, presidente del Comité de Actividades Provida de la Conferencia Episcopal Estadounidense. Durante la Vigilia Nacional de Oración por la Vida, en la víspera de la marcha, Burbidge indicó que «a nivel nacional, debemos continuar nuestros esfuerzos para poner fin a políticas como las que ponen en el punto de mira a poblaciones globales vulnerables con financiación del aborto o a las que facilitan medios alternativos de aborto» en el país. También prestar más atención a las comunidades locales para «limitar el alcanza del aborto legal, acabar con su financiación o idealmente, prohibirlo totalmente», exhortó desde el santuario nacional de la Inmaculada Concepción.
Sin embargo, «el trabajo más importante que tenemos ante nosotros es el trabajo de no solo cambiar las leyes sino de cambiar los corazones, con fe firme en la gracia y el poder de Dios para hacerlo». Esto implica «aprender formas nuevas y atractivas de comunicar la dura realidad del aborto», y también conocer cómo funciona el sistema legal del país. Un segundo paso, más difícil, es «comunicar nuestra visión con amor», en un tiempo en el que «las redes sociales nos periten difundir nuestro mensaje de forma muy amplia y eficaz, pero con frecuencia sacan lo peor» de la gente.
«Esto no quiere decir que no debamos pedir cuentas a los demás por sus opiniones, especialmente a los que en su función de representantes públicos declaran su apoyo al aborto. Al contrario, la caridad exige rendición de cuentas», sobre todo «ante Dios todopoderoso». «Todos estaremos ante Dios para dar cuenta de lo que hicimos o no para proteger a sus hijos. Esto es especialmente verdad para aquellos que profesan nuestra fe y tienen la mayor oportunidad de proteger al niño en el seno materno», concluyó Burbidge, en una posible alusión al presidente Joe Biden, católico.