«Debemos redoblar esfuerzos» tras la sentencia del Supremo - Alfa y Omega

«Debemos redoblar esfuerzos» tras la sentencia del Supremo

El obispo responsable de las Actividades Provida en EE. UU. aplaude la constancia de un movimiento que ha hecho posible restringir el aborto en la mitad del país

María Martínez López
Activistas a favor y en contra del aborto, ante el Supremo el día 24
Activistas a favor y en contra del aborto, ante el Supremo el día 24. Foto: EFE / EPA / Shawn Thew.

Jennifer Carr Allmon lloró el pasado viernes cuando se hizo pública la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre el caso Dobbs contra Jackson Women’s Health Organization. La directora ejecutiva de la Conferencia de Obispos de Texas había repetido muchas veces que «esta generación acabará con el aborto», pero «hace años pensaba: “Vale, quizá”». Ahora es más real.

Al anular la sentencia del caso Roe contra Wade, el Supremo devolvía la decisión sobre el aborto a los parlamentos estatales y al federal. No afecta a los 21 estados donde el aborto es legal. Pero en 15 entraron automáticamente en vigor, o lo harán en breve, leyes que lo prohíben o lo restringen. En otros ocho pueden llegar pronto. La inmediatez se debe a que 13 estados tenía leyes con detonador, que se activarían si se anulaba Roe. En Texas, segundo estado más poblado del país, Allmon participó en el equipo de activistas que preparó el texto del proyecto. «Se lo propusimos a los legisladores, nos reunimos con ellos uno por uno», hasta que se aprobó el año pasado.

Aunque en Texas se dejaron de practicar abortos el mismo viernes por una ley anterior a Roe, la nueva entrará en vigor en un mes. Contempla hasta cadena perpetua para quien lo practique, salvo si hay riesgo para la vida de la madre. «A la mujer no se la castiga», subraya Allmon. Al mismo tiempo, Texas ha aumentado de 28 a 47 millones de euros los fondos del programa Alternativas al Aborto y ha ampliado la atención sanitaria gratuita a las embarazadas (los niños ya la tienen) hasta seis meses tras el parto; pronto será un año.

Los casi 50 años de Roe

1973: Roe contra Wade: el Supremo afirma que el aborto es un derecho protegido por la Constitución.

1992: La sentencia PP contra Casey admite restricciones al aborto solo si no suponen un obstáculo sustancial.

1995: Norma McCorvey, Jane Roe en el caso de 1973, se arrepiente de su papel y se implica en el movimiento provida.

2017-2020: Trump nombra a tres jueces del Supremo contrarios a interpretar la constitución a favor del aborto.

2022: Por cinco votos frente a cuatro, el Supremo considera la sentencia de Roe «atrozmente equivocada».

2022: El presidente Biden pide votar en las elecciones de noviembre a políticos que apoyen leyes proaborto.

Se trata de una victoria parcial, pero histórica. William Lori, presidente del Comité de Actividades Provida de la Conferencia Episcopal Estadounidense, la atribuye a la labor desde hace casi 50 años, «sin perder fuerza ni entusiasmo», de un movimiento provida «joven, de base» y en muchos casos «alimentado por la oración». Pero también «diverso religiosa, cultural y políticamente». Prueba de ello es Herb Geraghty, de 26 años, director ejecutivo de la organización Rehumanize. Esta entidad defiende la «ética congruente sobre la vida», una corriente que combate tanto el aborto y la eutanasia como la violencia racista, y reclama leyes migratorias justas.

Geraghty, ateo, recuerda que en las primeras décadas el movimiento provida «era extremadamente cristiano y conservador, y muchas personas se sentían excluidas». Por eso agradece la labor de los pioneros que abrieron el camino a «voces provida no creyentes, de izquierdas, LGTBI…». También la acogida del resto del movimiento. «Si un niño se está ahogando, no tengo problema en trabajar para rescatarlo con gente con la que estoy en desacuerdo», por ejemplo, sobre el matrimonio homosexual.

Esto ha sido «muy eficaz para atraer a gente del otro lado. Les puedes decir que no les pedimos que cambien su visión del mundo o que asuman el programa republicano». Solo «reconocer las pruebas científicas de que la vida humana empieza en la concepción». No es raro que la gente cambie de opinión. «Creo que es parte de lo que ha llevado a este momento». Y ahora puede ser más necesario que nunca.

Un momento difícil

Lori admite que, a pesar de la alegría, la situación es «difícil». La sociedad «está muy polarizada y dividida y hay mucha ira». En su forma más radical, ha llevado a la creación del grupo extremista Jane’s Revenge, que ha reivindicado al menos 16 ataques contra centros de atención a embarazadas e iglesias.

Por ello, Lori pedía el viernes, junto con el presidente del episcopado, José H. Gómez, «sanar las heridas». Explica a este semanario que «una de las cosas más importantes que podemos hacer es no centrarnos solo en el no nacido sino también en las madres, y redoblar nuestros esfuerzos» por «crear una sociedad justa donde ninguna tenga que elegir entre su hijo y su futuro». Para ello hacen falta leyes que apoyen a las familias, garanticen unos ingresos mínimos y faciliten la conciliación. Ámbitos en los que se pueden encontrar «aliados que no comparten nuestra visión del aborto».

También es una exigencia moral para la Iglesia y el movimiento provida. Dar testimonio del «evangelio de la vida» y del «mensaje básico de la dignidad humana» mediante la ayuda «hará que nuestra enseñanza sea creíble», y puede que «los corazones se ablanden».

RELACIONADO