El Papa pide a los periodistas que salgan al encuentro de las personas
«Ven y lo verás», es la cita del Evangelio de Juan que encabeza el título del mensaje para la 55 Jornada de las Comunicaciones Sociales
El Papa Francisco pide a los periodistas en su mensaje para la 55 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que comuniquen «encontrando a las personas donde están y como son». «Ven y lo verás», es la cita del Evangelio de Juan que encabeza el título del mensaje.
Esta invitación a ir y ver «que acompaña los primeros y emocionantes encuentros de Jesús con los discípulos, es también el método de toda comunicación humana auténtica», asegura. Para poder relatar la verdad de la vida que se hace historia (como el Papa ya pidió en su mensaje del año pasado) «es necesario salir de la cómoda presunción del “como es ya sabido” y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sorprenderá en cualquier aspecto».
Francisco, que cita al beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, recuerda el mensaje que este daba a sus amigos periodistas: «Abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de sabia y frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean». Por eso, el Pontífice desea dedicar el mensaje de este año a esa llamada de ir y ver «como sugerencia para toda expresión comunicativa que quiera ser límpida y honesta».
Asimismo, Francisco se centra en un problema actual en los medios de comunicación, que es el riesgo «de un aplanamiento en los “periódicos fotocopia” o en los noticieros de radio y televisión y páginas web que son sustancialmente iguales, donde el género de la investigación y del reportaje pierden espacio y calidad en beneficio de una información preconfeccionada, “de palacio”, autorreferencial, que es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger ni los fenómenos sociales más graves ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad».
La crisis del sector editorial «puede llevar a una información construida en las redacciones, frente al ordenador, en los terminales de las agencias, en las redes sociales, sin salir nunca a la calle, sin “desgastar las suelas de los zapatos”, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar ciertas situaciones». Si no nos abrimos al encuentro, recuerda el Papa, «permaneceremos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos».
«Cada instrumento es útil y valioso solo si nos empuja a ir y a ver la realidad que de otra manera no sabríamos, si pone en red conocimientos que de otro modo no circularían, si permite encuentros que de otra forma no se producirían», añade.
Gracias a la valentía de tantos periodistas
También el periodismo, como relato de la realidad, «requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión».
«Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado». «Sería una pérdida no solo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad», añade el Papa en el mensaje.
Ante la situación de la pandemia, el mensaje recalca que «existe el riesgo de contar la pandemia y cada crisis solo desde los ojos del mundo más rico». Y alude a la cuestión de las vacunas o a los cuidados médicos en general, en el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. «¿Quién nos hablará de la espera de curación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y de África?». Así, «las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de las vacunas contra la COVID-19, con los pobres siempre como los últimos y el derecho a la salud para todos, afirmado como un principio, vaciado de su valor real». «Pero también en el mundo de los más afortunados el drama social de las familias que han caído rápidamente en la pobreza queda en gran parte escondido: hieren y no son noticia las personas que, venciendo a la vergüenza, hacen cola delante de los centros de Cáritas para recibir un paquete de alimentos».
Oportunidades e insidias en la web
La red, asegura el texto, «puede multiplicar la capacidad de contar y de compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios». La tecnología digital nos da la posibilidad de «una información de primera mano y oportuna, a veces muy útil: pensemos en ciertas emergencias con ocasión de las cuales las primeras noticias y también las primeras comunicaciones de servicio a las poblaciones viajan precisamente en la web».
Potencialmente «todos podemos convertirnos en testigos de eventos que de otra forma los medios tradicionales pasarían por alto, dar nuestra contribución civil, hacer que emerjan más historias, también positivas. Gracias a la red tenemos la posibilidad de relatar lo que vemos, lo que sucede frente a nuestros ojos, de compartir testimonios».
Pero ya se han vuelto evidentes para todos también los riesgos de una comunicación social carente de controles. «Hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces sólo por un banal narcisismo». «Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos. Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir».
Finalmente, el Santo Padre afirma que, en la comunicación, «nada puede sustituir completamente el hecho de ver en persona. Algunas cosas se pueden aprender solo con la experiencia». No se comunica, de hecho, «solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos». Y recuerda que «la fuerte atracción que ejercía Jesús en quienes lo encontraban dependía de la verdad de su predicación, pero la eficacia de lo que decía era inseparable de su mirada, de sus actitudes y también de sus silencios». La palabra es eficaz «solamente si se “ve”, solo si te involucra en una experiencia, en un diálogo. Por este motivo el “ven y lo verás” era y es esencial».
Pensemos «en cuánta elocuencia vacía abunda también en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública». Y aquí el mensaje cita un pasaje de Shakespeare, del Mercader de Venecia: «Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda». Las palabras «mordaces del dramaturgo inglés también valen para nuestros comunicadores cristianos».
«En nuestras manos hay libros, en nuestros ojos hechos», afirmaba san Agustín, «exhortando a encontrar en la realidad el cumplimiento de las profecías presentes en las Sagradas Escrituras». Así, «el Evangelio se repite hoy cada vez que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado por el encuentro con Jesús. Desde hace más de 2.000 años es una cadena de encuentros la que comunica la fascinación de la aventura cristiana. El desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son».