Sor Verónica: «Si el hombre no vuelve a Dios, el abismo será ineludible» - Alfa y Omega

Sor Verónica: «Si el hombre no vuelve a Dios, el abismo será ineludible»

La superiora de Iesu Communio lanza un mensaje de esperanza ante la situación producida por la pandemia del coronavirus: «Dios no tiene un designio de aflicción sobre nosotros. Precisamente en medio del dolor Dios nos está amando», ha asegurado

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Sor Verónica

«Nuestra tierra ha sido zarandeada, nos sentimos desarmados ante esta pesadilla. Nos han separado del amor de nuestros seres queridos. Nos sentimos impotentes, necesitamos gritar. Nuestro corazón está turbado y somos incapaces de darle consuelo y paz»: este es el análisis de la madre Verónica Berzosa, superiora de las religiosas de Iesu Communio, en una intervención que ha retransmitido TRECE este viernes.

La religiosa ha admitido que «estos días nos han llegado cientos de llamadas de creyentes y no creyentes que han mostrado dolor, lágrimas, impotencia, rabia, peticiones de oración, preguntas… Y todo eso ha traspasado nuestro corazón».

Les ha llegado el dolor de muchas personas que se preguntan: «¿Por qué Señor?» o «¿Por qué Dios permite tanto sufrimiento si están bueno?», «pero la respuesta solo puede proceder de un Dios que se implica en el dolor y que nos dice: “Yo estoy, no temáis”». Para Berzosa, «el hombre en el dolor le pide explicaciones a Dios, sin comprender que precisamente en medio del dolor Dios nos está amando. El hombre acusa a Dios, en vez de ver su necesidad de conversión. Porque la vida es un don, no una prueba», y «unos a otros no nos podemos dar coraje ni respuestas ante tanta angustia: al corazón solo alcanza el consuelo de Dios».

La religiosa afirmó también que «Dios no tiene un designio de aflicción sobre nosotros», y que «el mayor sufrimiento del hombre de hoy es no poder reconocer la ausencia de Dios como una ausencia. El hombre que no conoce a Cristo resucitado no conoce su identidad y la respuesta a la sed más profunda de su corazón».

«Nuestro enemigo no es un microorganismo»

Para la superiora de Iesu Communio, «nuestro enemigo no es un microorganismo, sino la falta de sentido de la vida, aspirar solamente a tener salud. Pero la promesa de Cristo no es simplemente sobrevivir, es resucitar».

Asimismo, «hoy nos enfrentamos a un enemigo letal que nos quiere arrebatar la salud y la vida, pero ¿íbamos viento en popa? Creo que no, simplemente sobrevivíamos a las emergencias, llenos de miedo siempre, porque siempre hay emergencias al acecho».

«La tormenta pasará —continuó—, pero ¿vamos a seguir viviendo como estábamos haciendo? Tanto sufrimiento en las familias, niños que no pueden crecer sanos y felices, jóvenes que no tienen los rostros radiantes, mayores confinados en una profunda soledad, quitando de nuestra vista todo lo que suene a muerte…».

Sor Verónica aludió también al hundimiento del Titanic para establecer una comparación con nuestros días: «Este microorganismo podría ser la punta de un iceberg con la que chocó el transatlántico. El Titanic se consideraba insumergible. Su lema era: Ni Dios lo hunde. Era considerado un paraíso artificial, rezumaba delirios de grandeza. Dos días antes de su naufragio se recibieron varias alertas pero no hicieron caso. Incluso cuando chocó contra el iceberg nadie era consciente al principio de la gravedad. Había botes salvavidas solo para los pasajeros de primera clase. Para los demás solamente había una música alegre, aunque al final la última canción fue: Cerca de ti Señor quiero estar».

Hoy «no queda nada de ese barco que navegaba sobre sueños». Del mismo modo, «hoy el hombre sigue viviendo en la mentira de creer que puede hacer todo sin Dios, pero si le elimina de su horizonte entra en el vacío y la desesperanza. Solo el hombre que deja a Dios ser Dios en su vida puede vivir sin temor».

Por eso, este momento puede ser «una alerta para creyentes y no creyentes, una oportunidad para crear el mundo de amor y verdad que Dios ha soñado. Si el hombre no vuelve con todo su corazón a Dios, todo volverá a ser como antes y el abismo será ineludible. Nuestra esperanza es una persona: Cristo resucitado. Quién mira la vida con fe no muere, y si muere es para entrar en la vida eterna. Esta es la experiencia de la luz radiante de Pascua», concluyó sor Verónica, quien se despidió asegurando que «todos estáis en el corazón de todas las hermanas de Iesu Communio. Contad con nuestra oración».