De Carmen: Bailar para no morir - Alfa y Omega

De Carmen es un espectáculo de música y baile que quiere acercarnos a la legendaria bailaora de flamenco Carmen Amaya, como homenaje en el centenario de su nacimiento. La representación va mucho más allá de la mera nostalgia. Consigue evocar la permanencia de la artista en la historia del baile. «Bailar para no morir», se dice en el programa de mano. Es un dato biográfico. Enferma desde niña con una dolencia renal, se comenta que Carmen Amaya sobrevivió más de lo previsible gracias al baile. Y bailó hasta días antes de su fallecimiento.

La directora María Rovira pone en escena un espectáculo poético, apostando por la creatividad. A esta poesía -en el sentido etimológico de poiesis, creación- contribuye de manera esencial la música en directo compuesta por Juan Gómez «Chicuelo». La misma Carmen -casi analfabeta, que nada sabía de poesía académica- contaba, como si citara versos de Alberti, «mi vida y mi arte nacieron del mar; mi primera idea del movimiento y de la danza, me vino del ritmo de las olas». La naturaleza tiene un ritmo y hay artistas inspirados -esta bailaora era uno de ellos- que tienen con ese ritmo una sintonía privilegiada. Su talento es revelar esa armonía rítmica para hacernos a todos partícipes de su don, de su gracia. Es la grandeza de esta pequeña y frágil gitana, nacida en las barracas de Somorrostro, y sin embargo, como dijo la prensa inglesa, «una reina».

La función está estructurada en cuatro partes: De negro, De luz, De lejos y De pronto. De negro se ambienta en el espacio donde muere Carmen. Ella ya no está. La negrura es el lamento gitano por el desgarro, por la pérdida irreparable: un quejío al que este pueblo ha puesto voz como ninguno. Pena negra por Carmen Amaya. Pero también negrura por profundo misterio: origen misterioso de la creatividad, hondura ancestral en la que clava su raíz el flamenco; orígenes también oscuros de pobreza en la biografía de la artista: «Porque he nacío gitano no pienses que soy malo, que habemos malos y güenos, y también somos cristianos».

Al avanzar la representación, sale a la luz el genio del flamenco que fue la bailaora, De luz. El espectáculo se centra en la metáfora: los bailarines de Trànsit Dansa crean con sus cuerpos el oleaje que la inspiró, el barco donde ella es la Capitana —apodo con que se la conoció—, su bata de cola… La primera bailarina homenajea a Carmen como ella se merece: bailando bien flamenco.

La tercera parte, De Lejos, remite a una mujer que paseó su bata de cola por el mundo entero como una reina, porque al verla bailar todo parecía moverse con la misma armonía con la que ella manejaba los volantes. Internacionalización del flamenco gracias a esta figura singular. Para mí, sin duda, el número más hermoso y original del espectáculo: la recreación con la danza del movimiento de la cola del vestido portado por Carmen Amaya.

Pero De pronto, con apenas 50 años, la bailaora fallece. La función acaba como comienza, en la muerte, y se configura como un círculo. Y sin embargo, un punto de fuga: Carmen que parece ausente, aún enamora: Me gusta cuando callas porque estás como ausente…, recordando los versos del poeta. Carmen que se va, Carmen que se queda: ¿Quién te escribirá canciones de amor, cuando yo sea Señor al final y tu cuerpo la camilla blanca de un camino? Exactamente esto es De Carmen: un canto de amor hecho de música y baile, cuya letra dice: tú no puedes morir.

De Carmen

★★★★☆

Teatro:

Teatro Nuevo Apolo

Dirección:

Plaza Tirso de Molina, 1

Metro:

Tirso de Molina

ESPECTÁCULO FINALIZADO

Cartel de 'De Carmen'