50 años de la muerte de Julio Casares: El lenguaje también es sinfónico
El día 1 de julio de 1964, hace 50 años, falleció uno de los más interesantes académicos españoles de todos los tiempos: Julio Casares. Niño prodigio del violín, convirtió en sinfonía el acervo lingüístico español en una composición única: el Diccionario Ideológico de la lengua española
Julio Casares nació en Granada en 1877. Sus padres, observando sus cualidades como violinista —fue un niño prodigio—, lo llevaron a Madrid, donde pudiera compaginar estudios musicales y académicos. Los compaginó de una manera extraordinaria, con una concepción unitaria de la lengua que lo condujo a describirla como una sinfonía que espera ser interpretada. Por su trabajo filológico, ingresó en la Real Academia en 1921, de la que fue secretario perpetuo desde 1939. En su discurso de ingreso, Nuevo concepto del diccionario de la lengua, presentó su genial idea de plasmar en una obra el procedimiento por el cual se pudiera ir no sólo de la palabra a la idea, sino también de la idea a la palabra:
«Lo verdaderamente necesario (…) es un procedimiento mediante el cual se faciliten las operaciones activas del lenguaje, algo que, cuando llegue el caso, nos ayude a hablar, a escribir y también a pensar (…). Y para esto hay que crear, junto al actual registro por abecé, archivo hermético y desarticulado, el diccionario orgánico, viviente, sugeridor de imágenes y asociaciones, donde, al conjuro de la idea, se ofrezcan en tropel las voces, seguidas del utilísimo cortejo de sinonimias, analogías, antítesis y referencias; un diccionario comparable a esos bibliotecarios solícitos que, poniendo a contribución el índice de materias, abren camino al lector más desorientado, le muestran perspectivas infinitas y le alumbran fuentes de información inagotables (…)».
¡Qué gran y hermoso empeño! Logró absolutamente llevar a cabo su intuición. El Diccionario Ideológico, obra cumbre de la Lexicografía española, fue publicado por primera vez en 1942 y se sigue reeditando hasta hoy. Consta de una parte sinóptica, plan general de clasificación de vocabulario, una parte alfabética, diccionario al uso pero que remite a la parte analógica, y la parte analógica, organización del léxico en grupos conceptuales. Su novedad consiste en que no es preciso conocer de antemano la representación escrita de una palabra, sino que se puede, usando la parte analógica, descubrir palabras que ignoramos de antemano y, sin embargo, son útiles para expresar un pensamiento.
El sólo uso del Diccionario Ideológico es una ayuda para pensar bien, para establecer precisiones, buscar la claridad y distinción en los conceptos, al encontrarse uno con un instrumento viviente y una visión de conjunto. Como dijo un sabio, la realidad es sinfónica, y este hombre, Casares, pegadito a la realidad, no podía dejar de decir cómo el lenguaje es el instrumento que canta esa armonía.
Cuando Casares falleció, estaba trabajando en otra ingente obra al servicio de la Academia y de la lengua: El Diccionario Histórico de la Lengua española.
A otro gran filólogo, compañero de trabajo de Casares, Rafael Lapesa, se debe la más afectuosa despedida de don Julio:
«Descanse en paz el llorado filólogo, el Secretario ejemplar, el sabido de mirada siempre alerta hacia el mundo circundante, el hombre cordial e ingenioso a quien tanto deben nuestras letras y nuestra academia. La memoria de nuestros muertos insignes no es para nosotros, a diferencia de Jorge Manrique, compensación suficiente de haberlos perdido; al contrario, cuanto más altas fueron sus excelencias, mayor es el vacío que sentimos. Sírvanos de consuelo pensar que don Julio Casares, tras haber consagrado su vida a estudiar la palabra humana, maravillosa, aunque imperfecta y perecedera, gozará perdurablemente de la contemplación de la suprema Palabra, creadora y vivificante».