4 de octubre: san Francisco de Asís, el fiestero que se hizo pobre y hablaba con los animales - Alfa y Omega

4 de octubre: san Francisco de Asís, el fiestero que se hizo pobre y hablaba con los animales

A san Francisco de Asís le gustaban las «reuniones con mucha música» hasta que cayó prisionero y cambió su vida por la predicación y la pobreza. El Papa Juan Pablo II lo nombró patrón de la ecología en el año 1979

José Calderero de Aldecoa
San Francisco de Asís en éxtasis de Anthonis Van Dyck. Kunsthistorisches Museum, Viena (Austria). Foto: Lluís Ribes Mateu.

Francisco de Asís es hoy un gigante de la santidad y sus hijos espirituales conforman la familia religiosa más numerosa de cuántas existen, «pero su biografía revela que cualquiera —que todos— estamos llamados a la santidad», asegura Antonio Álvarez, ministro nacional de la Orden Franciscana Secular (OFS). Como a muchos, al joven Francisco le gustaba «asistir a fiestas», dar «paseos» y las «reuniones con mucha música», aseguran desde la OFS. Una vida disoluta que se podía permitir gracias al dinero familiar. Su padre tenía uno de los mejores almacenes textiles de la ciudad de Asís, donde Francisco nació en 1182.

De esta forma, el joven dedicaba mucho tiempo a salir de marcha, y no tanto al estudio o los negocios, que «no le llamaban la atención». A pesar de ello, «nunca le negaba una limosna a quien pudiera necesitarlo», un acto de caridad del que se sirvió el Señor para llamarlo a filas. Ocurrió cuando Francisco tenía 20 años. Entonces, se desencadenó una guerra entre Asís y Perugia y el joven rico cayó preso. Tuvo que pasar un año encarcelado, pero este tiempo le sirvió para reflexionar y convencerse de que debía cambiar de vida.

Cuando salió de prisión, se compró la mejor armadura y el caballo más imponente y se fue a luchar de nuevo por su ciudad. En el camino, sin embargo, se encontró con un compañero que no tenía dinero para adquirir tales instrumentos militares y Francisco, conmovido, le regaló todo su equipamiento. Esa noche soñó que volvía a tener las mejores armaduras, mejores que las que él había comprado y que luego había regalado al pobre soldado; pero estas eran unas armaduras para enfrentarse a los enemigos del espíritu. Poco después, cayó enfermo y escuchó una voz que le decía: «¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?».

Luchar contra las injusticias

Francisco cambió de vida. Dejó de salir con sus amigos y se volvió silencioso y reflexivo. La gente pensaba que estaba enamorado y él contestaba que así era, estaba enamorado «de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe». Francisco se había enamorado de la pobreza, de la misma pobreza de Jesús. «Para los franciscanos la pobreza lo es todo. En nuestra orden se lucha contra las injusticias sociales porque prima el pobre, el descartado de la sociedad, que es además el principal receptor del Evangelio», explica Álvarez.

A partir de entonces, el joven comenzó a visitar a los enfermos en los hospitales, le regalaba a los pobres todo lo que llevaba encima y se empeñó en arreglar la iglesia de San Damián, para lo que se dedicó a pedir limosna. Sus vecinos no daban crédito del cambio y se burlaban de él.

Una vez concluida la reconstrucción, se marchó a vivir a la Porciúncula, una pequeña y solitaria capilla, situada a cuatro kilómetros de Asís, donde se le sumaron los primeros discípulos. Cuando ya fueron doce, se fueron a Roma a solicitar la aprobación de su forma de vida. Nacieron entonces los franciscanos. No por eso estaba exento de las tentaciones más comunes. Por aquel entonces, le atacaban grandes tentaciones de impureza. Él, para vencerlas, en alguna ocasión incluso se revolcó entre un matorral de espinos.

Francisco también inspiró a las mujeres de Asís. Una de ellas fue Clara, la futura santa Clara, que dejó su vida para hacerse monja. Juntos fundaron a las clarisas, que están esparcidas en la actualidad por todo el mundo. Al igual que la Orden Franciscana Seglar, de la que Antonio Álvarez es ministro nacional. «En España la componemos casi 3.000 personas, principalmente laicos aunque también sacerdotes», subraya. Su origen se encuentra en los grupos de penitentes que se acercaron al santo para seguirlo, pero no como frailes sino como seglares.

En 1209, Francisco se sintió llamado a la evangelización y el eremita se convirtió en apóstol. Llevó el Evangelio más allá de las tierras cristianas e intentó convertir a Malik-al-Kamil, que controlaba los santos lugares. El sultán quedó impresionado de sus palabras. No se convirtió, pero permitió a Francisco visitar Tierra Santa.

Inspiración para los Papas

A pesar de que Bergoglio adoptó su nombre al convertirse en Papa, fue Juan Pablo II quién nombró a san Francisco de Asís patrono de la ecología en 1979. ¿Por qué? «Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer por los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte, una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche», se explica en la biografía publicada por la OFS.

En su haber para la concesión de este patronazgo figura también el Canto de las Criaturas —«Alabado seas, mi Señor…»—, que escribió poco antes de morir y en el que Francisco alaba al Señor utilizando la belleza de la naturaleza. Ocho siglos después este canto inspiró al Papa Francisco para escribir la encíclica Laudato si.

Bio
  • Nació en Asís en 1182
  • En 1209 logró visitar Tierra Santa, que en ese momento estaba controlada por los musulmanes
  • La orden creció mucho. En 1219 se juntaron en Asís más de 5.000 franciscanos
  • Murió el 3 de octubre de 1226